«Rosa, ¿cómo lo haces?». Es la pregunta que más veces le han hecho a Rosa Pich, madre de 18 hijos, tres de ellos fallecidos. Tiene casi 50.000 seguidores en Instagram, quedó viuda hace dos años y su libro «Cómo ser feliz con 1,2,3... hijos?» está traducido a15 idiomas
07 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.«Al final la gente quiere ver cómo lo haces: si en tu familia es todo caos, lloros, gritos. Si eres una mamá gorda y fea». Esto sostiene Rosa Pich-Aguilera (Barcelona, 1965) que se mueve en las redes sociales con casi 50.000 seguidores en Instagram. «Mi blog tiene más de 300.000 visualizaciones y el canal de YouTube, que es Familia Postigo, suma 1.400.000 visitas». Cada día, «sobre las ocho de la tarde, suelo colgar una o varias historias que la gente quiere ver. Y a veces mi hija diciéndome: '¡Mamá! Has colgado una foto en la que se te ve un grano'. Las instagramers profesionales se hacen miles de fotos y suben la mejor. En mi caso un día lloras, otro día ríes, otro día te han llamado del colegio y te han pegado la bronca, otro día tu hijo está hospitalizado... Es mi día a día. Quiero colgar esa realidad, no lo que no es real». Esto decía durante su reciente estancia en Santiago, donde mantuvo un encuentro con universitarias, en el colegio mayor Arosa, y otro con un grupo de familias, en ambos casos para hablar de su libro Cómo ser feliz con 1,2,3... hijos? (Palabra) que va por la séptima edición y «ya está traducido a 15 idiomas».
Rosa explica que lo escribió «en un mes, con 8 hijos en una casita de la montaña, con todo el caos de estar unos haciendo los deberes del verano, otros peleándose, otros avisando: '¡Mama! el agua de los macarrones sale de la olla...'. No era eso de que me voy a inspirar, niños no molestéis. Es un libro muy vivido».
Si algo tiene esta mujer de conversación rápida y sonrisa fácil son vivencias y récords: «Yo he tenido 18 hijos. Me dieron el premio Familia Europea Numerosa del año en 2015», según el jurado por su «ejemplo de lucha, afán de superación y apuesta por la vida». También fue la familia española con más hijos escolarizados. Ahora «tengo solo siete en el colegio, seis en la universidad y dos trabajando. En casa estoy con diez hijos. En su momento coincidieron los 16». Y muestra la foto, de mayo del 2012, en la que están todos.
«No tengáis más hijos»
Los comienzos de Rosa y su marido, Chema Postigo, fueron complicados: «La hija mayor, Carmina, nació muy enferma del corazón. La segunda, Monsita, se murió al año y medio, y el tercero, Javi, a los diez días de nacer. Enterramos a dos hijos en cuatro meses y la mayor, que en ese momento tenía dos años y medio, nos habían dicho que no viviría más de tres años [después le pusimos un marcapasos y pudo vivir más, hasta los 22. Se murió en un cambio de marcapasos que nadie se muere por eso...]», evoca. «Tras el doble fallecimiento los médicos nos dijeron: 'no tengáis más hijos'. Era el año 1992, las Olimpiadas en Barcelona. Todo era euforia, fuegos artificiales y nos decían que no tuviéramos más hijos. Yo estaba en el hospital San Juan de Dios y pensaba: quiero abrir esa ventana y decir adiós, mundo cruel...».
Nadie se mete en tu cama
Según Rosa, salieron adelante gracias a que son creyentes, «a una fe vivida». Y enfatiza, «nadie decide lo que pasa en tu cama: ni tu padre, ni tu madre, ni tus amigas que te han visto llorar tanto... Hace unos años estuve con mi marido en Hong Kong en una conferencia con matrimonios chinos y les decía eso: ‘Nadie se mete en tu cama, ni decide lo que va pasar en tu cama. Ni el ministro de turno... Recuerdo que cuando iba a tener otro hijo me hacía la ecografía y veían que tenía problemas de corazón. Entonces me decían: 'Aquí la ley te ampara, puedes abortar y gratis [imagínate para una catalana: ¡gratis!]'. Pero no quiero abortar. Quiero tener el bebé y luchar».
Los problemas de corazón de algunos de sus hijos han hecho posible una investigación científica. Hace unos años una médico canadiense quería estudiar las enfermedades congénitas y se encontró con el problema de que los matrimonios «tenían uno o dos hijos y como nacían enfermos ya no tenían más. Pero con nosotros sí podía investigar porque además yo vengo de una familia de 16 hermanos, mi marido de 14, y ha hecho un estudio de cien personas que es una pasada. Así que encima ¡hemos colaborado con la ciencia!».
Rosa trabaja en una empresa de eventos «solo por las mañanas». «He trabajado siempre, desde los 17 años», dice. En cuanto al descanso, en el libro hay un capítulo que dice Tiempo para mí. «Ahí digo que soy egoísta: hay que buscar un tiempo para ti. Hace poco he estado en un congreso en Barcelona, en el IESE, y vino un hebreo que es profesor de Harvard y está en la Cátedra de la Ciencia de la Felicidad. Explicaba que el hombre tenía que aprender a descansar ya que incluso Dios creador descansó. Y me quedé con eso, o ¿vamos a ser nosotros más que dioses? Descanso mucho con mis hijos, yendo juntos a un museo o a visitar a una tía mía, soltera, de 90 años, que vive sola».
Otro apartado del libro es sobre los amigos: «Soy una persona nerviosa y necesito hacer deporte [juega a pádel]. Hay que buscar tiempo para estar con los amigos, para las oenegés. En casa hay listas no solo de encargos y de cosas para mejorar: hay una de oenegés con la que enseñamos a nuestros hijos a ayudar, a darse a los demás».
Rosa cuenta cómo cuando sus hijos eran más pequeños la veían «por la calle con el bombo, empujando el cochecito, un niño a un lado y tres por el otro» y le decían: «'Loca, ¿qué haces con tantos niños?'. Yo les sonreía. Ahora sigo viviendo en el mismo barrio y cuando me ven me dan las gracias 'porque así tenemos quien nos va a pagar las pensiones...'. En España los políticos miran para otro lado pero cada día somos menos, se ha perdido la riqueza de la familia, de los hijos».
Al que ha perdido también Rosa, hace un par de años, es a su marido, algo «durísimo». «No nos dimos cuenta de que tenía un cáncer y en dos semanas se murió». Recuerda: «Colgué una foto muy bonita en Instagram con mi marido en el hospital, con el batín, y mis hijos. Ahí se lo comunicó y como somos una familia con fe pues les decía: 'Dios es muy bueno, es nuestro padre, nos quiere mucho...'. La fe es una gracia, que no todo el mundo la tiene. A mis seguidores de Instagram les pedía entonces que rezaran el rosario en familia pero, claro ahí hay chinos, budistas, musulmanes... Me decían: 'Yo no rezo pero te envío ¡energía positiva!'. Pues bienvenida sea». «Entonces mi hijo pequeño tenía siete años así que pensé: 'se merece una infancia feliz y vamos, entre todos, a dársela'. En una familia grande las alegrías se multiplican y las tristezas se comparten». Un periodista que fue al funeral, Jaume Figa, acaba de publicar un libro sobre el marido de Rosa: Chema Postigo. El hombre que hizo volar su corazón (Palabra).