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Más de 50 años de matrimonio

ANA ABELENDA / MARÍA PEÑA / CÁNDIDA ANDALUZ

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PACO RODRÍGUEZ

ESTA UNIÓN ES UN DIAMANTE. No se rompe, y a por las bodas de diamante va. Ellos que han superado juntos el medio siglo nos dan la receta de su longevidad. «Los amores reñidos son los más queridos», bromea Antonio. No esperéis que Isabel le dé la razón...

28 ene 2017 . Actualizado a las 05:10 h.

El 2 de mayo es un día histórico. Pero aquí está el presente de Antonio e Isabel. Tras celebrar los 50 años de casados en el Royal Palace de Oleiros con familia y amigos, el próximo 2 mayo sumarán otras diez primaveras a su unión. Díganme a mí, que no me aguanto ni yo, a ver, ¿cómo se llega a los 60 de casados, a esas que llaman bodas de diamante? «Se llega... bien -responde Isabel, que va a nadar todos los días, cultiva en su huerto lechugas, puerros, cebollas y judías y hace en 20 minutos unas empanadas de premio-. A veces discutimos pero por tonterías, lo normal». «La vida que no es discutida no es rexida -concuerda Antonio como sin querer-. Los amores reñidos son los más queridos, jajajajaja».

Pocas veces se dan la razón en cosas pequeñas como una taza de café, pero razones grandes propias tiene el corazón. «Cuando la conocí era muy guapa, tenía 23 años. Vino a Coruña de Villafranca del Bierzo a pasar la Navidad con una hermana». ¿Un flechazo? «Sí», responde Isabel, y Antonio la mira despacio, aventurando un «... sería por las dos partes».

Ella es un poco fuguillas, dice él. Él tiene mucha retranca, corresponde ella. «Dicen eso de los gallegos, pero no es tanta cosa...», defiende él. Veo que la hace reír. «Reír y rabiar a la vez», matiza Isabel. Los dos, que vivieron en Eduardo Pondal, recuerdan con el mar de Riazor a la vista los números de su vida: se casaron en el 57, en el 58 llegó la niña y el niño, 19 meses después. Tuvieron un tercer hijo, una niña que murió en el hospital. «Le di el pecho al nacer, se la llevaron y no la volví a ver», cuenta ella, que afrontó enferma la crianza de los hijos en los primeros años. Hoy, con cinco nietos, todos chicos, «estoy mucho mejor que con 30. Los hijos nos salieron bien». «Ahora no tenemos problemas -dice Antonio-. ¡Yo no tengo problemas de dinero... solo los últimos 28 días del mes!».

No todo tiempo pasado fue mejor. «Antes no había casi nada -recuerda él, que trabajó en el parque móvil ministerial-. Trabajé en empresas de autobuses y recuerdo pasar 18 horas metido en el coche, estar mucho tiempo fuera de casa y tener que esperar y esperar para llamar desde una cabina». «Pero antes, quizá por no tener tanto, dábamos más valor a las cosas», dice Isabel, que al final sí, desvela el secreto de 60 años de matrimonio: «Dar de parte a parte». ¿Todo? «Todo. Así lo vinimos haciendo nosotros», dice Antonio. E Isabel y el tiempo le dan la razón.

PACO RODRÍGUEZ

«El amor no termina si hay cariño y respeto»

Las bodas de platino no son un aniversario común, por eso Martín Pou y Chicha Romay se sienten privilegiados. Tras 9 hijos, 17 nietos y 9 biznietos, ellos siguen tan unidos como hace 65 años, como cuando se casaron. ¿Su secreto? Anteponer la familia al trabajo.

Tuvieron que seguir esta filosofía vital cuando vieron que la balanza de su matrimonio se desequilibraba. A Martín lo nombraron director general de su empresa y descuidó a la familia, se dedicó en cuerpo y alma a su trabajo, dejando a su mujer a cargo de todos sus hijos. «No sabía cuándo iba a llegar a casa, y era una tristeza enorme», comenta Chicha. Pero a sus 89 años, ambos lo tienen claro: casados hasta la muerte. «Yo creo que el matrimonio es una cosa muy seria y con esa seriedad prevalecemos, porque cualquier cosa mala que venga siempre tiene solución», asegura Martín.

En su camino juntos hubo un punto y aparte. Su quinta hija, Chus, nació con síndrome de Down. «Chus marcó un hito, fue algo extraordinario en nuestras vidas», dice Martín. «La sociedad de aquel tiempo rechazaba a estas personas y nosotros empezamos a decir “no” a eso». Martín redujo la dedicación a su trabajo y luchó por abrir camino en la sociedad a las personas como su hija Chus fundando Aspronaga (Asociación Pro Personas con Discapacidad Intelectual de Galicia). Martín y Chicha admiten que siempre han estado muy unidos, pero el nacimiento de su hija Chus los unió aún más.

El consejo que da Martín a otras parejas es que «el amor es una cosa que nunca se termina, y si nunca se termina hay que alimentarlo». ¿Receta?«Cariño y respeto mutuo». Ellos confiesan que diversión tampoco les ha faltado. Martín y Chicha nunca han dejado de pasárselo bien. «Hemos tenido la suerte de viajar por todo el mundo, tanto solos como con otros matrimonios, y no nos hemos privado de salir a tomar unas copas y a bailar». De los siete matrimonios que formaban su pandilla, solo ellos han llegado a las bodas de platino. Según Martín, «algunas personas dicen que somos ejemplares». Y tanto.

MIGUEL VILLAR

«Hay que aguantar mucho»

N o hay recetas mágicas. Lo de Perfecto Alonso Orge y María Dolores Fernández Baldonedo no fue amor a primera vista. O por lo menos, según apostilla, por parte de ella. Todo comenzó siendo ellos «carabina» de otra pareja que se iniciaba en el mundo del noviazgo por las calles de Ourense. «A mí no me atraía nada. Pero tenía que hacerle el favor a mi amiga», dice María Dolores mientras Perfecto mueve la cabeza y afirma: «A mí me llamaba la atención». Eran tiempos de pandillas de chicos y chicas separados y muchos fueron haciéndose parejas. Ella tenía 19 años cuando lo conoció, y él, 24. Pero el roce hace el cariño. El roce y el tesón de Perfecto, que en un momento en el que creyó que Dolores podría ennoviar con otro, cogió el toro por los cuernos. Hoy ya llevan 54 años casados.

No comparten aficiones. Solo viajar. Ella siempre se decantó por el mundo de las artes, de la lectura, mientras que él optó por el deporte. Quizás fue ese el secreto: completarse. «Hay que aguantar mucho, pero siempre tiene que haber cariño» subrayan ambos. Recuerdan sus primeros años de matrimonio con nostalgia. Cómo en su luna de miel recorrieron el norte de España en coche «hasta que nos quedamos sin dinero» y cómo montaron su primer piso solo con el dormitorio, que, por cierto, aún conservan. «Yo me encargaba de la casa, de los niños. Y él era el que trabajaba fuera. Lo llevamos siempre muy bien, porque en lo importante estábamos de acuerdo», afirma Dolores. Tuvieron cinco hijos: Rosa Isabel, Pilar, María Dolores, Perfecto Ángel y Eva María. Todos seguidos, menos la última, que se lleva 10 años con la primogénita. Hubo tiempos buenos y malos, penas y alegrías que formaron parte de sus cincuenta años de vida en común. Llevan con pena que muchos de sus amigos, de su pandilla, ya no estén porque con ellos hacían viajes inolvidables. Pero ahora lo compensan con su gran familia, que se reúne, por lo menos, una vez a la semana.