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La herencia que Policarpo Sanz dejó al pueblo de Vigo

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Su importante colección de arte permitió abrir el camino al Museo Quiñones de León

08 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1891, poco después del fallecimiento de José Policarpo Sanz Soto en París, la corporación municipal del Concello de Vigo acordó poner el nombre del acaudalado industrial al último tramo de la calle del Duque de la Victoria, que después se llamaría García Barbón en su parte final. Era una muestra de respeto y agradecimiento a un hombre que había cedido una gran parte de su fortuna al pueblo de Vigo.

Nacido en Marín en 1841, toda su infancia la vivió en Vigo, ciudad que jamás olvidó pese a pasar gran de su vida en Cuba, Nueva York y París. Ese sentimiento quedó avalado el 1 de junio de 1888 cuando, en una notaría de Broadway firmó su testamento, en el que donaba la mayor parte de su fortuna a Vigo, aunque durante varias décadas fue su viuda, Irene Ceballos, la usufructuaria. Dejó una parte de su dinero a su prima, Filomena Pérez, con la condición que cuando muriese pasase el dinero restante a la Casa de Beneficencia viguesa. El resto del capital fue para su mujer. A la muerte de esta, el sobrante debía ser empleado por el Ayuntamiento para adquirir los terrenos necesarios para construir un instituto de primera y segunda enseñanza al que pudiesen acceder los niños sin dinero de la ciudad. Ese centro también debía actuar como museo donde se expusiese la importante colección de arte que legó a la ciudad. Es el origen del instituto Santa Irene, que no concluyó hasta 1946 el arquitecto Antonio Cominges, y que lleva ese nombre en recuerdo de la esposa de Policarpo Sanz.

El legado artístico del prócer vigués se puede ver hoy en día, en gran parte, en el Museo Municipal Quiñones de León. De hecho, fue la primera colección municipal propia que expuso el pazo cuando abrió en el tramo final de la década de los años treinta del pasado siglo.

Policarpo Sanz reunió a lo largo de su corta existencia cerca de un centenar de obras pertenecientes a distintos artistas europeos de los siglo XVII y XVIII. Decía el actual director del Quiñones de León, José Ballesta, cuando se publicó el libro sobre el legado artístico, que desconocía si en vida el industrial había tenido algún asesor artístico, pero sí se podía apreciar en el conjunto de obras «un espírito homoxéneo» y «un acerto xeral na elección das obras pois posúen case que todas unha calidade maioritariamente elevada».

El conjunto fue ordenado por los encargados del museo municipal por escuelas pictóricas. Están representadas la española, la alemana, la flamenca, la holandesa, la francesa y la italiana, siempre moviéndose entre los siglos XVII y XVIII.

En el libro O legado Policarpo Sanz. A colección de pintura (Caixanova, 2001), cuyo autor principal es Manuel Estévez Caride, se explica que la colección está conformada por 104 piezas, al incluirse obras adquiridas por Irene Ceballos. En diciembre de 1935 llegaron al pazo de Quiñones de León 83 cuadros procedentes de Madrid, última ciudad donde residió la viuda de Policarpo Sanz. Las 21 pinturas restantes aún tardarían seis años más en entrar en el ya museo municipal.

Además del conjunto pictórico, tal como señala el mencionado libro, el legado está compuesto por muebles y artes decorativas, así como una treintena de pequeños retratos sobre marfil y cobre datados en los siglos XVIII y XIX.

Altas cotizaciones

Recientemente, el Concello de Vigo renovó la póliza del seguro de sus colecciones del patrimonio cultural, que se elevaba a 26,6 millones de pesetas. Entre los cuadros más valorados, desde el punto de vista económico, aparecen varios procedentes del legado de Policarpo Sanz. El más caro de todos es el titulado Niobe, del pintor francés del siglo XVIII Jean Honore Fragonard. Se le atribuyó un valor de 400.000 euros. Le sigue una de las obras polémicas procedentes de la colección, el bosquejo del retrato de Carlos IV, atribuido a Francisco de Goya, al que le otorgaron un valor de mercado de 225.000 euros. En el legado hay varios cuadros atribuidos a superestrellas de la pintura mundial que hasta ahora no fueron objeto de un estudio que pueda determinar claramente su autoría. Pasa con Goya, en dos cuadros, pero también con la Virgen y el niño, de Rubens. Otro de los cuadros que más alcanzó en su seguro es el titulado Las tentaciones de San Antonio, del pintor flamenco del siglo XVII David Teniers II.

La colección recibida de Policarpo Sanz ayudó a que el Museo Municipal Quiñones de León, inaugurado en julio de 1937, adquiriera gran notoriedad debido a los grandes nombres de la pintura europea que incluía. Además, y ahora que el Concello de Vigo conmemora el centenario de la donación del pazo a Vigo, la llegada de los cien cuadros del filántropo vigués ayudó a que se cumpliera una de las condiciones impuestas por el marqués de Alcedo cuando realizó la donación, que no era otra que el pazo fuese un museo.

En 1891, la ciudad de Vigo recibía los restos mortales de Policarpo Sanz. Había fallecido en París el 9 de septiembre de 1889 y se había embalsamado su cadáver a la espera de cumplir sus deseo de ser enterrado en el cementerio de Picacho. Poco tiempo pasaron allí los restos, sin embargo, ya que unos años más tarde fue cerrado ese camposanto y se abrió el de Pereiró, donde hoy permanecen.