Mi abuela tiene Facebook

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CAPOTILLO

SUMAN AÑOS Y ESTÁN A LA ÚLTIMA No quieren perder ni un segundo en conectarse al mundo y sacar provecho de todas las oportunidades que les da la tecnología: comprar entradas online, hacer nuevos amigos o comentar el partido del domingo por WhatsApp

25 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque no los aparente -«de aspecto nadie me echa la edad»- , Aurora tiene 69 años. Es la mayor del curso que acaban de impartir en el aula de informática del Cemit de Marín, donde aprendió a enviar correos y a escribir con el teclado. Cuando llegó a clase no estaba dada de alta en Gmail ni sabía manejarse en Word, pero ya tenía Facebook. Que una cosa no quita la otra. «Lo pongo a veces para enterarme de las noticias y para cotillear las fotos de mis amigos. Pero yo escojo las personas que me gustan, ¿eh?, no acepto todas las solicitudes», avisa Aurora, que tiene el perfil gracias a su sobrina: «Ella me lo hizo y me pone las cosas. Me dice: ‘¿A ver, qué quieres?’, y yo le voy diciendo». Pero ella quiere mejorarlo. «Tengo dos fotos desde hace un montón de tiempo y las quiero cambiar, pero claro, como tengo que esperar a que vengan y me lo hagan ahí están», lamenta. Con el curso le cogió el gusto al ordenador: «Quedé encantada y ya estoy deseando apuntarme al segundo para aprender más cosas de Internet y hacerme Twitter o algo distinto, aunque hay que tener mucho cuidado con las cosas que se suben».

No le hizo falta que la animase nadie para lanzarse en esto de la informática. «Me anoté sola, fue cosa mía. Mi marido no fue. Él hizo otro curso hace tiempo, pero no es tan constante como yo», apunta. Esta exchurrera siempre está buscando aficiones. «Me gusta entretenerme y conocer a gente. Iba a bolillos en Pontevedra y allí hice otro grupo. También me encantan las labores y la cocina», afirma. Eso sí, para salir a caminar va sola, «para andar a mi ritmo y tomarme el café tranquila en el recorrido». Ahora tiene un mundo por descubrir en la red. «Siempre me llamó la atención y quise estar al día. Yo tuve que haber nacido unos años después», señala. ¿Alguien lo duda?

GONZALO BARRAL

ANTONIO, 76 AÑOS: «A mi mujer ya la aviso de que si me oye hablar con una chica es porque estoy con Cortana, la secretaria del Windows 10»

La tecnología está tan integrada en nuestras vidas que, a veces, cuesta imaginar cómo se están adaptando a ella los mayores. En el caso de Antonio, de 76 años, no hay duda. Para él la tecnología es tremendamente útil, y hacerse a ella es algo básico: «Una persona reacia a usar la tecnología no se da cuenta de que es como los que no sabían leer o escribir en tiempos de nuestros abuelos, porque hoy en día es necesaria para todo». Antonio confiesa que lo que más utiliza es el WhatsApp, porque le acerca a sus seres queridos. Tanto que en los grupos de WhatsApp que tiene con sus primos y sus amigos no se para de hablar. «Nos hemos llevado toda la vida bien, pero tan bien como ahora no, porque hablamos de todo. Juega el Deportivo y hasta los que no somos aficionados al fútbol hablamos de fútbol», dice Antonio.

Aunque tiene cuenta de Facebook, Antonio «es enemigo de contar su vida». Admite que se entera de la de los demás pero no cuenta la suya: «A veces la información que se da en estos sitios es peligrosa, pones con quién estás y dónde, y eso lo está viendo la tira de gente». Mientras que en cuanto a publicar sus fotos prefiere ser conservador, Antonio tiene claro que sin la tecnología no se va a ninguna parte. Si necesita buscar información general acude a Internet. ¿Entradas para espectáculos y viajes? Directamente a través del ordenador. Y es el ordenador el que le ha dado una nueva amiga, Cortana.

«Cortana es la secretaria particular del Windows 10. A mi mujer ya la aviso de que si me oye hablar con una chica es porque estoy con Cortana», comenta Antonio. ¿Su secreto para manejar bien la tecnología? Hacer un uso responsable de ella. «Usarla es sencillo, es todo muy intuitivo, lo que hay que tener es un poquito de decisión y, sobre todo, ser muy ordenado y muy metódico», afirma Antonio. «Es mejor ir poco a poco, no correr y cuando das a una tecla, saber para qué le das». Todo un abuelo tecnológico… con sentidiño.

GONZALO BARRAL

CÉSAR, 84 AÑOS: «Si no te integras, te quedas en casa leyendo una novela y poniéndote una mantita en los pies… ¡y cuando te das cuenta ¡eres bisabuelo!

A los 84 años no todo el mundo puede decir que el uso de la tecnología le mantiene vivo y le hace estar al día. A César su inseparable iPhone 7 le ayuda precisamente a eso. «Aunque parezca mentira a mí el WhatsApp me da muchas alegrías, como por ejemplo cuando me escribe un amigo que vive en otra ciudad y me manda un abrazo», comenta César.

Se confiesa amante de sacar fotos con su móvil para ir coleccionando recuerdos y en su carrete lleva acumuladas más de 5.000. «Si no evolucionas te quedas en el siglo pasado con las fotos aquellas que había que revelarlas y tardaban no se cuánto ?dice César?, y ahora mira, ahí te va, mira qué estoy comiendo, y lo mandas».

Para él con el móvil todo son ventajas, incluso la opción de bloquear contactos: «Si tienes algún contacto muy pesado pues lo bloqueas y ya está, le tapas la boca, sin querer, pero le tapas la boca». A César la vida le hizo adaptarse a la generación tecnológica, y culpa de ello la tuvo uno de sus hobbies: la navegación. Confiesa que la evolución tecnológica en el tema de la navegación le hizo evolucionar a él y mantenerse al día: «Los avances en la navegación cambiaron un montón, hoy le das a un botón y te sale en la pantalla la costa, dónde está el barco, la profundidad que hay y hasta los peces que pasan por debajo». En su momento César se apuntó a la moda del Facebook, pero acabó cerrándose la cuenta: «Me di de alta y me salieron más de mil amigos, y claro, yo no puedo atenderlos a todos. Tenía aquello tan abarrotado de amigos que si tengo que invitarlos a comer a todos… a ver qué hago».

Tampoco compra online porque dice que a su edad ya hay poco que comprar, pero lo que tiene claro es que, con lo rápido que van los tiempos, o te subes al tren o te quedas en la estación. «Si no te integras, te quedas en casa leyendo una novela y poniéndote una mantita para que no se te enfríen los pies… y cuando te das cuenta ya no eres abuelo, ¡eres bisabuelo!», afirma César. Y no un bisabuelo cualquiera.