
Es la primera organizadora profesional de España. Su libro «El poder del orden» nos da recetas para desechar lo que no usamos y poner cada cosa en su lugar para vencer el caos. La argentina María Gallay nos da una receta alternativa al Marie Kondo.
02 sep 2017 . Actualizado a las 05:05 h.Su pasión por el orden le viene de pequeña y ahora la ejerce de manera profesional ofreciendo asesoramiento en casas o empresas y cursos, como los que imparte en la plataforma Vivio. Después de descubrir que su manía de colocar las casas de sus amigos era una profesión en Estados Unidos, María Gallay, argentina afincada en España, se puso seriamente a formarse y a difundir con su propio método su estrategia del orden y contra el caos, una tendencia que ha popularizado la japonesa Marie Kondo. Sin embargo, María considera que este método «no es para nosotros», ya que no tiene en cuenta nuestra cultura de compilar recuerdos, aunque «en casa guardamos más de lo que necesitamos».
-¿Por qué este furor por el orden?
-Los best seller de la organizadora profesional japonesa Marie Kondo sobre el orden marcaron esta tendencia y muchas editoriales han seguido el juego, porque hay demanda sobre este tema incluso antes de que ella lo pusiera de moda. Ya era hora, pero no porque todas las casas tengan que estar perfectas, sino porque todos trabajamos fuera y ya no hay nadie fijo encargado de que todo esté en su sitio y gestione todo lo que entra y sale de casa. El consumismo nos hace acumular más de lo que necesitamos, pero no tenemos costumbre de liberar, regalar y vender lo que no usamos.
-Tú proclamas que el orden ahorra tiempo para invertirlo en felicidad.
-A nadie le gusta estar recogiendo, y menos cuando llega el sábado. Además el tiempo pasa y no vuelve. No es como la película del día de la marmota. Así que si gestionamos bien el tiempo, podremos hacer otras cosas que nos interesen.
-¿Ordenar es la última de nuestras prioridades?
- Lo dejamos para el final porque no apetece. Lo dejamos para cuando no se puede aguantar más o viene alguien a casa. Ahora trabajamos continuamente para nuestras cosas: para poder tenerlas, para poder renovarlas, para cuidarlas, para gestionarlas y tener tiempo libre. Eso también nos cuesta dinero, como cuando pagamos para que nos limpien. Pero si nos hacemos conscientes de lo que necesitamos y de lo que no, todos los días nos vamos a regalar tiempo. Y además de ahorrarnos dinero, recobramos espacio. Si nos acostumbramos a que cada cosa tenga su sitio, es muy fácil que el orden ya se mantenga solo.
-¿Qué tipo de gente pide los servicios de una organizadora profesional?
-Por un lado están los acumuladores, los compradores compulsivos que necesitan ayuda. Y por otro están los fanáticos de la limpieza y el orden, o gente que no tiene nada de tiempo y delega todo. Pero también están las familias y las personas normales que necesitan hacer una mudanza, vaciar un armario, renovarlo, esperan un bebé, deben organizar un despacho en casa o vaciarla porque se han divorciado. Necesitan ayuda en un momento y no pueden detener su vida para ver dónde colocan las cosas. Pero también se puede pedir ayuda profesional para vender tu piso y mostrarlo como un hogar habitable, lo que facilitan los organizadores.
-¿Cómo perfeccionaste tu método?
-Llevo practicando toda la vida, porque he tenido esa obsesión por el orden desde pequeña, y en casa me dejaron cultivarlo porque tenían paciencia. Luego empecé a hacerlo en casa de amigos, compañeros… Cuando fui madre, decidí trabajar de bibliotecaria o documentalista para poder tener un horario más flexible y dedicarme a la organización sin saber que esto existía como profesión. Una amiga, al volver de Nueva York, me dijo que allí estaban de moda los organizadores profesionales y que ellos hacían lo que yo cuando iba a su casa [risas]. Entonces me hice todos los cursos americanos que pude... aunque en Japón también encontré a un japonés anterior a Marie Kondo que me gustó.
-¿Cuál es el mejor método de todos?
-La teoría de las 5 eses que se aplica en todas partes (fábricas, oficinas, casas, laboratorios, bibliotecas...) porque está demostrado que da beneficios evidentes. Dice que cualquier cosa que quieras ordenar primero debes vaciarla, luego seleccionar el contenido, clasificar lo que sirve, lo que no, lo que está duplicado… Y quedarte solo con lo necesario. Con ese contenido clasificado luego decidirás dónde irá cada cosa con un orden lógico y práctico, para que esas cosas puedan volver a su lugar casi sin darte cuenta. Pero también hay que prever las eventualidades y planificar, como sucede con la ropa de la colada. Por tanto, no dejarlo todo tan perfecto como para que eso no encuentre su lugar.
-¿Tú aplicas este método?
-Sí, yo he hecho mis modificaciones para conseguir luego el orden que se mantiene solo, ser tan consciente de lo que tienes y de dónde lo pones que al final no haya que recoger. Y en cuanto uno coge el hábito de volver a colocar, se mantiene. Es más fácil de lo que parece.
-¿Cuál es la parte de la casa que se nos resiste más?
-Los armarios, la cocina y la despensa son un pozo de caos. Además, el trastero es un limbo donde vamos acumulando cosas hasta que el tiempo nos da una razón para tirarlas. Pero cuando yo voy a casa de un cliente, me pide él por dónde empezar, aunque en una casa no hay una habitación especial para hacerlo. Yo aconsejo la que más rabia dé y elegir un objetivo concreto y razonable porque cuando ordenas provocas caos. Por ejemplo, el método de Marie, aunque me encanta, no es adecuado para nuestra cultura, basada en recuerdos, fotos, ni para nadie que tenga un problema como la acumulación, ya que puede ser frustrante. Además nadie es capaz de tomar tantas decisiones seguidas.
-¿Qué es lo más peregrino que has sacado del caos?
-Cosas que la gente pensaba que había perdido, dinero y las joyas que la madre había escondido, prendas con etiqueta que no se habían llegado a poner y ni siquiera recordaban haberse comprado, escrituras, fotos de cuando la abuela era pequeña, colecciones de catálogos de Ikea, algunos tesoritos...
-¿Ikea es tu refugio a la hora de organizar?
-Ikea tiene muchas soluciones muy buenas y asequibles, pero antes de ir allí hay que hacer la selección.
-¿En todos estos años se te ha ocurrido algún invento para ayudar a la organización o está todo inventado?
-En bolsos no está todo inventado y hace falta perfeccionar el método de almacenarlos. Pero estamos trabajando en ello desde la Asociación de organizadores profesionales de España (AOPE), compuesta por empresas como Reorganizarte y Orden Studio, de A Coruña. Somos 55 socios y continuamente tenemos peticiones de asesoramiento de empresas como Ikea y House.
-¿El orden exterior afecta al interior?
-El proceso de desechar es duro. Pero una vez el cliente ya lo ha pasado, la mayoría se sienten liberados. Esto no quiere decir que el transformar tu casa te vaya a cambiar la vida. El orden no es mágico pero algunos, tras pasar por este proceso, no vuelven a comprar a lo loco.
-¿Qué parte del cerebro se activa cuando nos volvemos ordenados?
-Se activan muchas, pero hay un fenómeno que está estudiado y es la fatiga decisional, el cupo que cada uno tenemos para tomar una cantidad de decisiones, que se satura cuando tomamos demasiadas, como sucede cuando en poco tiempo hay que decidir con qué cosas nos quedamos. Esto se descubrió en las cárceles de EE. UU. cuando personas capacitadas para dar permisos a individuos con largas condenas empezaron a negarse a dárselos a presos con penas y delitos menores a los anteriores, porque tenían fatiga decisional. Pero esto pasa también cuando tienes hijos y te machacan para conseguir lo que quieren hasta que les dices a lo tonto que sí.
-¿Puede el orden excesivo hacernos unos ordenados compulsivos?
-Sí, y yo he tenido mis épocas. Pero no es sano ningún extremo. Alguien demasiado ordenado es insufrible, y tampoco es necesario ni posible que todo esté perfectamente limpio y ordenado siempre.