
¿SABES LO QUE COMPRAS? El jamón, sin fosfatos; los huevos, de gallinas con salida libre, y el aceite, de procedimientos mecánicos. Una tontería para algunos; la biblia del buen comer para otros.
02 ene 2016 . Actualizado a las 10:15 h.Tengo una amiga que odia hacer la compra porque, a ojos de su marido, siempre mete la pata. En el súper, ella es de las que recorre pasillos como una bala, intentando resolver el trance lo antes posible. Él, en cambio, se tira media hora analizando y comparando etiquetas, metiendo en la lista negra todo aquel alimento que acumule más de cuatro E's y rechazando sulfitos, hormonas, elementos químicos y pesticidas. Es una de esas personas obsesionadas con la comida orgánica, aunque luego fume o se meta cuatro cervezas seguidas en una noche.
Según la OCU, el 96% de los consumidores solo miran en la etiqueta la fecha de caducidad, pero a mi amiga le ha tocado en suerte casarse con un talibán de la comida sana. La pregunta es ¿de verdad compensa pagar el incremento de precio que conllevan este tipo de productos? El beneficio que aportan es verdadero, pero eso es tan cierto como que «todos los aditivos presentes en el mercado están perfectamente regulados. Lo único que hay que evitar es consumirlos en exceso». Es lo que dice el médico hematólogo y experto en nutrición Manuel Viso, con quien hemos hecho un repaso de los datos que buscan los puristas en las etiquetas para que el producto en cuestión obtenga el visto bueno y caiga en el carrito. Vaya por delante una conclusión: hay que hacer la compra sin obsesionarse a lo Gwyneth Paltrow. Nuestra alimentación debe ser nutritiva y variada. Es decir, no es tanto la etiqueta bio como el no abusar de las grasas saturadas.
Si el pollo se mueve, es más saludable
En la vida de mi amiga han entrado hace tiempo el tofu, la quinoa y la espelta. En realidad es duro, porque ella era más de Pan Bimbo con Nocilla. Pero, por el bien de la armonía familiar, hace un esfuerzo y, escoge siempre los huevos de gallinas criadas al aire libre con acceso a un parque durante todo el día y alimentadas con cereales. Afirma su marido que el pollo que anda suelto en el corral supone que la carne tiene más proteína. Se lo preguntamos al doctor Viso y es cierto. «Si el pollo está en el corral moviéndose, es mucho más sano que el que está quietecito en la granja. Lo malo es que no sabes qué tipo de cereales les dan». ¿Usted compra este tipo de pollo? «No», contesta el médico. «La dieta es un conjunto. Si no comes pollo todos los días, no pasa nada. Si lo tomas dos veces a la semana, no hace falta preocuparse por eso. Con una dieta variada, no se acumulan E?s ni aditivos». Lo mismo ocurre con los huevos. Que solo valgan si son de gallinas con salida al exterior es «un exceso» para este especialista del hospital San Rafael, en A Coruña. «Lo único que debes tener en cuenta es no tomar más de cuatro o cinco huevos a la semana».
Pasemos a otro mantra de los académicos del etiquetado. El aceite debe ser de oliva virgen extra y obtenido directamente de aceitunas y solo mediante procedimientos mecánicos. Esto, según el doctor, sí hay que tenerlo en cuenta siempre. «Es el único tipo de aceite que te garantiza los ácidos omega 3. El resto tiene un índice mayor de grasas saturadas. Yo se lo recalco a mis pacientes».
En cuanto al jamón cocido, que si solo vale aquel que no lleve fosfatos ni colorantes, Viso dice no. El problema no es la carne en sí, sino cómo está procesada. Si tu exposición es moderada, no hay riesgo. La polémica premisa de la OMS fue que no se debe de comer carne envasada más de dos veces por semana.
En resumen, es más importante no abusar de las grasas trans que preocuparse del lugar donde comen los pollos. Más fruta y verdura y menos obsesión.