Es malagueña, enamoradiza, creció entre verbenas y se llama Maggie por una serie... y no son «Los Simpson». Antes de volver a la cárcel como Macarena Ferreiro, esta chica del cable se gana la condicional del verano en su último estreno. «La peli te deja con ganas de ser mejor persona», asegura la actriz, que está feliz de cumplir años. «Te van dando tranquilidad, ¿no?»
30 jun 2024 . Actualizado a las 13:58 h.«Preparándome para ti, nena», le dispara de frente Maggie Civantos (Málaga, 1984) a Najwa Nimri, con vistas a la cuarta temporada de Vis a vis. Pero antes de volver a desatar pasiones criminales, esta chica del cable a la que su madre decidió llamar Maggie en un guiño a Falcon Crest («Le gustaba mucho el nombre de Maggie y al verme la cara le pegó para mí», cuenta), dejará de ser Maca Ferreiro para respirar un poco de brisa salada en El mejor verano de mi vida, una película «familiar, divertida, que te deja con ganas de amar y cuidar a tu gente, y de ser mejor persona. Esto es un plus especial, que el cine te deje con ganas de hacer cosas buenas, de cambiar un poco, de mejorar», asegura la actriz sobre su último estreno en pantalla grande.
-Estamos hechos a verte en la cárcel, como Macarena Ferreiro en «Vis a vis». ¿Cómo llegó este papel veraniego a la «niña pija» de Cruz del Norte?
-Yo he hecho mucha comedia en teatro, pero no en cine. Esta es, de hecho, la primera comedia que hago. Dani de la Orden me conoció, leí el guion y me encantó. Y me puse a ello. Me entusiasmé con el proyecto, me hizo mucha ilusión que confiaran en mí para hacer comedia. Realmente la comedia la lleva más Leo Harlem, mi personaje lleva una trama más emocional... pero me apetecía mucho y era una necesidad vital estar en una peli donde el personaje fuera así, luz. Me gustan el drama, la acción, la intensidad, ¡pero consumen mucha energía! Así que se agradece un poco de luz.
-Aire fresco tras tres temporadas en prisión, con el público con el corazón en un puño.
-Pues sí, jajaja. Macarena Ferreiro me aporta muchas cosas, pero con ella lo que trabajas es la oscuridad, la falta de libertad, alguien con circunstancias muy hostiles. Y eso te exprime. Necesitaba un poco de frescura, de verano.
-¿Cómo se presenta este verano, con sol, calma y vacaciones o con tueste laboral?
-Tengo trabajo, la verdad, pero también me quedan fines de semana y días por ahí. Puedo ir al Sur... ¡y también puedo ir al Norte!
-Vente. Galicia está abierta.
-Jajaja. Muy buena tierra.
-Si quieres aire fresco, aquí tienes fresquito del Norte.
-Pues es un sueño... Si estás en Madrid, lo que buscas al escaparte es pillar un poco de fresco. Ahora estoy rodando en Madrid y los fines de semana con lo que sueño es con huir del calor.
-¿Qué ruedas ahora?
-La ópera prima de Denis Rovira. Una película de terror, nada que ver con El mejor verano de mi vida. Estoy muy contenta, feliz de poder hacer distintos géneros, diferentes personajes que me hacen crecer como actriz.
-De la sensualidad al terror,
Creo que el amor tiene fecha de caducidad... Pero bueno, la caducidad puede llegar después de 40 años”
Jessica Lange, que nos mata en «American Horror Story». Tienes un aire con Lange...
-Guauuu. No me lo habían dicho, pero para mí Jessica Lange es un referente. Esto es un halago.
-Tus inicios llevan a Madrid, donde recién llegada de La Habana, con 22 años, debutaste como actriz.
-Empecé a hacer cosas pequeñitas. Ahora me recuerdo un poco perdida, la verdad. Fue una etapa de vulnerabilidad. Me afectaba mucho si no me elegían, y al principio supongo que es lo normal. Tienes que irte acostumbrando. Después de once años ya sé que hay veces que sí, y otras que no, y te acostumbras a llevarlo, porque eso es parte del trabajo. Ahora sé que un «no» no es un fracaso, yo no me lo tomo así. Los comienzos fueron duros, también por la inexperiencia. Porque hay que pelear y enfrentarse al fracaso constantemente, y esta es una vida inestable, con situaciones que muchas veces no sabes cómo afrontar.
-¿De Madrid al cielo?
-Bueno... al principio echaba mucho de menos el mar, no terminaba de adaptarme allí, pero la ciudad me acogió, me acogió la gente. Madrid es un lugar con gente de todas partes en la que haces amigos rápidamente. Pero sí es verdad que al principio había algo de lo cálido, de la familia, que echaba de menos. Los primeros años fueron difíciles, como todos los comienzos. Hay que aprender a conducirse. Luego, vas madurando.
-¿Qué enseñan los años?
-La edad te enseña muchas cosas, no solo en esta profesión sino en todas. En el cine, aprendes a lidiar con la industria, pero también aprendes con la vida. Supongo que no es algo exclusivo de esta profesión, que en cualquier otra ocurre lo mismo, y que es algo que va con tu madurez, con la vida. Es lo mejor de cumplir años, te van dando encaje, tranquilidad, ¿no?
-Hija de cantante y músico, creciste de verbena en verbena, llevando la música a todas partes.
-Crecí con la música. Mi padre era técnico de sonido y mi madre, la cantante. Tuvieron una orquesta 25 años, y yo como que toda la vida, desde que tengo uso de razón, he oído a mi mamá cantar. Me he criado en ese ambiente artístico e incluso llegué a trabajar con ellos cuando me hice un poco mayor. A mí me gusta mucho bailar y estuve con ellos de gira un par de años. Me enseñó mucho, a valorar momentos como el que estoy viviendo ahora. La música es tan necesaria...
-¿Amansa a la fiera que llevamos dentro?
-¡Totalmente! Yo no entiendo el hecho de que se haya quitado como asignatura en muchos institutos. No puedo entenderlo cuando es parte fundamental de la educación. Como el teatro, pero en fin... este es otro tema. A mí me ha marcado mi infancia y adolescencia la música. La he respirado siempre.
-¿Eres Maggie por «Falcon Crest»?
-¡Sí! A mi madre le gustaba la serie, le gustaba Maggie, le gustaba el nombre y pensó que yo tenía cara de Maggie.
-Te revelas como una persona enamoradiza y de gran corazón. ¿Has dicho tú que «Todas las relaciones tienen fecha de caducidad»?
-Sí, creo que el amor tiene fecha de caducidad... pero bueno, la caducidad puede llegar después de 40 años. Creo en el amor, y creo en el amor en general, como concepto. Hagas lo que hagas, hazlo con amor. Y al final piensa que la vida es estar aquí ahora y dedicarse. Decía Pablo Messiez que el amor es detenerse. Detenerse en alguien. Creo que tiene razón, que hay algo de esto: «Estoy aquí ahora queriéndote, me estoy deteniendo en esto, en ti». El amor es algo que cuido y cosecho, sea a mi familia, mis amigos o mi trabajo, hoy que todo va tan rápido la forma de querer es detenerse.
-María Isabel Díaz, «la mami de la marea amarilla», aseguró a YES que «Vis a vis» es una serie comprometida con la igualdad. Te defines sin peros como feminista, pero no te hace gracia que te llamen «feminazi».
-Es que me parece que se confunden términos, y creo que al final mucha gente que no se quiere sumar al carro del feminismo es por un desconocimiento absoluto de lo que significa; por entender, por ejemplo, que el feminismo es al final lo mismo que el machismo, que defiende la superioridad de la mujer. El feminismo por definición no es radical. El feminismo lo que quiere es la igualdad, para poder ser más libres y felices. Criticarlo responde a la ignorancia de la gente joven, o de gente mayor, que nunca se ha parado a pensarlo. Yo, hace unos años, no me sentía parte de esto...
-¿Cuándo te sumaste a la causa?
-Hace dos años, con Las chicas del cable, cuando empecé a estudiar ese personaje, la situación en la que está (es una mujer maltratada). Ahí fue cuando empecé a darme cuenta de que mi lucha era necesaria. Yo siempre había perseguido ser libre, y por lo tanto siempre había sido feminista... pero nunca antes me había puesto esa bandera, quizá porque nunca me han gustado las etiquetas. Pero a raíz de mi papel en Las chicas del cable sentí que era una responsabilidad ponerme esa etiqueta, abrazar esa bandera y sentirme parte del movimiento, porque siempre había sido parte del movimiento sin quererlo, o sin saberlo. Hoy por hoy el feminismo es un trending topic de mi día a día, un tema de conversación habitual, como el tomar conciencia de lo machistas que somos, a veces sin querer, en muchas cosas. Pero creo que esta es una batalla que hay que pelear desde el amor.
-¿No hay victoria sin amor?
-Y sin respeto tampoco. Ese machismo es parte de la educación que recibimos. Y hay que reeducarnos, hay que hacerlo con cariño, no desde la violencia hacia los hombres, claro... Ganarse el respeto como persona solo se consigue desde el respeto.