
LA RUPTURA LLEGA A LOS DOS AÑOS Esta es la frontera en la que las relaciones o se terminan, o van para largo. Y no es solo un tema psicológico, ni siquiera de sentimientos. Las hormonas también juegan con nosotros.
19 nov 2016 . Actualizado a las 05:30 h.No se nos rompió el amor solo de tanto usarlo. Queda muy poético, pero no. Las razones que nos llevan a la ruptura no están solo en la mente, ni siquiera en el corazón. Las hormonas tienen buena parte de la culpa. Durante los tres primeros años de relación, suben y bajan sin control. El doctor Manuel Viso nos explica que en esto del enamoramiento hay tres fases: «la fase inicial de euforia, la fase del amor romántico y la fase del apego. Yo les llamo el ‘te deseo’, el ‘te quiero’ y el ‘te acompaño’». Vamos con la primera. La euforia pura dura entre uno y dos meses, por el bien de nuestra supervivencia. Es demasiado para el body. Ya lo dice él, que en ese estado vivimos «en el reino del siento luego existo, donde la razón es intrusa». «En esa primera fase suben los niveles de adrenalina, noradrenalina -ambas hormonas de la activación- y de feniletilamina, la hormona del amor. Esto activa el sistema límbico del cerebro, que potencia nuestra parte más obsesiva e irracional, en contraposición con la zona frontal, que es la de la razón», indica Viso, que añade que «por eso ves a tu pareja como la persona ideal y la más guapa». Pero los efectos de las famosas mariposas no terminan aquí, porque el despertar de esta área del cerebro provoca además un estado de actividad total en el que, señala el médico, «somos capaces de pasarnos toda la noche sin dormir hablando con esa persona sin tener sensación de sueño, por ejemplo». Tanto es así que diversos estudios de resonancia magnética revelaron que, con el enamoramiento, se activan las mismas zonas que con el consumo de cocaína y heroína. «De ahí la dependencia que desarrollan algunas personas de otras, porque se activa de la misma manera», apunta el experto. Aunque ojo, que pasar del amor más apasionado al odio en un momento determinado es muy fácil y tiene su explicación: los dos sentimientos proceden de la estimulación del sistema límbico.
CUATRO SEGUNDOS BASTAN
Tan solo hacen falta entre 4 y 8 segundos para reconocer a esa persona capaz de provocar tal descalabro en ti. «Desde niños nos formamos un mapa mental en el que influyen la educación recibida y las vivencias. De pronto, un día te encuentras con alguien que te produce «mariposas», temblores, sudoración, taquicardia, aumento de la presión arterial... y no sabes por qué. Pero esa persona se relaciona con tu mapa mental, por muchos motivos que incluso puedes no ser consciente de estar percibiendo porque están en tu subconsciente», desvela Viso. Tras esta bomba sensorial, la dopamina, que es la hormona responsable de las sensaciones placenteras que experimentamos junto a la pareja, empieza a subir. «Este aumento se produce durante dos o tres años como mucho y a partir de ahí empieza a bajar, lo que explica que se produzca ahí el mayor tramo de rupturas», asegura el doctor. Así entramos en la segunda fase, en el ‘te quiero’, que llega con la subida tanto de la oxitocina, la hormona del vínculo, el apego, el lazo, la afectividad y la ternura; como de la vasopresina, la hormona de la monogamia. «De hecho los pingüinos, que son muy monógamos, presentan altos niveles de vasopresina, que es también la hormona de la territorialidad y la posesión», aclara el médico. Si superamos esta frontera de fuego de los dos años, pasaremos al ‘te acompaño’. La tercera fase del enamoramiento se caracteriza por la subida de las endorfinas, que son las hormonas de la felicidad y del amor maduro. «Implican compromiso, exclusividad de la pareja, calma, bienestar, seguridad, una menor ansiedad... esta es la fase del compañerismo», afirma el experto, que asegura que de aquí en adelante ya no hay más jugarretas hormonales y que el éxito o el fracaso de nuestra relación ya es cosa nuestra. Ya no somos juguetes en manos del destino, y la fase de euforia queda lejos. «En esa ebullición se liberan hasta 250 sustancias diferentes en el cuerpo», precisa el doctor. Claro que tampoco estamos libres de echar de menos a la feniletilamina y de querer revivir esa explosión de nuevo con otra pareja. Ya lo decía Ortega y Gasset: «el enamoramiento es un estado de miseria mental. ¿Qué es el amor entonces?, cabe preguntarse. El médico tiene la respuesta: «Solo química». Sin más.