
A Fernando Gil la Casa Real le persigue. Primero encarnó a Juan Carlos I y después al actual rey, con el que compartió colegio. Tras pasar por «El Príncipe» ahora es Campillo, el jefe de seguridad de «Anclados». Pero él no pone tanto orden.
28 jun 2015 . Actualizado a las 19:29 h.Si hubiese que encontrar al opuesto de Campillo, nos toparíamos sin duda con Fernando Gil. Tranquilo, sereno y deportista, dice que no tiene nada que ver con su personaje de Anclados, del que dice que «es un poco bestia». Logrado su sueño de la interpretación, le queda uno pendiente: el de dirigir una película. Así se lo dijo al mismísimo José Luis Garci cuando se plantó en su casa con solo nueve años para que le enseñara el Óscar que acababa de ganar.
-¿Pones tanto orden en casa como en la tele?
-No, en casa soy un poquito más espontáneo, menos regio. Soy más natural, más casero... muy tranquilón.
-En «Anclados» tus ídolos son Bruce Willis y Charlton Heston. ¿Cuáles son en la vida real?
-En la vida real tiro más hacia Woody Allen. Me gusta mucho la comedia, Fernán Gómez... Sigo a otro tipo de modelo, no soy tan de acción.
-Poco que ver entonces con tus personajes, tanto en «Anclados» como en «El Príncipe».
-Sí, poco que ver. A Campillo, que es un tipo muy racista, muy exagerado, intento imprimirle un poquito de emoción, que sea un poquito perdedor porque si aún encima fuera ganador, caería mal. Por eso le meto humor gestual, lo he trabajado mucho con Tricicle, con Illana, y por ahí le rebajo un poco los humos.
-A Campillo le encanta marcar músculo, pero ese músculo hay que mantenerlo y tú pareces un tipo deportista. ¿Cómo es tu dieta?
-Siempre me ha gustado el deporte y por exigencias del guion, tanto de «El Príncipe» como de «Anclados», sí que me han pedido mantener el tipo. Además cuando combino televisión con teatro, pues me levanto igual a las cinco y media de la mañana y termino a las doce de la noche. Y tienes que mantenerte, porque si no haces una dieta no puedes seguir el ritmo.
?Todo al vapor entonces?
-Claro, para estar fino y no tener mucha grasa en el cuerpo tienes que evitar los fritos, hago la carne en su propio jugo, le echo poca sal porque retiene líquidos... hago cosas así. Tienes que acostumbrarte a las comidas sin tanto sabor.
-Bueno, supongo que los lunes y los martes nadie te quita el mando?
-Sí sí, mi mujer y mi hija me siguen, son muy fans, lo cual ayuda bastante. La pequeña todavía tiene dos años, apenas habla, pero cuando aparezco en la televisión se pone muy contenta y dice: «¡Papá, papá!».
-Por cierto, tiene gracia que hicieses del príncipe para acabar trabajando en «El Príncipe»?
-Sí, me persigue el nombre. También hice del rey, o sea del padre y del hijo. Y como siga así, del espíritu santo también jajaja
-Y tanto que te persigue, si hasta coincidiste con Felipe VI en el cole.
-Sí, curiosamente mis padres a partir de cierta edad nos metieron a mis hermanos y a mí en ese colegio porque tenían referencias de que la educación era buena. La verdad es que mis padres trabajaron mucho para poder tenernos ahí a los cuatro hermanos, y son trabajadores, no vienen de familia bien. En clase no coincidí con él porque me lleva ocho años, pero yo sí recuerdo verle porque los mayores tenían la clase de deporte, cuando yo en el recreo, y recuerdo verle corriendo, ahí esforzándose por mantener la carrera con sus compañeros de clase y era curioso verlo ahí. Es una imagen que se te queda.
-Las vueltas que da la vida.
-Sí, quién me iba a decir cuando lo veía ahí corriendo que iba a interpretarle. Es curioso.
-Eres el segundo de cuatro hermanos, es decir, prácticamente el mediano. ¿Has sido el conciliador?
-Pues puede ser, sí, la verdad es que si hago un poco memoria de cosas que han pasado sí que me han llevado a conciliar bastante. Me solía llevar bastante bien con todos, y sí puede ser que cumpla ese estereotipo de mantener la calma en la vorágine de cuatro hermanos. Pero la verdad es que los cuatro somos majetes.
-¿Qué te decían ellos de este sueño tuyo de ser actor?
-Por ejemplo mi padre, que empezó a trabajar con trece años, es una persona que ha entendido que él no pudo elegir lo que quería hacer y lo que quería para su hijo era todo lo contrario. Mi madre era un poco más reacia por el miedo a la falta de seguridad y estabilidad. Pero yo me preocupé bastante de formarme y soy todoterreno, así que cuando no hago televisión hago teatro y, si no, cine.
-¿Con qué sueña Fernando Gil ahora?
-Pues desde pequeño quería ser, a parte de actor, director. De hecho cogía la cámara con mi padre y con mis hermanos, y recuerdo que cuando tenía nueve años le dieron el Óscar a José Luis Garci y él vivía en mi mismo bloque, en la calle Estrella Polar aquí en Madrid. Fui a su casa y le timbré para ver el Óscar y pedirle un autógrafo, y le dije que quería ser director. Él me puso: para mi futuro compañero, Fernando Gil... Para mí sería un sueño dirigir una película. De hecho hice varios cortos, alguno con premio.
-¡Otro déjà vu! Primero con Felipe VI y luego con Garci... ¿Tu vida va así, por premoniciones?
-Sí, puede ser que sí que me haya marcado un pequeño destino.
-La música te apasiona... ¿a quién le compusiste tu última canción?
-A mi hija, le hice una pequeña sonadilla divertida que se la toco y se muere de la risa. Muchas tardes toco en casa con mis amigos.