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¿Seguiremos morenos en otoño?

CLÁUDIA MORÁN

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OLVIDA LAS FÓRMULAS MÁGICAS No existen, la única manera de prolongar el bronceado es seguir tomando el sol. Pero ojo, porque la piel necesita un respiro. Los expertos advierten que lo más importante es nuestra salud, y la dermatológica también cuenta

22 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegó septiembre y lo bueno se acaba. Las vacaciones, la playa, los chiringuitos… y nuestro bronceado. Muchos manifiestan su deseo de prolongar el moreno de piel lo máximo posible, pero lamentablemente solo hay una forma de conseguirlo: no dejar de tomar el sol. «Si no es por el sol, el bronceado se va perdiendo de forma paulatina porque se va la capa córnea de la epidermis», afirma Eduardo Fonseca, jefe de dermatología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac).

Sabemos que existen soluciones como «fármacos para estimular la melanina, evitar la exfoliación de la piel» o la famosa técnica de la zanahoria. Pero, en este último caso, el doctor matiza: «Los carotenos de la zanahoria pueden dar un tono amarillento a la piel, pero eso no tiene nada que ver con el bronceado».

El invierno también es una época en la que podemos adquirir un buen bronceado de forma natural. Eso ocurre porque, «aunque en invierno las horas de luz y la intensidad de la radiación son inferiores, la pigmentación de la piel depende de la intensidad de la radiación recibida», indica Fonseca. Por ese motivo, tomar el sol en invierno no nos libra de sus consecuencias nocivas. «Si, por ejemplo, vamos a la montaña, las quemaduras son frecuentísimas», observa el doctor.

NO TE QUEMES

Si bien el experto del Chuac señala que «la exposición solar es imprescindible en el ser humano para sintetizar vitamina D», insiste en que «lo fundamental es no quemarse».

Fonseca pone el acento en la responsabilidad porque «no hay que perder de vista que existen otro tipo de problemas en función de la radiación solar acumulada a lo largo de toda la vida, el tipo de piel que se tiene, la genética, y otros factores como el alcohol, el tabaco o los productos tóxicos».

Blanca Porto, doctora en su propia clínica de medicina estética, recuerda que existen dos tipos de sol, «el bueno, el que no pica, el de la mañana o última hora del día, y que es el que produce la vitamina D, y el sol malo». «El problema es que la gente, cuando va a tomar el sol, lo hace a mediodía, y eso no es saludable».

«Pensar que a mayor bronceado mejor aspecto es mentira. Las arrugas se marcan más y la piel, para defenderse, va creando una queratosis, se va haciendo más gruesa», explica la doctora. Para Porto, continuar bronceándonos justamente después del verano «es un error», «tenemos la piel dañada y deshidratada, por lo que aparentamos más años». «Lo primero que hago cuando vienen mis pacientes a la clínica es darles una fórmula despigmentante para tener un buen terreno que permita hacerse los tratamientos de invierno, como el ácido hialurónico de hidratación», explica.

La recomendación de la doctora es contraria a continuar exponiendo la piel a la radiación solar. «Igual que cuidamos el pelo después del verano, con la piel sucede lo mismo. Hay fórmulas de recuperación con ácido retinoico, con lo cual esa capa superficial se va y la piel mejora para poder empezar a tratarla». Cuanto más buena sea la calidad de tu piel, más joven aparentas ser, asegura.