
Queridos Reyes Magos, este año hemos sido muy muy buenos. Por eso os lo vamos a poner algo difícil. No os pediremos cosas (pero traedlas también...). Nos gustaría tener una hermanita, un dinosaurio que no coma niños, otra niña como yo, un balón de oro y felicidad para toooodo el mundo. YES pregunta a los niños qué pedirían si no fuese un juguete. Estas son sus respuestas
02 ene 2016 . Actualizado a las 10:14 h.No hay nada como escuchar los deseos más grandes de un niño pequeño. O quizá sí. Verlos escritos. Es como si cogiesen forma, cuerpo, se hiciesen en el trazo de las letras un poco de verdad. Es algo que se ve claro con la palabra BALÓN. Que si es de oro nos sale más redondo aún. Así que vamos a escribir una carta iluminada, o luminosa, que se encienda como el cuerno de colores del unicornio Starlity, o el viejo Gusiluz, volviendo al futuro de los ochenta, o la carroza ya carroza de la Barbie o los cuatro colores del Simon. Como esa noche en la que la mayoría de los adultos sueñan con irse a dormir y los niños no se duermen de soñar.
Guardamos los juguetes. Abrimos el armario de la Nancy, o mejor... el fuerte de los Clicks, para meter todos los objetos junto al fantasma de las Navidades pasadas, y sacamos papel y lápiz para escribir la otra carta. La carta de los deseos que no se hacen en una fábrica de juguetes.
Queridos Reyes, esta carta la empieza David (4 años), que os pide:
- una estrella
- un planeta
- un dinosaurio que no coma niños y...
- un niño perro como el de Arlo.
Ahí es nada. Cuatro cosas extraordinarias, porque sabe que sois tres, pero se entiende que la estrella viaja, como siempre, con vosotros, guiando el camino desde el portal del Belén a todos los del mundo donde seréis capaces de llegar en la gran noche. Considerad que David pide con criterio, que se conoce todos los planetas y su preferido es el rojo, «el de los anillos, el que está más cerca del Sol». No hay pérdida. ¡Ánimo! No tendréis el problema que os supone el centro de mando de la Patrulla Canina: agotado. ¿Que queda mu lejos...? ¿Qué son unos cientos de millones de kilómetros vista la distancia que sortea Arlo en su viaje con huella? Preguntad si no a David, que aclara que el dinosaurio que os pide como mascota debe ser, preferentemente, vegano: es que en la película que inspira su otra carta «hay unos dinosaurios voladores que quieren comerse al niño Spot». ¡Y eso no!, si aún fuese a sus padres...

«A felicidade». Qué bien suena en casi todas las lenguas. Hapiness, felicidad, felicità, bonheur, FÚ... merry merry bien. Esa maravilla que contiene todas las demás es lo que pide en su otra carta Brais (7 años), que sale en esta foto como repartiendo eso mismo que pide. «E pido tamén a paz para o mundo», dice rodeado de compañeros en el festival del cole quien ha pedido, de cosas tangibles, un puzle en 3D de Nueva York y el juego Ni Sí Ni No de preguntas y respuestas.
Martín (7 años) no duda. La paz mundial, sí, claro, esa la pedimos todos. Y entre todos quizá la consigamos. Pero también... «que el Barça gane la Champions. Y todas las Ligas en adelante», pide él. «¡Y otro balón de oro para Messi! Bueno... y si traen deseos... que el balón de oro sea para mí», remata en corto y golazo para esta carta.
Si os pueden la emoción y la épica deportiva de un momento, recordad que, como dice el poeta, es largo el camino y que en casa de Carlota (6 años) debéis dejar un regalo enorme, único, irremplazable, TOTAL: «Otra Carlota». Sí. Una doble es lo que os pide esta hermana mayor que desde hace un par de años comparte su trono en casa con la pequeña Alejandra.

¿Cómo que otra Carlota?, será muuuy difícil conseguir alguien tan tú, ¿o no? «Bueno, pues un robot que sea como yo y que me ayude con todas las cosas que me pide mamá». Nos lo imaginamos, sí. «Vístete, recoge, lávate las manos, péinate... Carlota. Carlota. Carlota». Pongamos otro nombre, Sofía, y también funciona. Ser hermana mayor debe ser un duro trabajo para el que pocos están capacitados.
«¿Pero ese robot que pides también lo vas a compartir conmigo?», pregunta la madre de Carlota, Mónica. «Bueno... sí. Puede hacer las cosas de toda la casa». ¿Y mientas tú qué harías... ya que el robot Carlota se ocupará de todo? «Pues sentarme en el sofá. Y ver una película con papá y mamá». De cine.
Hermanos y guitarras
Revisemos un capítulo. Pese a compartir juguetes, pese a aprender a esperar, pese a trae o deja ese pañal y soportar el llanto balonazo del recién llegado, hay hermanos mayores que no se arrepienten de su suerte: «A los Reyes les pediría una hermana como Eva... Y también a mi abuela», dice Sofía, con los 6 recién cumplidos, mirando a las estrellas que brillan por los que ya no están. Y el corazón se hace un puño, y ella dice como rompiendo una canción: «Y también pediría una estrella, como David y un dinosaurio que no coma niños... ¡ni adultos!». Vaya, pues se agradece, sí, puestos a recibir un Apatosaurus en casa que no se coma a nadie. No la vayamos a tener, como pasó con la niña que se llevó a casa un león... y no volvió a ver a mamá. A ver por qué. Quizá uno de vosotros, magos, lo pueda explicar.
A Nicolás (3 años), veréis, majestades, ha sido difícil sacarlo de las trece de su carta original: «Pido una guitarra y una caja de herramientas». ¿Y que no sean juguetes? «Una guitarra y una caja de herramientas». ¿Y si no...? «Una guitarra y una caja de herramientas». Aaaah, ya, pero qué mal leemos a veces la rara especie adulta, a quién se le ocurriría pedir una guitarra de pega pudiendo hacerse con una de verdad.
Lo que de verdad importa cambia con los años menos que el señor Potato y, desde luego, mucho pero que mucho menos que los Pinypon, que ya no son tan pequeñitos ni se pinen y ponen tan fácilmente como hace unos años. Pero no vamos a lamentarnos, sino a preguntar. ¿Qué más os piden los niños que no sea de cosa de jugar?
«¡Un mercadillo de cosas!». «Paz», «amor», «amigos», «alegría». ¡Síii! La emoción estrella de Inside Out.
Eso nos confían a YES los niños del colegio ourensano Amadeo Rodríguez Barroso.

¿Qué pedirían los niños de 5 de este cole a los Reyes de verdad?
-«Que mis padres no se mueran»
-«Que mi madre no se muera nunca»
- «Que a mis padres no les pase nada».
¿Qué, nos morimos de amor o seguimos vivos por la carta? Ojo, reyes grandes, que en esta otra misiva mágica también tiene un aquel la realidad: «Os pido paz porque mis papás discuten muchas veces». ¡¡Muchas!!
Paz. Paz. Paz. Qué tiene esta palabra tan sencilla que se quiere tanto y complica de más. ¿Intereses espurios aliados en su contra? Con según qué adjetivos no riman ninguna de las cosas que piden Elba, Miguel, Daniela, Belinda o Elena. «Tengo un hermano que me dice cosas feas -explica Elba- y mis papás nos riñen». Por eso, comprendemos, pide paz. Su compañero Miguel aprovecha esta carta para pensar en esos otros que podemos ser nosotros: «Pido que todos tengan de comer».
La aplicada Elena, por su parte, no se hace la remolona para confiaros su deseo: «Ganas de trabajar». Venga. Manos a la obra, magos, para conseguir eso y ahora nos dice Belinda qué más: «Que todo el mundo esté sonriente». Cheeeeeeese. Así será fácil echar en el zapato de Daniela «nuevos amigos». «Yo tengo unos pocos -cuenta-, pero quiero más para jugar... porque no tengo hermanos».
Roi lo tiene claro: «Que no se muera mi abuelo». El abuelo Paco. Apuntad. Es un abuelo especial. Trabaja mucho... y es como su nieto ¡del Real Madrid!
Llega el momento de poner punto final a esta otra carta. Cerramos los ojos en el deseo de Pablo (8 años):
-«Que toda la gente sea feliz, que no haya problemas y que mi madre me abrace todas las mañanas».
-... Se hace oír un deseo más:
-«Que mis padres me quieran siempre».
Va a ser que sí.