Lo mejor de vivir solo es...

YES

Santi M. Amil

LO HAN ELEGIDO o les ha venido impuesto, pero ninguno duda de que vivir en soledad tiene muchas ventajas. No compartir a veces da la felicidad.

31 oct 2015 . Actualizado a las 17:03 h.

«... Que no tengo que dar explicaciones»

Hace alrededor de tres años que se quedó viuda y desde entonces, vive sola. La opción ha sido obligada, pero María del Carmen Sierra tiene claro que ahora solo estaría así. Aunque tiene un hijo mayor, con el que mantiene contacto constante, esta ourensana asegura que la libertad y la independencia son las razones más importantes por las que ha decidido no compartir su casa. «Tengo trabajo y también soy muy activa, todos los días de la semana hago algo. No tengo que organizarme con nadie en cuestión de horarios y eso hace que no tenga que dar explicaciones ni amoldarme», afirma. Hace pocos días hizo las maletas para viajar a Italia con unos amigos y relata, sin equivocarse, todas las actividades de la semana: «Llego de trabajar, como y me voy al gimnasio. Tres días a la semana a clases de inglés, todos los miércoles al cine con una amiga y los fines de semana quedo con mi pandilla. Además, si de repente alguien me llama a media tarde o cualquier noche para salir a tomar algo, salgo. Y todo sin tener que estar pendiente de otra persona». Y, ademas, está metida en política y le encanta asistir a eventos deportivos. Sobre todo a partidos de fútbol. Subraya que echa de menos lo bueno de vivir con su pareja, pero cree que la opción de vivir solo es, en esencia, la búsqueda de la libertad: «Cuando más tiempo llevas viviendo sola, te cuesta más compartir ese espacio».

«Yo decido cuándo se desayuna y se cena»

SANDRA ALONSO

Javier Diez Barral lleva seis meses viviendo solo. Después de pasar cuatro años en Londres con su novia Laura, en mayo regresó a Galicia por motivos laborales. Aunque echa mucho de menos a su pareja, reconoce que tener la casa para él solo también tiene cosas positivas. «Lo mejor es la libertad de horarios. Soy yo el que decido cuándo se desayuna y cuándo se cena». Trabaja en Santiago y vive en una casa familiar cerca de Cacheiras. Este gallego de 30 años asegura que le gusta cocinar y limpiar. «Siempre lo hice y ahora que estoy solo lo sigo haciendo. Aunque a veces... Ya sabes, la casa no siempre está como se supone que tendría que estar», se ríe. Cuando sale de trabajar y de camino a casa para en el supermercado a hacer la compra. A veces sale de la rutina y se deja caer por tiendas locales como la frutería santiaguesa Entrenaranjos. Cuando llega a Cacheiras, por la noche, se conecta a Skype para hablar con su novia Laura, a la que, siempre que puede, va a ver a Londres.

Cuatro años fuera del país marcaron las costumbres de Javier. En especial una, que él define como «muy inglesa»: «Me gusta preparar la comida en casa y llevarla al trabajo en un táper. Muchas veces también me llevo el café de casa en el termo. Es algo que hacía en Londres y que me gusta hacer también ahora en Galicia». Una o dos veces por semana, recibe la visita de sus padres, que van desde Viveiro hasta Cacheiras para pasar un rato con él. «También me llenan la nevera y me dejan comida hecha», sonríe. El trabajo y un máster ocupan casi las 24 horas de Javier. Cuando desconecta, la tele y la música de su ordenador le hacen compañía. «Me gusta escuchar canciones que me recomienda mi novia Laura o que escuché en algún bar de Londres con ella y guardo en el móvil en Shazam».

«Poder tocar de madrugada»

MARCOS MÍGUEZ

Sabe que lo ideal es vivir en pareja, pero tiene muy claro que prefiere «solo que mal acompañado».  Ricardo Aradas sabe de lo que habla. Ha llegado a compartir techo con alguien que le «obligaba» a irse a la cama cuando no le apetecía, o cenar cuando no tenía hambre, solo por cumplir los deseos de la otra persona. Así que para estar con alguien que le coarte o que no le deje ser él mismo, prefiere seguir de single. «De esta manera tengo una independencia que no tengo cuando vivo con alguien, tengo mis horarios, y puedo hacer lo que quiero y cuando quiero», explica Ricardo. Por algo lo dice. Solo hay que leer entre líneas. Lleva la música en la sangre, es integrante del grupo La senda de Afra, y uno de sus mayores placeres es poder coger la guitarra a las tantas de la madrugada. Dice que si no la conecta (entendemos que al amplificador) no molesta a los vecinos, pero sabe que es un privilegio solo al alcance de los que viven solos. Tocando algunos acordes, navegando en Internet y viendo pelis pasa las noches (en vela). Lo reconoce. Es un poco ave nocturna. «Al trabajar de noche, tengo los horarios al revés. Tengo más actividad tarde-noche que por la mañana».

La plancha se le resiste

De compañía, mejor no hablarle por el momento. Estuvo pensando en comprar un perro pero «era demasiado compromiso».  Aunque si este llegara en forma de mujer «estoy preparado para renunciar a mis manías». Esta sería el precio de su independencia porque a estas alturas compartir por compartir no. A no ser que un amigo necesite un favor. En ese caso no hay fallo.

 Mientras, él se lo guisa y él se lo come. Nunca mejor dicho. Cuando se independizó hace diez años aprendió a cocinar. «Y nada de pizza, yo sigo las recetas de mi madre. Hago la compra y cocino. No son los mejores platos del mundo, pero a mí me alimentan». En esta casa «todo lo hago yo». Bueno, todo, todo.... «Cada cierto tiempo limpio, y lo que peor llevo es la plancha. Si junto mucha se la llevo a mi madre o a mi abuela». Que por cierto, acaba de cumplir 100 años. Tendrá morro.

«Puedo darme una ducha con la puerta abierta»

MARCOS MÍGUEZ

Nani es otra. En ningún momento se imaginó que el disgusto que se llevó cuando se separó hace ocho años le llevaría al paraíso. «He descubierto otra vida diferente de la de antes?, cuenta con alegría. Porque no solo es diferente, sino que es mejor. «Al principio lo llevé muy mal, pasé el típico año al que le llaman de luto, pero luego te empiezas a acostumbrar y ahora ya no cambiaría esto», dice esta coruñesa con un salón casi de revista. «Es que haces lo que te apetece, no das explicaciones a nadie y te das cuenta de que estás muy bien así», explica. Pero Nani no está sola del todo. Tiene a su hija de nueve años, con la que está encantada de la vida.  «Somos las dos chicas de la casa», apunta. De momento no se imagina compartiendo piso con ningún adulto, y no tiene pinta de que vaya a pasar por el aro.

«No dependo de nadie»

«Para mí esto es perfecto. Ahora vivo con la tranquilidad de tomar mis propias decisiones. No dependo de nadie, y no tengo que preguntar para hacer lo que me apetece», afirma Nani, que solo ve ventajas a su nueva forma de vida: «Tengo el sofá para mí, y dormir sola es fantástico. Me ducho con la puerta abierta, sin estar atenta a que entre nadie más», indica. El silencio es otro de sus grandes aliados. Esta mujer reconvertida asegura que en un principio su vida en solitario vino dada por las circunstancias. Está claro que hoy por hoy no es así. «Esto es una elección mía, vivo sola por decisión propia. He tenido alguna oportunidad de dejar de hacerlo, pero no he querido. No quiero decir que me vaya a cerrar en banda, pero por el momento quiero seguir así», sentencia.

La única pega que le ve Nani a su tranquilo remanso de paz es que, al estar sola, tiene menos seguridad económica. Pero eso no le impide ir probando cosas nuevas en casa. «Los muebles me los traje, siempre me gustó mucho la decoración. Así que aunque no he comprado muebles nuevos sí que voy cambiando cositas y moviéndolas de sitio». ¿Que si le agobia vivir con lo mismo que en su anterior piso? «Me la refanfinfla. Ya no me trae ningún recuerdo». Qué gusto.