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«Hay noches que no duermo pensando en cómo será el proceso de estar sin papeles»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

A. M.

Camilo Ruiz es uno de los inmigrantes de Vigo que temen perder sus derechos con el nuevo Reglamento de Extranjería

26 mar 2025 . Actualizado a las 19:39 h.

Tres años en España, con un puesto de trabajo indefinido en una empresa frigorífica de Mos, pero si antes del 20 de mayo, cuando entre en vigor el nuevo Reglamento de Extranjería, no ha conseguido regularizar su situación, volverá a la casilla de salida, al momento en el que se bajó del avión, dejando atrás su Colombia natal y a su familia para labrarse un mejor futuro. Camilo Ruiz, de 33 años, perderá el tiempo acumulado de residencia en nuestro país, su puesto de trabajo y tendrá que pasar otros dos años de manera irregular antes de volver a tramitar los papeles. Como él, numerosos inmigrantes viven con gran preocupación la entrada en vigor del cambio normativo.

La nueva normativa establece que quienes se encuentran en trámite de asilo, como es el caso de Camilo, deben renunciar a ese proceso para optar al arraigo social. «Si no renuncio al asilo, pierdo todo el tiempo que llevo acá. No importa que lleve tres años en España, la nueva ley borra todo. Es como volver a llegar de cero», explica Camilo con preocupación.

La situación lo angustia tanto que hay noches en las que reconoce que no puede conciliar el sueño, pensando cómo cubrirá gastos básicos como el alquiler o la comida, si pierde su trabajo actual. «La ley no toma en cuenta que nos quedamos sin ingresos. No sé cómo haré para sostenerme durante los meses que pueda tardar el proceso», afirma.

Actualmente está realizando todos los trámites en la oficina municipal de inmigración de Rivera Atienza para intentar acceder al arraigo antes de que llegue la fecha límite del 20 de mayo. Camilo ha llevado la documentación requerida al Concello y ahora espera una segunda llamada, que podría demorarse hasta un mes, para poder avanzar hacia una cita con el abogado especializado en extranjería, que se encuentra de vacaciones hasta mediados del mes que viene y para quien están dando citas para julio. «Es una contrarreloj total, ni siquiera estoy seguro de si tendré suficiente tiempo», señala con inquietud. «Es un proceso bastante duro estar acá sin familia. Me voy a ver afectado teniendo que renunciar a la empresa».

Camilo llegó a España buscando refugio junto a su pareja por un caso personal de asilo. Durante estos años ha trabajado legalmente gracias a un contrato indefinido, pero con la entrada en vigor del nuevo reglamento, la empresa ya le ha advertido que no puede ayudarle más.

«La empresa me dice que no puede hacer nada, es cuestión de la ley. Si no consigo la regularización, pierdo mi trabajo inmediatamente», lamenta. Personas como Camilo, que han construido una vida en España con trabajo estable y accedido a una residencia, ven ahora su futuro en riesgo por una regulación que consideran injusta. «Para eso existe un padrón, un registro de habitantes. Es incomprensible que de repente todo eso no sirva de nada», lamenta Camilo. Su futuro depende ahora de una burocracia lenta y saturada, mientras el reloj sigue corriendo inexorablemente hacia el 20 de mayo.