Vaya par de gemelos

TANIA TABOADA / ANA ABELENDA

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cedida

LOS HIJOS, DE DOS EN DOS Mari Mar y Manu han cumplido como padres. ¡Y de golpe! Este matrimonio tuvo en menos de dos años cuatro niños. Dos partos de los que salieron dos pares de mellizos. Otras veces, los mellizos traen gemelos, como le pasó a Laura Gaioso

11 mar 2017 . Actualizado a las 15:21 h.

Las mejores cosas llegan a veces de dos en dos. Si por algo se caracteriza la familia Vázquez Hernández es porque, donde va, deja huella.  No sorprende que acaparen las miradas de quienes le rodean. Es ir a la playa o sentarse en una terraza de una cafetería y convertirse en los protagonistas. Y es que estamos hablando de un matrimonio al que le acompañan sus cuatro niños: ¡dos pares de mellizos! Además de ser riquiños, no son precisamente unos niños «cocones». Ellos a su bola, con sus travesuras, pero con su gran simpatía. Montando su jaleo, tanto cuando están de malas como de buenas. Son como los mosqueteros, tres y uno más, pero en versión doméstica.

Mari Mar y Manu se casaron el 3 de agosto de 1999. Tres años después de su enlace, adiós a la tranquilidad. El 3 de julio del 2002 nacieron Adrián y Javier, sus mellizos. Hasta ahí todo perfecto. Una pareja con familia que de un «disparo» logró dos pájaros. Pero en menos de dos años, el 29 de abril del 2004, nacieron otros dos: los mellizos Iker y Lucía. «La primera vez muy contentos... la segunda, un susto». Y es que ahí sí que la vida dio un giro y les cambió por completo. «Cuando me quedé embarazada de los primeros, decidimos cambiarnos de piso porque vivíamos en un quinto sin ascensor. Además, optamos por cambiar el coche porque el que teníamos era de dos puertas. Pero cuando nacieron los últimos tuvimos que vender el coche, que no tenía ni dos años, y comprar una furgoneta para siete plazas. Nos quedamos con el piso, aunque nos las arreglamos como podemos porque tiene tres habitaciones», indicó Mar Hernández, esta mami superpoderes.

PACIENCIA Y ORDEN

Y con toda esta familia al frente por mantener y sacar adelante, el matrimonio tiene la mala suerte de quedarse en situación de desempleo. Durante dos años, el único sueldo que entraba en casa era la prestación por paro de ella. Ahora él trabaja de manera temporal y ella todavía busca empleo. Pueden llevarlo gracias a sus familias (abuelos, cuñados, tíos solteros) que forman parte de la logística familiar y les ayudan desde el primer día.

Según relata Mari Mar, el truco fundamental para afrontar una vida familiar de estas características es, sobre todo, armarse de paciencia. También es clave la organización. «Tratar a cada uno como una persona diferente, con su espacio y sus necesidades. Los cuatro son superdiferentes. Los dos pequeños se llevan muy bien, pero los dos mayores son el ying y el yang. Son muy competitivos y tenemos que dejar que corra el aire entre ellos; tanto es así que los matriculamos en colegios diferentes. Los pequeños, sin embargo, van en la misma clase», explica Mari Mar, quien añade que mientras a una hay que secarle el pelo, el otro quiere una galleta... Y el peor momento del día: las siete de la mañana. Es la hora en que suena el despertador y el caos en la casa es total. «Que si el desayuno, que si el aseo... Es la hora de más tensión en el hogar», explica Mari Mar.

Los cuatro practican actividades: los niños van a fútbol y la niña a baloncesto. Cuando se van, en casa queda una sensación total de nido vacío. Son esos momentos en los que los padres aprovechan para ir al supermercado, tirar de carro y hacer un tetris para colocar la mercancía. «Con doce litros de leche no haces la semana, tenemos que comprar casi por packs industriales. Los productos frescos, día sí, día no», relata esta madre, quien añade que en el momento que los niños no están también intenta tomarse su tiempo. «Procuro tener mi espacio para desconectar, porque si no es imposible. Tengo que coger aire para luego continuar con la rutina diaria», explica. Esta gran familia reside actualmente en Bilbao, pero los orígenes de su padre son gallegos. Es por eso que no se pierden el mejor verano, el verano en Galicia, donde pasan semanas en su casa de O Couto, en Viños, en la localidad coruñesa de Arzúa. Un descanso que tienen más que merecido.

MARCOS MÍGUEZ

Laura Gaioso: «Soy melliza y me vinieron dos»

Laura y su hermano Carlos, vinculados a la mítico restaurante Gaioso de A Coruña, fueron los primeros. Los primeros mellizos en llegar a la familia. Fue el 16 de mayo del 75. Más de treinta primaveras después nacerían Marco y Siro, los gemelos de Laura, que llegaron «en la misma bolsa» y salieron a la vez, con tres minutos de diferencia. Para que el azar demostrase su razón. «Los gemelos me recuerdan mucho a mi hermano mellizo y a mí de pequeños. Parece que nos veo... jugando y peleando, pero defendiéndonos uno al otro ante los demás. Un hermano te enseña a estar en el mundo. Nosotros lo pasamos todo juntos. Fuimos a la misma clase hasta el instituto, y cuando al llegar al Rafael Dieste nos separaron, pasamos tres días llorando». Ahora hay colegios que separan a los mellizos desde que se escolarizan. «Sí ?admite Laura?, porque hay una teoría que dice que hay que socializar por separado». ¿Y cómo lo ves? «Depende, si hay mucha dependencia entre hermanos puede irles bien. Si vais en clases distintas cada uno amplía su círculo social… Y reconozco que nosotros crecimos compartiendo deberes, él hacía los de lengua, yo los de matemáticas y luego… nos los pasábamos [risas]».

En los 70 no era común la ecografía, pero por el tacto podía saberse si un mismo embarazo traía dos vidas. «Mi madre, que nos tuvo tras perder al primer bebé, sí sabía que veníamos dos, pero sé de muchos gemelos en que no se sabía con antelación y en pleno parto… ¡espera que viene otrooo!». Los padres de Laura y Carlos recibieron el regalo doble preparados... lo preparados que se puede estar para lo grande antes de que suceda. «Aun así, lo pasaron mal, los pañales había que lavarlos… Hoy hay unos avances que ayudan», dice Laura. A ella, como a su madre, fue a la segunda cuando le tocaron dos. Aquí están los gemelos Marco y Siro, a los que distingo (foto) por el color de sus zapatos: Marco, amarillo. Siro, naranja. Y en el centro, como un puntal, Vera, la hermana mayor de estos niños de 5 que nacieron tres años después que su «maestra». Gemelos y mellizos ?apunta Laura? comparten vivencias pero les distinguen la personalidad, los gustos. Pone el ejemplo de ella y de su hermano: «Él es de letras, yo de ciencias; él estudió cocina, yo empecé con Anatomía Patológica, luego hice Educación Física y Educación Social...». Pero los dos coinciden en el gusto por la buena mesa. «El restaurante [Gaioso] iba bien, y con Vera sin problema… pero con el embarazo gemelar era demasiado. ¡Un negocio es como un hijo!», comparte Laura. Su marido está en la Taberna Gaioso y ella, sumiller, prepara para abril un proyecto de viticultura y gastronomía para niños en la Fundación Luís Seoane, «para que conozcan el ciclo de la viña y tengan más ontacto con la tierra. La viticultura en Francia y en Italia está integrada en el currículo escolar. Aquí el vino es hoy un tabú, un producto elitista, hace falta educación en el consumo».

¿Se parecen la viña y la crianza? «¡Sí! La viña es una planta que tienes que guiar, como a los niños. Trabajar todos los días en la viña para ver si tiene una enfermedad, si necesita poda, cómo van las flores, las hojas... hay que estar siempre pendiente», asegura Laura, que trabaja además con su chico en un proyecto de comedor ecológico que mejore la oferta habitual en los colegios. Quién no querría alimentar el futuro.

En la foto gemelar de esta historia se echa en falta a Noé, el niño de Carlos, quien duda probar suerte de nuevo en la paternidad e ir por el segundo hijo. Viendo a su melliza Laura... sabe que no hay dos sin tres.