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Elena Rivera: «Me ven muy angelical, pero tengo mi pronto Karina»

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«Mis padres me enseñaron que la vida no es fácil», cuenta Elena, que empezó con solo 12 años a ser Karina. La mitad de Carlitos dice adiós a los Alcántara, se va «casada» y con nuevos retos bajo el brazo. Su química con Jon Kortajarena es fuerte, pero ella lo tiene claro: «Nada es de una vez y para siempre»

29 nov 2018 . Actualizado a las 20:31 h.

La sustancia de Cuéntame «está en los giros», dice Karina. En complicar las cosas, saltearlas de idas y venidas y tenernos con el corazón en un puño. Es la sal de ese cuadro en movimiento que nos devuelve el reflejo de todo lo que fuimos. Elena Rivera (Zaragoza, 29 de agosto de 1992) nos cuenta que se va. Deja Cuéntame tal cual llegó, feliz y contenta. Con Karina casada, y del brazo de su compañero de fatigas desde que aterrizó en un plató. «Ricardo (Gómez) y yo fuimos de la mano desde el principio, muy a la vez, desde pequeños hemos trabajado muy parecido. Y ahora nos vamos a la vez. A mí este me parece el mejor final para Karina».

-Sois un fiel retrato de los españoles de varias generaciones, pero con giros sorpresa. La montáis hasta en una boda.

-¡Totalmente! Es que la relación de Carlos y Karina siempre es un ni contigo ni sin ti, siempre ha tenido ese punto de sorpresa y de locura. Su boda no podía ser convencional. Se quieren muchísimo, pero siempre están a la gresca. Es el enganche de esta pareja...

-Y es verosímil. Las parejas reales son un poco así, ¿o no?

-Sí. La vida, la verdad, es un poco así. No es todo de una vez y para siempre, ni de color de rosa todo el tiempo. Encontramos obstáculos y hay que ir superándolos. Esa es la vida real.

-¿Has vivido tú una pedida como la que le ha hecho Carlos a Karina?

-¡No, no! Ja, ja, ja. De momento... no. Pero ha sido muy original. Me llamó la atención, porque no sabía cómo lo iban a plantear, podían echarse a lo fácil y típico, y no. Me encanta cuando Karina le dice: «Te veo cansado», y él le dice: «¿Pero quieres ca(n)sarte conmigo?».

-Se puede estar felizmente ca(n)sado. #Karlina, el hashtag que lleváis en redes, le quita etiquetas al amor. Hace años le dijiste a Carlitos: «No quiero ser tu novia... ¡Yo te quiero más!».

-¡Sí, claro! Porque hay cosas que no tienen por qué encerrarse en un nombre, limitarse. Esto de «es mi novia» o «mi novio» es como marcar una propiedad. Siempre me ha gustado ese carácter que tiene Karina desde pequeña. Ellos dos tienen que estar juntos, quieran o no, es que se necesitan. El azar o el destino, como lo quieras llamar, decide por ellos. La suya es una química especial, no hace falta ni que se hablen. Solo con mirarse se entienden. Ricardo y yo fuimos de la mano, muy a la vez. Siempre nos salió rodado, desde que nos presentamos al cásting e hicimos la prueba juntos lo nuestro funcionó. ¡Hay cosas que nos salen en una toma única! Él sabe qué me pasa, o si me quedo en blanco... nos entendemos bien, la química es fuerte.

-¿Te reconoces mucho en Karina?

-Ese pronto que tiene ella para saltar cuando ve que las cosas no son justas lo tengo yo. Todas las verdades las digo a la cara, yo no me ando con rodeos. Cuando me enfado saco mi punto Karina.

-Mójate sin quedar bien con los suegros. ¿Alcántara favorito?

-Pues mira... ¡Herminia! La abuela es la esencia de Cuéntame. La gente por la calle te habla sobre todo de Herminia, todo el mundo la identifica con su madre o con su abuela. Y María (Galiana) lo hace tan bien. Yo conozco personalmente a María...

-... que nos dijo en una entrevista que ella, en realidad, no era nada abuelita.

-¡Nada, nada! Pero luego por allí en plató te la comes. Nos cuida mucho. Es nuestra profesora, que ella ha sido profesora toda la vida. Tiene mucho mérito que interprete a este personaje tan querido. ¡Herminia es la abuela de España!

-«Esto es todo, amigos», hemos leído en tu Instagram. ¿Entonces, es una despedida, pones hoy punto final a 18 años en «Cuéntame»?

-Sí. Ricardo y yo fuimos de la mano también en esto. Él me comentó personalmente la decisión que había tomado, y eso era algo que me repercutía directamente a mí. Él consideraba que me lo tenía que decir y me lo dijo de las primeras. Y yo fui mirando el camino de las tramas, y decidí lo mismo, cuando vi el final de esta temporada me pareció perfecto. No veía un final mejor para Karina.

-Debe de ser duro después de tantos años «enkarinada»...

-Bueno... Después de tantos años, lo que quería era quedarme satisfecha. Pasa el tiempo y los buenos finales se agradecen muchísimo. Pasa el tiempo y sabes que un final tiene que haber. Es así.

-¿No te dan miedo los finales?

-Me dan un poquito de vértigo. En este caso, esa comodidad de estar allí un año y otro como en casa se termina, pero considero que en este oficio hay que mudar de piel y afrontar nuevos retos.

-Hay que independizarse.

-Sí. Ahora empiezo La vuelta de Nora, una secuela de Casa de muñecas de Ibsen. Estoy descubriendo al personaje, y otra gente nueva con la que trabajar.

-Estrenas sobre las tablas y también la segunda temporada de «La verdad». Cuéntame la verdad sobre esa química que tienes tú con Jon Kortajarena...

-Jajaja. Pues es algo en lo que no había caído... pero sí, esto de que haya feeling desde el primer momento a mí me funciona. Y se ve que traspasa las pantallas. Con Jon me pasó un poco lo mismo que con Ricardo. Hubo feeling y después tratando más con él, ahora que hay amistad, sé por qué. Son sensaciones que tengo. Él es como yo, muy payaso, muy de la familia, gente normal que es raro ver en este mundo tan peligroso...

-¿Por qué es un mundo peligroso?

-Te dicen y vives tantas cosas que si no tienes la cabeza bien puesta es fácil que se te vaya. Llevas tantos años, desde tan pequeña... Pero yo iba y venía desde Zaragoza a Madrid, venía para grabar y en cuanto terminaba me iba a mi casa en Zaragoza, con mi vida normal, mi gente, a mi colegio. Como actriz te regalan la oreja y hay que tener cuidado.

-Pero tu vocación es la enseñanza. ¿Sigues estudiando Educación Infantil?

-Sí, me quedan un par de asignaturas. Si todo va bien, este año ya acabo.

-¿Vas a meterte en el papel de profe?

-No lo sé... Mi intención es terminar los estudios y bajar un poco el ritmo, que voy muy rápido. Cuando terminé el bachillerato, ese momento clave en el que no sabes bien por dónde tirar, me dio miedo centrarme solo en la interpretación. Yo he sido una privilegiada, haber crecido en Cuéntame es una suerte, porque una serie así es una escuela, no dejas de aprender cosas día a día. Pero a la vez tenía esa otra vocación. Siempre me han gustado mucho los niños pequeños. Y es también por tener un plan B, pero no es que piense ahora en ser maestra ya el año que viene y presentarme a una oposición. Nunca se sabe, la vida es larga.

-¿Qué es lo que más te gusta en la vida, qué haces cuando no actúas?

-Soy muy sencilla. Me hacen feliz las cosas más simples. Yo no tengo que irme a la otra punta del mundo para decir «¡Qué relax!» o «Necesito desconectar». Es bonito viajar, moverse y aprender cosas, pero, cuando tengo unos días de vacaciones, mi prioridad es cuadrar fechas y pillar un tren para irme al pueblo con mis abuelos, que no los veo mucho.

-¿Y ese pueblo cuál es?

-Alcázar de San Juan, en Ciudad Real. Me encanta irme al pueblo o a la playa, pero más bien cerquita, siempre. Estoy a gusto conmigo cuando estoy tranquila y me siento entre los míos.

-Empezaste como una «estrella menuda» haciendo de Paloma San Basilio en la tele, cantando el mítico «Juntos».

-Sí... ¡y soy muy cantarina! Me paso el día cantando, en el coche, en la ducha, en todas partes. A veces hasta mi gente me dice: «Va, venga, Elena, ¡cállate!», jajaja. Soy musical, voy por la calle cantando, con la radio puesta.

-Llevas la música a todas partes.

-Me parece una buena filosofía, que la música te acompañe... ¿no? Si estás sola en casa o estás triste, te pones música y ya empiezas a sentirte mejor.

-¿Cuál ha sido para ti la mejor década, la etapa o momento más especial que guardas en el baúl de los recuerdos?

-He tenido muchos, muchos, momentos muy bonitos, pero igual recuerdo con un cariño especial, porque fue lo primero que hice y era muy pequeña, lo de hacer de Paloma San Basilio, la época de Menudas estrellas. Si voy a casa de mis padres y ponen los vídeos de aquellos programas... a mis padres esa nostalgia les puede, recordar todo lo que eso supuso, los desplazamientos a Barcelona, porque tenía que grabar allí, que te caracterizasen como lo hacían, con aquellos vestidos tan bonitos... Era como entrar en un sueño, en un mundo mágico. Siempre que lo recuerdo, me emociona, pero para bien. Ese es un momento que me yo guardo para siempre.

-Dices que las personas deben ser como los pilares, tener los cimientos sólidos para sostenerse, para no venirse abajo. Das la impresión de ser una persona de aspecto frágil y delicado, pero con una base fuerte, inamovible.

-Sí, totalmente. Yo me veo así. Suelen verme esa cosa angelical, pero yo tengo carácter y las cosas claras. Y me siento muy arraigada. Mis padres se encargaron de poner esos cimientos, las bases que me sostienen. Me han enseñado con el ejemplo que la vida no es siempre fácil ni de color de rosa, y que hay que ir aprendiendo. Porque todo es aprender.

-¿De los errores se aprende?

-Sí. Cada cosa que te pase, sea buena o sea mala, puede enseñarte algo.