Carlos Sobera: «A mí me conquistas muy fácilmente»

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CEDIDA

Profesor antes que presentador, se viene arriba cantando «Me gusta Galicia, me gustas tú». De Norte a Sur y de Este a Oeste, admite estar enamorado de ella y el marisquiño y las vieiras no se las quita nadie. Dispuesto a sorprender todos los días, a este vizcaíno todavía le queda mucho por hacer. Todo llega y, si no, él está preparado para provocarlo

10 sep 2016 . Actualizado a las 09:46 h.

Tozudo y persistente en el amor, si tiene que insistir, insiste. El que resiste gana, ¿no? Carlos Sobera sigue llevando a sus espaldas el buen humor, la empatía, la solidaridad y una espontaneidad que le define tanto. Y tan bien. El celestino del programa First Dates asegura haber ejercido ese papel en la vida real con sus amigos. «De algo me habrá servido», apunta. Anclado en el mundo de los concursos, quiere seguir sorprendiendo a todo el mundo y ver cómo esas oportunidades inmensas le sirven para llenarse de valor y confianza en todo lo que le queda por delante. «Voy a experimentarlo, si me dejan, claro». Libros, películas, teatro... y una enorme carga televisiva que ha llevado a Carlos a ser alguien inolvidable en nuestras vidas. Su levantamiento de ceja y su famoso Animales quedarán grabados en el corazón de toda la audiencia. Un millón de audiencia que algún día quiso ser millonaria, ¿quién no?

- Ejerces de Cupido en el programa «First Dates». Supongo que los años te habrán hecho aprender... ¿Cumpliste alguna vez este papel de celestina en la vida real?

-Por supuesto. Todos hemos ejercido este papel con los amigos en alguna ocasión. Y yo no me libré. A mí también me tocó dar consejos en su día sobre qué hacer, con quién salir... Por ahí hemos pasado todos. Es lección de vida así que de algo me habrá servido [risas].

-Si tuvieras una cita conmigo, ¿cómo te conquistaría?

-Yo creo que... muy fácilmente. Con grandes dosis, bueno con grandes no, que así parezco muy exigente [risas]. Con dosis de inteligencia, buena conversación, empatía, solidaridad y buen humor.

-Te dejan plantado en la primera cita. A) vuelves a insistir B) llamas a su amiga C) te pones a ver el fútbol. La respuesta correcta es...

-Yo soy muy tozudo así que volvería a insistir. A la amiga no la puedo llamar porque ya elegí a la primera y el fútbol no es comparable a una chica. ¡Y eso que soy del Athletic Club de Bilbao! pero no es comparable [risas].

-El que la sigue la consigue, ¿no?

-¡Ja, ja, ja, ja...! Claro, el que resiste gana.

-Nos ha llegado un rumor de que te compraste un teatro. ¿Tanto amor le tienes a la interpretación?

-Amor a la interpretación, a la producción, a llevar proyectos adelante, a trabajar con compañeros... Son muchas cosas. No lo he comprado exclusivamente para mí porque eso sería el principio de mi ruina. Lo he comprado para estar con otros compañeros, hacer funciones... Pero sí, amo mucho el teatro. No por encima de todas las cosas, pero lo amo.

-Tu vena artística te llevó a un hormiguero televisivo enorme. ¿Con qué más nos puedes sorprender?

-Yo estoy dispuesto a sorprender todos los días. De hecho una de las razones para hacer First Dates, cuando me ofrecieron el formato, aparte de que me gustó mucho y me pareció un formato que tenía futuro, era una oportunidad inmensa para sorprender a la gente y en la profesión. Cambiar un poco el pie a todo el mundo, que siempre me tenían muy identificado con los concursos. Yo siempre procuro sorprender, reinventarme a mí mismo.

-Seguro que en el concurso «Quién quiere ser millonario» alguna vez quisiste responder y decir «¡Me lo llevo!», ¿no?

-Alguna vez quise decir «¡Me lo llevo!» (con el tono de la publicidad de El Corte Inglés). He de reconocer que cuando llegamos a las preguntas más complicadas, a partir del nivel 10, pocas veces tuve esa tentación, porque pocas veces me las sabía [risas]. Algunas incluso me parecían imposibles.

-Como presentador te habrá tocado preguntar de todo. ¿Cuál es la pregunta más tonta que has hecho?

-Yo creo que fue la de Rocco Siffredi. Era así como: ‘¿Cuál ha sido el principal problema que ha tenido en el rodaje de sus 15.000 películas?’. Y las cuatro opciones eran a cada cual más surrealista. La correcta era que una avispa le picó en el pene y mi reacción fue responder diciendo: ‘¡Pero muy grande debe ser!’. Ya tuvo que tener mala suerte para que le ocurriera eso en pleno rodaje [risas].

-Has escrito un libro, presentado programas, series, películas, teatro... ¿Qué le queda a Carlos por hacer?

-¡Oh! Muchas cosas. Me queda por presentar un late time, tengo que hacer un informativo de sobremesa, un reality puro y duro... ¡mogollón de cosas! En ese sentido, todavía tengo un mundo por delante y voy a tratar de experimentarlo, si me dejan, claro.

-Además fuiste profesor en la universidad y diste un cambio rotundo siendo un presentador tan carismático... Ahora nadie te olvida.

-No me fue mal como profe eh, ¡Ja, ja, ja! Siempre lo recuerdo con cariño. Entré de profesor muy jovencito, con 27 años hasta los 37. Me sentía, por edad, muy cercano a los alumnos. Había alguno que hasta tenía más canas que yo [risas]. Era muy de compartir las clases y aquello hacía que fluyera la buena relación. Además, a mí me enseñó a encarar muy bien al público, a relacionarme con él y a no tenerle miedo.

-¿Y no has vuelto a coincidir con algún alumno?

-¡Sí! Siempre me encuentro con alguno en la televisión, en alguna productora o en alguna agencia de publicidad. El pasado siempre vuelve, pero afortunadamente no quieren asesinarme [risas], sino que están contentos de volver a verme.

-Hay señas de identidad tuyas que quedarán en el recuerdo, como tu manera de levantar la ceja, ¿te gusta que la gente te recuerde por eso?

-¡Sin duda! Al final se trata de comunicar y comunicar es entablar, empatizar, llegar al corazón... Cuando haces cosas que a la gente le encanta y se quedan con ellas, eso quiere decir que lo has hecho bien. Que la gente te ha aceptado y ha entrado en tu código. Te sientes satisfecho, realizado, contento y coges más confianza para seguir en la brecha.

-¿Te queda alguna espinita clavada con alguna faceta en la que no te veamos tan habitualmente?

-Probablemente la espinita me queda en el campo de la televisión con la interpretación. Esa espina la tengo quitada en el teatro, ya que he estado los dos últimos años haciendo El Ministro. Ahora tengo otra aventura Cinco y acción con Javier Veiga, un gallego como tú y con su chica, Marta Hazas. Pero bueno... ya me la quitaré algún día.

-Todo llega.

-Y si no llega, ya lo provocaremos. ¡Jajaja!

-En qué tipo de programas no te veremos nunca?

-No soy amigo de los programas de Corazón. Cuando la información es truculenta no me siento para nada a gusto. No es que mi eslogan sea el buenrollismo, pero sí tengo claro que no me gusta el mal rollo ni incentivar el enfrentamiento.

-Los del Norte no lo perdemos... ¿Te gusta Galicia?

-Yo por ahí he estado prácticamente por todas partes y, además, me ha tocado hacer teatro en A Coruña, Santiago, Vigo...

-Venga, mójate, ¿cuál es la zona que más te gusta?

-¡Aah! Ahí no me vas a pillar. De Norte a Sur y de Este a Oeste. Me gusta Galicia, me gustas tú. Me gusta todo. Su gente, tan abierta y muy maja y sobre todo la comida, me vuelve loco. Ahora cuando vuelva con mi mujer ya le dije que nos comemos unas vieiras y un marisquiño. Y además, la semana antes de grabar con Javier Veiga, ya te digo yo que estaremos ensayando y comiendo.

-Estás de vacaciones así que estarás atrapando un millón de rayos de sol...

-Efectivamente, ¡me he puesto negro! Ya lo estaba por dentro y ahora me he puesto por fuera. A ver lo que dura, porque seguro que en 15 días grabando se me pasa. No hay mal que dure 100 años [risas].