Yo trabajo cantando

Tania Taboada / Ángela Barros

YES

Carlos Castro

ESTE CURRO TIENE UN HIT Y podría ser ese inolvidable de Salomé que se llevó Eurovisión en el 69. Ellos ponen a prueba día a día el dicho de que «Quien canta sus males espanta». A ritmo de Chayanne, Malú o Mónica Naranjo el ritmo de trabajo se lleva mejor.

15 sep 2016 . Actualizado a las 17:21 h.

«A xente que me ve desde a cristaleira flipa»

Carlos Castro

A ritmo de Chayanne, Enrique Iglesias, Morat, Malú o Juan Magán, Manolita Sánchez enhebra las agujas, realiza sus bordados o plancha varias prendas de ropa. Esta lucense, de 51 años, llega a las diez de la mañana a su puesto de trabajo y lo primero que hace es encender la radio. Y no sintoniza precisamente emisoras informativas, sino que se decanta por las musicales. Todo para seguir el ritmo de las canciones y poder tararearlas. Regula el volumen y... ¡Buenos días, mundo! Manolita comienza la jornada. Eso sí, cantando, o mejor dicho, tarareando. Esto hasta las dos del mediodía, que es cuando el negocio cierra para irse a comer. «Traballar cantando é un privilexio. A música anima moito, sobre todo cando estás baixa de moral. A miña profesión permíteme cantar en alto porque non molesto a ninguén», explica esta lucense, que opina que cantando se lleva mejor la jornada laboral. A las cuatro y media, vuelta al trabajo. O a la radio. Y, hasta las ocho y media, a trabajar cantando.

 POP, BACHATA O REGUETÓN

Como desconoce la letra de la mayor parte de las canciones, las tararea con la ayuda de la emisora. «Gústanme as cancións modernas e sobre todo as vinculadas con pop, bachata ou reguetón. Como non sei toda a letra, só unha parte do estribillo, boto man da radio para poder tararear, seguir o ritmo e poñerme na onda», dice Manolita Suárez.

Hace tres años que esta lucense se hizo autónoma y montó un taller de arreglo de ropa, confección y centro de planchado en la calle Fontiñas, en Lugo. Entrar en el local o verla a través del escaparate es todo un poema. «A xente que me ve desde a cristaleira flipa, pensa que falo soa. Moitos xa me coñecen e saben que estou cantando mentres traballo, pero os que entran por primeira vez rinse», dice Manolita, quien siempre está de buen humor pese a tener una gran carga de trabajo diario. Quizás sea el hecho de empezar y acabar el día cantando.

«Gústame pintar cantando temas de Malú»

CARLOS CASTRO

Dicen que la música alegra el alma y cura el dolor. Si esto se cumple, Luis Pérez tiene que estar como un auténtico roble. Este chapista y pintor de coches, y desde hace 17 años también pintor de interiores y exteriores de viviendas, tira del cante para que su jornada laboral resulte más amena. Da igual que sea verano o invierno; lunes o viernes, mañana o tarde... él siempre hace su trabajo con total alegría y a ritmo de canciones muy diversas. «Motívame pintar cantando temas de Malú», confiesa.

 Luis es el propietario de una empresa especialista en toda clase de aplicación de pinturas. Su oficina está en la capital, pero presta servicios para toda la provincia. Es habitual caminar por una calle lucense y escuchar a metros de distancia su canto o sus silbidos. «A maioría das veces, canto ou asubío mentras pinto. Fágoo a ritmo da canción que nese intre escoite. Depende do tipo de canción e de se me gusta ou non» explica Luis, quien reconoce que al dar una capa de pintura cantando canciones de Juan Pardo o Mónica Naranjo todo sale mejor.

 LIBERTAD EN EL TONO

Este lucense tiene 44 años pero se siente como un chico de 20. Serán sus cantos y la música los que le hacen revivir su época más joven y afrontar todos los días con una gran sonrisa en la cara. «Cuando estoy pintando un garaje o una puerta que da a la calle suelo cantar más bajo para no molestar pero, cuando estoy en un interior, me dejo llevar por la música y me tomo libertad en el tono», asegura este pintor que también está a disposición del cliente para asesorarle sobre los proyectos que tenga en mente. Por joven que se sienta, Luis cuenta ya con varios años de experiencia y se ha caracterizado por ofrecer buenos acabados en todos los trabajos. Será el hecho de cantar mientras trabaja... Por algo, cuando algo sale bien, suele decirse eso de que está «de nota».

«Cuando no me oyen lo paso mejor»

MONICA IRAGO

¿Quién no ha cantado alguna vez debajo de la ducha? Tararear o cantar hace llevadero el trabajar. Eso sí. Cuando nadie nos ve. Esta es la clave. Escondernos para sacar nuestro arte. Es el caso de Suso, el taxista de la foto, que trabaja al volante desde hace muchos años. «Antes de ser taxista, trabajé en una autoescuela, pero iba acompañado por los alumnos y eso no me permitía desarrollar mis cualidades», comenta Suso riéndose. Cantando y cantando las penas se van aliviando, pero él, en sus momentos de reflexión, prefiere escuchar. «Pongo la radio y ¡qué casualidad que siempre tocan canciones melancólicas!», indica. Aún así, dice que «escuchando uno siempre se evade del trabajo. La música relaja y nos permite olvidarnos de lo demás». Para él, el taxi es como su karaoke. Eso sí «con las manos al volante, si no sería un peligro». Las horas de trabajo siempre agotan a cualquiera, aunque Suso es feliz con su radio. «Siempre escucho Radio Kyoto, y me vengo arriba». Suso lleva nueve años con el volante en sus manos y los pedales a sus pies. El taxi forma parte de su vida y el asiento es ya su trono. Pero claro, las horas se acumulan y hay que salir de la rutina. ¿Y los clientes? «Cuando nadie me ve es cuando mejor me lo paso». Los clientes no conocen las cualidades de Suso, pero algún día lo acabarán pillando en plena faena. «La música nos pone alegres, nos emociona, nos hace bailar...». No importa que no tengamos una voz como la de Raphael o Julio Iglesias. Podemos sentir esa emoción y esa alegría igual o más que ellos. «Pero claro... una cosa es cómo uno se escucha y otra es la realidad», bromea. Cantando se alegran los corazones... ya lo decía la canción. Y Suso se lo ha tomado al pie de la letra.