Cinco marcas de emprendedores se abren camino en Vigo y su área con el comercio electrónico como aliado
18 ago 2024 . Actualizado a las 01:55 h.Dedicación y pasión. Son características que han convertido cinco ideas en cinco marcas. Cada vez son más los vigueses que se animan a emprender y crear proyectos artesanales únicos en torno al mundo de las joyas. Entienden que los compradores saben valorar el trabajo bien hecho.
Alba de la Torre, es una joven de 22 años que creó Chula hace tan solo un año. «Ha sido una montaña rusa, con momentos de pensar que era un sueño poder tener mi negocio y otros de sentir que no iba a poder sacarlo adelante», explica. El proyecto de esta viguesa comenzó, «como terapia y de manera autodidacta, intentando buscar cosas que me relajasen en este mundo frenético del siglo XXI». Las primeras joyas que hacía las utilizaba ella, pero en su entorno empezaron a llamar la atención y comenzaron a pedirle encargos por redes sociales. Fue ahí cuando pensó: «¿Y si me dedico a esto?». En primavera del año 2023 nació la marca. «Me dedico también a la hostelería, pero lo veo como algo que me ayuda a seguir con mi proyecto. Mi meta es tener un equipo y poder centrarme yo en la parte creativa», Por eso ahora, dice, «hay días en que llego a estar trece horas produciendo». Suele tener unos treinta pedidos a la semana, tanto a través de Instagram como de su web, y sus ventas no se han quedado en Vigo o Galicia, sino que tiene compradores en Madrid, Málaga e incluso Canarias.
Para Chula, ha sido muy importante la ciudad donde ha nacido. «Pensaba que cuando creciera me iría de Vigo, pero ahora siento que tiene que quedarse aquí. En el proyecto ha influido mucho el mar, la naturaleza, la geografía y la gente. Yo me quiero quedar para siempre, porque creo que tal vez en ciudades grandes no hay tanta calidez, y aquí la gente ha tratado mi proyecto con mimo desde el primer momento», apunta. Además, cree que en Vigo existe una comunidad de artistas muy grande y que «si nos ayudamos entre todos hay mucho futuro en la ciudad».
Hay quienes deciden arriesgarse y crear un proyecto que les transforme la vida. Xandra Almón tiene 45 años y abrió su cuenta de Instagram, O Caixón de Xan, en el 2022. «Me gustaban las manualidades para regalar a familiares y amigos. Vi que se me daba bien y me animé a hacer pendientes y bisutería», explica. «Empezó como una afición y desde hace un mes y medio solo me dedico a esto», señala Xandra. Dejó su trabajo como teleoperadora: «Aunque diera vértigo dar el paso, ahora esto me hace feliz. Siento que se valora lo que hago y que dedico mi tiempo a algo que me gusta y que es mío». Ella crea sus joyas con acero inoxidable, resina, flores naturales y conchas. Además, próximamente va a añadir la plata a su catálogo. Su objetivo es vivir «viajando por Europa en una autocaravana vendiendo pendientes».
Tanto Alba como Xandra coinciden en que las redes sociales están ayudando a que la gente joven se interesa cada vez más por el mundo de la artesanía. Sin embargo, también suponen un trabajo extra.
Sara Martínez, es una chica de 24 años de O Rosal que montó su marca Vargas Lemos en el año 2021. Aunque le gusta crear contenido para redes, «a veces no desconectas, porque si no publicas en una semana, el público y la propia Red lo notan». Durante el confinamiento del 2020 empezó a hacer piezas con arcilla polimérica y a compartir sus creaciones personales: «A la gente de mi entorno le empezó a llamar la atención y me hacían encargos». Durante ese año decidió iniciar su proyecto porque «tenía 21 años y lo podía hacer sin presión, por probar». Sin embargo, aquel septiembre comenzó a estudiar Moda y compaginó su vida académica con su proyecto: «Dedicaba la semana a los estudios y a Vargas Lemos y no tenía vida social. Los fines de semana descansaba, pero si era necesario también me dedicaba a la marca». «La gente valora mucho lo artesanal y me está yendo muy bien», asegura, aunque tal vez haga un parón porque comienza sus prácticas en una empresa en septiembre. «Ahora mismo estoy contenta con el volumen de trabajo y duele decirle adiós». Tiene claro que sería un pausa momentánea porque «mi objetivo es tener mi propia firma de moda y lo veo posible».
Uno de los aspectos en común de estos artesanos es la necesidad de invertir muchas horas de su tiempo libre para crecer. Henko es el proyecto de Aarón Gómez y Mayte Marino. Esta pareja de Ponteareas creó su marca en enero del 2023. «Nació como algo secundario y ahora mismo, aunque no puede financiarnos la vida, está ahí con visión de que crezca lo suficiente para que los dos podamos vivir de nuestro proyecto», cuentan. Aarón empezó a hacer macramé en el 2018, pero poco a poco descubrió cómo trabajar las anillas con distintos patrones y hacer joyas. Explica que «la técnica se basa en la cota de malla de la época medieval pero llevada al mundo de la joyería». Cada uno se encarga de una parte del proyecto. «En un año me encantaría que uno de los dos esté al 100 % con él e ir creciendo poco a poco. Aspiramos a tener una tienda física», dice Aarón. Para ellos, las ferias y mercadillos son fundamentales porque, además de vender, «compartir espacio con otros artesanos es un gusto porque nos ayudamos unos a otros».
María Freiría, tudense de 24 años, ya ha conseguido dedicarse solo a Mar Jewelrin. Su firma nació en el 2022 y destaca que a lo largo de estos años habrá vendido sus piezas a mil personas. La joven es bióloga y por eso trabaja con flores para sus joyas, además de con resina. «Hay que echarle muchas horas y muchas ganas. Al no tener un sueldo fijo vives altibajos, pero estoy contenta porque me gusta lo que hago». Ella también identifica un bum en redes de este mercado: «Yo quiero pensar que cada vez se valora más la artesanía». Su marca suele tener entre cinco y diez pedidos en una semana, pero cuando la gente ve el producto en persona, en las ferias, «puedo llegar a vender 50 piezas».