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Las gordibuenas ya tienen manual

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ADIÓS AL 90-60-90. Vivimos un cambio de peso. La gran belleza sube kilos en la báscula de las pasarelas y ha llegado a la portada del «Sports Illustrated». Arriba las curvas de la felicidad

20 feb 2016 . Actualizado a las 05:05 h.

Vivimos una revolución de peso. Desde que Lena Dunham se lo montó de cine con sus kilos en la serie Girls, o quizá antes, las tallas grandes no han dejado de salir como reinas del armario. Las coloquiales gordibuenas han saltado a las pasarelas y llegado con la top Ashley Graham a la portada del Sports Illustrated. Pero esta tendencia plus size tiene chicha. El cuerpo perfecto para la ciencia no es el que viste la moda, apuntan científicos de la Universidad de Texas. Según sus conclusiones, la modelo y actriz Kelly Brook (34 años, 1,68 de altura, 99-63-91), con un cuerpo voluptuoso y del que algunos dirían más, representa la perfección. 

Revisemos el ideal perjudicial. Si hay que echarle webs, ahí está WeLoversize, portal de gordibuenas que hoy da el salto al manual. 

Tienen cara (y bonita, «normalmente esto va acompañado de esa ranciedad de: «Con lo guapa que eres? de cara. Pffffff»). Un cuerpo proporcionado («Las lorzas bien puestas»). Ganas de sacarse partido («Toda gordibuena sabe cuáles son esas prendas que le hacen parecer una amazona»). También el guapo subido y mucho sentido del humor («casi todas las mujeres, por el simple hecho de cómo nos han educado, tenemos complejos, pero es fundamental saber llevarlos con gracia. Una gordibuena tiene que saber reírse del tamaño de su culo»). Así se define una gordibuena de manual, «que no tiene miedo de la palabra gorda», dicen Elena y Rebeca, autoras del Gordifuckingbuena, cuyo lema es «Disfruta de lo que tienes mientras trabajas por lo que quieres».

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FEÍSMO PLUS SIZE

La talla no te define. Es una de las máximas que se han aprendido, con esfuerzo, Rebeca y Elena. Porque a las personas con kilos de más les cuesta encontrar talla más de lo soportable. «Puedes decir gordas, ¡eh!», suelta Rebeca, que aclara: «Gorda es un adjetivo calificativo, describe una realidad. No es un insulto, a veces es peor el gordita». Cierto que todo aquello que rompe las costuras de lo correcto encuentra su consuelo diminutivo... Rebeca, Elena y muchas otras gordibuenas evitan la sacarina del eufemismo: «Queremos desarmar a los que usan la palabra gorda como si fuese ofensiva».

Lo ofensivo es «el feísmo plus size», o no encontrar «lencería moni» o tener que recurrir a los «sujes de abuela» cuando una quiere ser y vestirse feliz cual perdiz más allá de la 36. ¿Por qué la ropa para gordas es fea de cojones? (mucho más que serlo de cara, desde luego), se preguntan en este manual, evocando los estampados animal print «que parecen sacados de los años en los que Versace era un señor, y no esa señora con morritos de chocolate que dice ser su hermana Donatella».  ¿Admites delgada como sinónimo de bella/atractiva/sexy/etc?, ¿usarías la expresión guapa de cara sin vacilar? Ojo, que la belleza no es lo que te habían contado, leemos. «A las mujeres se nos sigue machacando con la imagen -afirman las autoras de Gordifuckingbuena-. ¡Solo hay que ver la publicidad! A estas alturas, parece que solo las mujeres tienen que depilarse, consumir productos que les ayuden a mantener la línea... A nosotras la imagen nos marca mucho más». 

Picasa

Así que entre un gordo y una gorda aún hay diferencias de peso. ¿A ellos se les tolera más? Vayamos a una película en cartel, Requisitos para ser una persona normal. «Está muy bien -opina Elena-, ¡pero no es ella la que está gorda, sino él! Y un gordo despierta ternura. Sería impensable al revés». En la película de Leticia Dolera, chica delgada y diferente se enamora de chico gordo e ídem. «A mí ella me encanta, es preciosa, pero ¡delgada!, fíjate en que él no tiene que cambiar -advierte Elena-. A ellos se les acaba aceptando como son. En cambio, en ellas parece que tiene que obrarse el cambio de patito feo a cisne». Las gordibuenas no tienen problemas con la delgadez, sino con la sugestión publicitaria, los tópicos que se alimentan de estigmas hasta reventar, las medias verdades y las «falsas gordas»: «Señores que hacen series [leemos en el manual]: tener tetas no es estar gorda. Ni tan siquiera rellenita. [...] Ugly Betty es un ejemplo de falsas gordas de la tele. Actrices de talla 38-40 que se meten en el papel de gorditas, rechazadas por los hombres y acomplejadas». ¿Es tan así? «Todo el mundo tiene su público» y «Pon un empotrador en tu vida» pueden ilustrarte sobre la relación entre sexo y volumen, que no siempre es igual. Verás.

LAS GORDAS DE LA TELE

La tele y las gordas nunca se han llevado bien, observa Elena. «¡Ni hablar de papel protagonista, la gordi será la mejor amiga, la segundona, la consejera». Pero ¡sí!, hay series fuera de serie que se han decidido a cambiar la dura-monótona-escuálida realidad: «La primera temporada de Girls -subraya Elena, volviendo a la Dunham- fue una revolución a nivel internacional y en mi casa. ¿Quién es Lena Dunham, pensé, y por qué ha hecho una serie con mi vida?». Apuntad si es que aún estáis llegando, como yo: Orange is the New Black «es la serie de las mujeres reales (que somos todas) por excelencia». My Mad Fat Diary es «para gordibuenas de toda la vida» y nostálgicas de los 90 que quieran recuperar aquellos ¿maravillosos? años a golpe de hit

Todo hasta el amor engorda, dicen, pero a ver quién es el flaco que renuncia a kilos de felicidad.