
La escritora vuelve a colocarse en el ojo del huracán al defender en su último libro las nuevas formas de relación sexual y amorosa. Las parejas abiertas, las triejas o los círculos de polifidelidad salen a la superficie para contar una experiencia que nada tiene que ver con la pareja tradicional. Sin pelos en la lengua, la autora nos invita a conocer el poliamor y nos advierte de los peligros del polifake y el polimacho. No todo es color de rosa.
05 nov 2016 . Actualizado a las 05:15 h.Una relación de poliamor (amar a varias personas) es una relación de no monogamia consensuada. Es decir, todos los integrantes saben perfectamente dónde están. Nunca se miente». Así explica la escritora Lucía Etxebarria este nuevo concepto amoroso que centra, junto a otras muchas formas de relación sexual y amorosa en el siglo XXI, su último libro Más peligroso es no amar (Aguilar).
-¿Qué diferencia hay entre el poliamor y el triángulo amoroso de toda la vida?
-Una relación de poliamor se puede dar entre más de tres personas, no hay un límite. De hecho, hay círculos de muchas personas. También existe un compromiso de lealtad, de tratar a cada uno de los amores con respeto, no como objetos sino como seres humanos con necesidades a los que hay que cuidar y respetar.
-¿Entre qué perfiles sociales es más frecuente que se den este tipo de relaciones no convencionales?
-En mi libro hay entrevistas con gente de perfiles muy diferentes, desde los veinte años hasta los sesenta, de extractos sociales también muy diferentes. Lo que sí es cierto es que suele ser gente culta, que ha leído mucho.
-La sociedad parece que acepta mejor la infidelidad que los tríos...
-Porque la infidelidad no cuestiona el modelo de pareja socialmente aceptado, en todo caso lo sostiene. Muchas parejas no se mantendrían si no fuera porque uno de los dos o los dos tiene su «válvula de escape». Pero el poliamor presenta una estructura alternativa al modelo social de pareja, y eso amenaza al orden social más conservador.
-¿El poliamor evita los celos o los incrementa?
-Los celos son signo de inseguridad, de una frágil autoestima y de dependencia emocional. Puede haber amor sin que existan celos, y puede haber celos en situaciones y relaciones en las que, a partir del trato que se le da a la otra persona, se puede inferir que no hay el más mínimo amor. Generalmente los celosos son personas dependientes que necesitan una relación blindada que les garantice la seguridad absoluta de que la otra persona no se va a marchar. Pero los seres humanos nacemos libres y podemos elegir marcharnos de un sitio en cualquier momento. Si nos quedamos en un sitio o con una persona es porque estamos a gusto. Para colmo, los celosos consiguen el efecto contrario, es decir, la profecía autocumplida: con su comportamiento de presión y control, la otra persona llega a sentirse agobiada y empieza a pensar en marcharse. Los celos destrozan una relación, no la construyen. Los celos son inseguridad. El amor es confianza. La inseguridad no es confianza. Por lo tanto, los celos no son amor. Evidentemente una persona celosa e insegura no debe entrar nunca en una relación de este tipo.
-¿En este tipo de relación también se da el comportamiento machista y la violencia de género?
-No se debería. Existen los llamados polifakes. Los polifake son las personas que se acercan al poliamor porque el poliamor le sirve como coartada, como cobertura filosófica, política, ética y guay para que pueda ir a su bola y sembrando cadáveres a su paso, practicando la no monogamia. En realidad no practican el poliamor dado que no respeta los conceptos de honestidad y lealtad. Un polifake es aquel o aquella que miente sobre las demás relaciones que mantiene. Quien no usa sexo seguro. Quien no acepta un abandono y se vuelve acosador o acosadora. Quien manipula y pone en peligro las demás relaciones de sus parejas. Quien inicia una relación con una persona que está en pareja abierta con la sola intención de acabar con esa pareja. Quien ofrece sexo pero nunca cuidado. En cuanto al machismo, un polimacho es el típico tío que se mete en los círculos poliamorosos sin contárselo a su novia monógama a menos que quiera hacer un trío con otra tía. Se caracteriza por no permitir que haya hombres en los juegos sexuales, recordar a las mujeres que debemos liberarnos sexualmente y practicar sexo siempre con mujeres más jóvenes o socialmente inferiores. Un polimacho es siempre un polifake.
-¿Qué bulle bajo la cobertura de un matrimonio monógamo? ¿Es una figura a extinguir?
-Siete de cada diez matrimonios en España no llega a los diez años de duración. Y vivimos en un país en el que, según los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del 2008, el veinte por ciento de los españoles, hombres y mujeres, han tenido alguna relación sexual extra-matrimonial.
-¿Sufren mucha represión los no monógamos? ¿Cuántos son en porcentaje?
-Se calcula que entre un siete y un diez por ciento. La ley establece que si yo me caso, mi pareja hereda la legítima, una tercera parte de mis bienes, sí o sí. Pero si fuéramos tres personas que viviéramos juntas, o una pareja abierta, nadie garantizaría que otro amor, otra persona con la que también me uniera algo, heredara. Si estoy enfermo y yo no puedo decidir, solo la persona que se haya casado conmigo tiene derecho a decidir sobre mi tratamiento, quedan excluidos mis otros amores... Y así hasta el infinito.
-Cómo se llega a esta relación desde una pareja monógama, ¿cuál es la evolución? ¿Hay siempre una víctima?
-¿Por qué tiene que haber una víctima? No todas estas relaciones vienen de parejas monógamas, pero en mi libro he entrevistado a parejas que fueron monógamas y luego se abrieron y nadie se sentía víctima de nada, siempre fue un acuerdo consensuado.
-¿Qué información se da a los hijos?
- Hay que decidir cuánto tienen que saber los hijos sobre el estilo de vida de los padres. Cuando se vive en una comunidad que no comparte el estilo de vida o los estándares sobre educación sexual, el deseo de educar o de informar debe equilibrarse frente a la necesidad de los niños de lo que pueden compartir o no en el colegio y con los amigos. Hay que enseñar a los hijos cómo funcionan los estándares de otras personas y lo que se puede compartir o no.
-¿Cómo les afecta?
-La respuesta a eso no está del todo clara, ya que no se han llevado a cabo estudios masivos acerca de los resultados a largo plazo de los niños que crecen con padres poliamorosos. Pero una investigación temprana de Melissa Mitchell, estudiante graduada en Psicología que llevó a cabo la investigación con 1.093 personas poliamorosas, incluyendo niños de padres poliamorosos entre los 5 y 17 años, sugiere que el poliamor no tiene que tener un impacto negativo. Además, según la investigadora Elizabeth Sheffield, los niños de los 5 a los 8 años rara vez son conscientes. Entre los 9 y los 12 años, se vuelven más conscientes de que sus familias son diferentes, pero la mayoría dice que la gente tiende a confundir los arreglos poliamor con familias mixtas o relaciones complejas modernas. Los adolescentes de entre 13 y 17 años tienden a adoptar un enfoque más frontal. Algunos indicaron que considerarían el poliamor para su vida sentimental futura y otros aseguraron no estar interesados en absoluto.
-¿Cuál es el caso más curioso que te has encontrado en tus investigaciones?
-Una trieja que lleva viviendo a tres más de veinte años. Viven en una urbanización conservadora de una ciudad más conservadora aún. Entre sus vecinos dicen que son un matrimonio y la prima de la mujer, que vive con ellos. Los vecinos, a lo que parece, nunca han sospechado la verdadera naturaleza de la relación. Los tres tienen la misma edad (fueron a la universidad juntos): sesenta años.
-Siempre te colocas en el ojo del huracán, ¿no te cansas?
-No. El pez que no avanza es un pez muerto.