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Hijo, me voy de campamento

YES

Ana Garcia

NUNCA ES TARDE para una primera vez. Este verano no solo tus hijos irán de campamento. Tú también puedes vivir una aventura a lo Wes Anderson y además aprender a hacer surf. Solo necesitas un bañador y ganas de pasarlo bien. 

30 may 2015 . Actualizado a las 05:10 h.

«Solo necesitas un bañador y una toalla, saber nadar y muchas ganas de pasarlo bien», cuenta Pablo Rodríguez, uno de los responsables de la escuela de surf ArtSurtCamp, en la playa de Razo, Carballo, donde han creado una especie de paraíso de la diversión para que puedas vivir tu «Moonrise Kingdom» a los 20, a los 30, a los 40 o a la edad que tú decidas. El plan combina clases de surf con barbacoas y guerras de almohadas en las habitaciones del albergue. Da igual que nunca hayas cogido una tabla de surf en tus manos. Lo único importante es pasárselo bien.

 «El 80 % de las personas que vienen nunca han hecho surf en su vida», explica Pablo. Hay alumnos de todas las nacionalidades. Hace unos días el bar con vistas al mar tenía acento francés. Suelen apuntarse más chicas que chicos y, según Pablo, hay mucha gente que va por su cuenta, sola: «Hay mucha gente que no puede quedar con sus amigos los fines de semana porque estos tienen que trabajar o cuidar de sus hijos, y deciden apuntarse y venir solos a hacer surf. Al principio les da un poco de corte, pero al rato ya están totalmente integrados en el grupo».

El plan empieza la mañana del sábado, muy temprano. Los aventureros, todavía tímidos, comienzan el gran «campamento» frente a la playa. Es hora de perder la vergüenza y cambiar los vaqueros por el neopreno. Sí, está húmedo y tienes que pedir ayuda a un desconocido para que te suba la cremallera. Primera toma de contacto. El segundo reto: coger la tabla de surf. No sabes ni como agarrarla, pero mola hacerse un selfie para subirlo a Instagram. A estas alturas uno ya está metido en el plan surfero. Solo falta lo más difícil: meterse en el agua. Con todos vestidos de patos, toca asistir a las clases de surf en la arena, buscar nuestra pierna para saltar sobre la tabla. No saldrás de la playa de Razo dispuesto a comerte la ola gigante de Nazaré, pero estarás satisfecho del reto superado.

BUEN ROLLO

«Lo que más mola es el buen rollo que hay tanto dentro como fuera del agua». Marta Caneda es una de las últimas aventureras que se animó a hacerse surfera por un día. Después de dos horas de clase por la mañana, que es lo mínimo para una jornada, la fiesta se traslada al bar del campamento. Allí, además de una comida cargada de proteínas (ten en cuenta que las agujetas te van a durar una semana) es el momento de hacer pandilla. Un café con vistas al mar, una siesta reparadora?  Los más valientes vuelven al agua. Otras dos horas de clase para perfeccionar la técnica. Bueno, o para intentar perderle el miedo al mar. Lo que cuenta es la intención.

Los campamentos para adultos incluyen otras actividades, además de surf, como capoeira o pilates y la posibilidad de quedarse a dormir en el albergue de la escuela, en habitaciones compartidas. Y por la noche, sesión DJ y fiesta rachada en la terraza con el mar de la Costa da Morte de fondo. Sí, eso es, ¡lo más parecido a lo más diferente que hayas hecho nunca!