Glòria Serra: «La voz que pongo es un recurso, si no ¡sería un coñazo!»

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Roberto Garver

Su estilo implacable ha fidelizado a un público que cada viernes se apunta a «Equipo de investigación». Es una de las periodistas más imitadas y con mejor sentido del humor: «Me río muchísimo; no tengo nada que ver con la de los reportajes»

21 may 2018 . Actualizado a las 08:08 h.

Glòria Serra (Barcelona, 1964) ha conseguido que cada viernes nos apuntemos a su programa y a un estilo muy particular de hacer televisión. Su voz es otro de los ganchos para un público que disfruta también de las imitaciones que con buen humor han hecho de esta periodista una de las caras más populares de la audiencia.

-Después de tantos años en «Equipo de investigación», ¿cómo se consigue ese milagro de seguir fidelizando a la audiencia?

-Si a nosotros nos llegan a decir que un programa de investigación, complicado, difícil, caro, hubiera durado años en una empresa privada no me lo hubiera creído, además con ese buen crédito de público. El secreto es algo sencillo, pero muy difícil de conseguir: tener una empresa que te pague por ello y muchísimo trabajo. Cada programa es una odisea, pero luego ves el resultado y compruebas que el esfuerzo vale la pena.

-¡Mira que hay gente mala!

-Sí, sí. No nos vamos a quedar sin trabajo por desgracia.

-Has tocado todos los palos, ¿este formato es el ideal para ti o quieres asumir más riesgos?

-A ver, yo no me puedo quejar, llevo 30 años de profesión y yo ya no pido nada, sería abusar. He tenido la gran fortuna de que todos los proyectos, enormes y maravillosos, me han venido a buscar. Yo estaba en La Noria feliz; he trabajado en informativos, feliz; en la radio, feliz... ¡Cómo se me ocurre a mí pedir nada! Solo espero poder seguir teniendo lo mismo, la misma fortuna. Siempre me ha sorprendido la vida en ese sentido. Este es un formato maravilloso, somos una familia, llevamos siete años juntos y estoy encantada de ponerle cara y voz.

-Hablando de tu voz, eres de las más imitadas. Incluso te has reído de ti misma en «Zapeando». ¿En casa también bromeas con eso?

-Ja, ja. En casa no me toleran esas tonterías. A veces intento utilizarlo para educar a mis hijas, pero con un resultado bastante pobre.

-Te imagino: «Hoy vais a recoger la habitación». [Imitándola]

-Ja, ja. Pero pasan mogollón [risas]. Me río muchísimo y que me imiten los mejores de España, como Carlos Latre o Buenafuente, para mí es como entrar en el olimpo.

-¿Ese estilo es forzado o natural?

-No, no. Es un recurso... Imagínate que yo fuera así, ¡qué coñazo! [Risas]. La verdad es que fue diseñado casi como un personaje, con todo mis respectos para los actores. Cuando empezamos Equipo de investigación pensamos que al ser viernes, un día en que la gente está viendo entretenimiento, diversión en el resto de cadenas, teníamos que darle una vuelta para llamar la atención. Por esodecidimos darle música muy misteriosa y un estilo de locución intensa. Yo ahora veo los primeros programas y parece que estamos matando a Kennedy, ja, ja. Fue un recurso estilístico para hacerle a la gente las cosas fáciles. Intentamos convertir cada reportaje en una historia, que sea casi como una película. Ahora la voz ya no es tan intensa, pero procuro darle esa lectura como un cuento. Pero no lo utilizo fuera.

-¿Te cuidas la voz de alguna manera?

-No te voy a engañar. Yo hace diez años que dejé de fumar, pero fumaba como una campeona, sí, sí. Un paquete y medio al día, de lo cual me avergüenzo. Intentaba no hacer excesos porque si salía una noche y me pasaba con el tabaco, al día siguiente lo notaba mucho. Pero ahora no hago nada especial, el aprendizaje en locución es verdad que permite que no me canse, como un cantante, pero son técnicas profesionales. Puedo pasarme un día hablando y no pierdo la voz.

-Habéis hecho reportajes muy duros, algunos revuelven las tripas.

-Sí, sí. Para mí hay dos casos espeluznantes. Uno, Cabeza de cerdo, el rumano que cumple condena en España por trata de mujeres. Esa historia nos destrozó, hablamos con las chicas que estaban en el polígono Marconi, el mayor prostíbulo de Europa, en Madrid, y fue horrible ver cómo ese tipo las trataba. Solo de contarlo me sigue doliendo, vemos lo desalmada que puede ser la gente.

-¿Compartes lo que dijo Pablo Iglesias: la forma de destapar lo de Cifuentes es periodismo de cloacas?

-No es periodismo de cloacas, la información sale de las cloacas, gente que quiere vengarse en este caso de Cristina Cifuentes, pero como periodistas nosotros no tenemos que fijarnos de dónde viene la fuente. Lo importante es que la información sea veraz. Nosotros no actuamos, somos la correa de transmisión. Pero si la motivación es espuria también es nuestro trabajo contrastarlo. Por un lado, celebro que haya este debate, lamento el origen, pero por desgracia para Cifuentes es verdad. No es el mensajero el culpable.

-Después de tantos años, ¿cómo llevas las críticas en las redes?

-No suelo leerlas porque francamente tengo poco tiempo, viajo mucho. Suelo usar Twitter, pero no soy muy fan de las redes. Todos debemos aceptar las críticas, porque no somos perfectos y de ellas se aprende, y las críticas destructivas me entran por una oreja y me salen por otra. Pero claro que he salido a pedir perdón tanto personalmente como por parte del programa, porque te equivocas. La gente que habla por hablar, eso sí, no aporta nada.

-¿Cómo vas de ilusión?

-Soy una persona muy optimista, pero insisto: «¡Cómo me podría quejar, si soy una privilegiada de la vida y me pagan por hacer lo que más me gusta!». Esto es algo increíble y con proyectos espectaculares. Me da igual: radio, tele, que se me vea la cara o no, pero siempre he estado en cosas muy bonitas. Soy una persona con mucho empuje, mucha energía y muy positiva, pero la vida no me ha defraudado.

-Te convertiste en muy, muy popular con «La Noria». Yo creo que tu corte de pelo ha sido de los más imitados.

-Ja, ja, sí, ¡pero lo llevo desde los 20 años!

-¿Te gusta que se te acerque la gente?

-Yo creo que hay personas que reciben más atención, como mi amigo Buenafuente o mi amiga Julia Otero, pero yo tengo un nivel de conocimiento moderado. Además, como doy esa imagen seria y dura por mi propio trabajo, yo oigo a la gente cuchichear, pero no suelen atreverse a decirme mucho. Siempre cosas agradables, así que no me puedo quejar.

-Entonces esa imagen de seria y dura es solo estilística.

-Sí, sí, pero no lo cuentes [risas]. Es broma. Mi trabajo da esa cara, no me puedo partir de risa en los reportajes. Pero soy una persona con un sentido del humor muy grande. Una de las cosas que más he hecho en la vida es reírme, me río muchísimo con mis compañeros, me encanta reírme... Soy muy cercana, pero la de los reportajes es un poco borde. No hay comparación.

-Tú fuiste madre a los 48, ¿cómo se vive a esa edad?

-Igual. Con el mismo sentido de la responsabilidad, con la misma entrega y amor. La edad no es una diferencia, conozco gente muy madura a los 20 y otra a los 36 más alocada que otra cosa. Además esto es una vivencia individual, es de los casos en que menos se puede generalizar, cada una lo vive como puede y como llega a esas circunstancias. Tal vez las diferencias estén en la situación personal, a mí me ha pillado con un trabajo estable, pero creo que influyen más las socioeconómicas. Si tú les preguntas a las mujeres, la mayoría quieren tener 2 o 3 hijos, entonces ¿por qué no los tenemos? Pues motivos socioeconómicos. Está confirmado que cuando das un poco de ayuda, la gente se anima, pero esto va a llevar al país a la ruina.

-Es también el grave problema de Galicia.

-Lo sé, lo sé. Conozco muy bien Galicia por motivos personales, voy muchísimo, ya estoy planificando mi próximo viaje. Soy una enamorada de tu tierra.