Es una de las gallegas con más rodaje, y la valiente jueza de «Vivir sin permiso». Marta Larralde, muy de mar y muy de la ría de Vigo, prepara la secuela de «Olvido y León», rodada en Ribadavia. «El momento más brutal de mi vida fue el parto de mi hijo», asegura
22 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Actriz, corredora y saltimbanqui. En tres palabras se presenta Marta Larralde (Vigo, 22 de abril de 1981), la menor de tres hermanos, que tiene un pie (siempre que puede) en Vigo y otro en Madrid. La actriz se ha sumado a Vivir sin permiso en la piel de la jueza Marina Cambeiro, para actuar contra la ley del más fuerte de Oeste. Enamorada de la playa y el yoga, su paraíso está en las Ons. «Yo soy más de Ons que de Cíes, quizá porque he ido mucho más. He vivido muchas historias en Ons, voy cada año», cuenta. A las playas joya de Cangas va desde que estaba en la barriga de su madre. «Liméns, Nerga, Barra y Castiñeiras... Toda esa costa me la conozco muy bien, allí me siento como en casa. Desde que estaba en la barriga de mi madre, ya nadaba yo en esas gélidas aguas», cuenta.
-Este verano, nos dijiste que te puede la morriña, que siempre que tienes ocasión te escapas a Galicia.
-Sí. Y esa morriña me la cura el lacón con grelos de mi madre, y otras cosas... El lacón, un pulpiño, unas navajas. Eso, mi familia y el mar me curan la morriña. Volver a mi tierra siempre me calma. Yo soy muy de mar.
-Y de la cocina de mamá...
-Es que mi madre es muy buena cocinera. ¿La última vez que estuve en Vigo, qué me hizo? Lacón con grelos.
-¿Reconoces tu Galicia en Oeste?
-Bueno, Oeste es una ficción, es una comarca que no existe. Está en Galicia, pero no sabemos dónde se ubica. Reconozco los paisajes, pero no puedo decir si reconozco a Nemo Bandeira. No sé si tiene que ver con uno de los Charlines, algo habrá... Aquí hay mucha acción y giros inesperadas. Supongo que Manolo [Rivas, autor del libro en que se basa la serie] se habrá inspirado en algunos caciques gallegos.
-¿Compartes esa frase de Luis Zahera que encendió la polémica en redes: «Todos llevamos un narco dentro»?
-No lo he oído... No sé qué quiso decir, quizá que todos tenemos un precio.
-¿Cómo viste a Galicia en estos Goya?
-Me emocionó Benedicta Sánchez. Me hizo mucha ilusión que le diesen el Goya, y que O que arde estuviese ahí es un orgullo. Oliver Laxe lleva y va a seguir llevando Galicia por el mundo.
-¿Pides permiso o eres de asumir riesgos y lanzarse?
-Yo me lanzo. En cuestiones de trabajo a veces me cuesta rechazar las cosas, pero hay que cuidar las condiciones, que en este trabajo, como en otros muchos, a veces no son las adecuadas. Es entonces cuando tenemos que decir no. Con pena, porque encanta trabajar, pero hay que defender la dignidad.
-Llevas 20 años de rodaje. El debut fue «Lena». La tierna «León y olvido», del ourensano Xavier Bermúdez, un punto y aparte. Hace unas semanas volvimos a verte en «La playa de los ahogados». «Gran hotel», «Seis hermanas», «Fariña». Pero empezaste detrás de las cámaras, ¿cómo fue el salto adelante?
-Estudié Imagen y sonido. Al principio me gustaba mucho la parte técnica. Estudié Realización, pero vinieron a rodar Lena a Vigo, yo quería estar ahí y me presenté al cásting. Y me cogieron... Fue casualidad. En la escuela, cuando hacíamos las prácticas, yo solía actuar. Mis compañeros y mis profesores me decían que lo hacía bien, que tenía madera de actriz. Yo me reía y parece que la suerte me sonrió. ¡Me tocó la varita mágica! Y descubrí una profesión por la que nunca sentí vocación. No era de las que de pequeñas hacían teatro en casa...
-¿Qué querías ser?
-Muchas cosas. Bombero, psicóloga, detective, atleta profesional... Y siempre me interesó ayudar a la gente. También el deporte. No tuve una vocación clara. Nunca me gustó llamar la atención, pero la llamaba... Me gusta pasar desapercibida, no me gusta ser el centro de atención en las reuniones de amigos.
-¿Actriz para vencer la timidez?
-No sé si tanto... pero tengo mis vergüenzas y mis timideces. Y tengo claro que no soy actriz por el hecho de que me guste estar en el punto de mira. Lo que me gusta de mi oficio es descubrir otras maneras de pensar, de actuar, otras vidas. Me gusta conectar con los personajes y con las personas que los disfrutan. Es una forma de entender al ser humano. Creo que la profesión me ha hecho crecer también como persona.
-En «Onde está a felicidade» nos invitaste a un viaje en busca de respuestas. ¿Dónde encuentras la felicidad?
-En una autocaravana viajando por las playas. Es lo que más me gusta, viajar en autocaravana con mi familia. La felicidad está en eso, en estar con las personas que te quieren y están a tu lado en los momentos buenos y en los malos. La felicidad son momentos concretos.
-¿Cuál ha sido el papel de tu vida?
-Todos me han hecho crecer. Lena fue el primero y León y Olvido me ha dado muchos premios internacionales, ¡que siempre le vienen bien al ego! Yo creo que el papel de mi vida está por llegar. Que lleguen muchos, muchos.
-¿Y tu momento más de cine?
-Parir a mi hijo fue el momento más brutal. Fue de lo más salvaje, romántico y duro, no sé si cinematográfico...
-¿Tienes un mantra o una frase de abuela de la que no te desprendes?
-Eu sempre digo: «Son de Vigho y no lo niegho»... jajaja. Me gusta que me digan que soy como la flor do toxo. Un amigo siempre me lo decía...
-Fuiste la «mujer» de Sito Miñanco, ahora te atreves a enfrentarte a Nemo Bandeira. ¿Próximos retos?
-Estamos con Caronte, una serie para Telecinco en la que también están Roberto Álamo, Miriam Giovanelli, Carlos Hipólito, Belén López o Julieta Serrano.
-La secuela de «León y Olvido» te ha traído de rodaje a Laias.
-Sí, a finales del 2019 estuvimos rodando Olvido y León en la zona de Ribadavia, que se estrena este año. Y en enero impartimos en Vigo el taller El trabajo del actor en el set, que volveremos a dar. Compartir lo aprendido me gusta mucho.
-¿Quiénes han sido tus maestros?
-Corazza, Fernando Piernas, Paloma Pedrero, Raquel Pérez, con la que he trabajado mucho últimamente... He estudiado con mucha gente y he ido a muchos seminarios. No dejo de aprender.
-¿Qué le dirías a alguien que siente el «gusanillo», ese que te picó en «Los lunes al sol» cuando eras auxiliar de dirección y veías a Bardem y a Tosar?
-Que escuche sus pasiones y se lance. Y que se forme, se forme, se forme. Esto es un parar. Que tenga inquietud, curiosidad, muchas ganas de aprender... y aguante. Porque es una profesión dura, en la que hay vaivenes, momentos buenos y momentos muy malos, de rechazos. Pero hay que entender que no es un rechazo personal, que no te vean para un personaje en concreto no significa que no valgas como actriz. Cuando te dicen que no es difícil pensar que no es un no para ti, para tu persona y tu arte. Pero no hay que venirse abajo. Son consejos que me aplico a mí. Si no me enfoco, me vengo abajo. Soy una actriz que vive de esto, y eso ya es fortuna, pero he tenido momentos de pensar que no iba a trabajar más.
-¿Tu apoyo incondicional, tu fuerte?
-Mi familia. Mi marido, que siempre ha estado ahí, aguantándome. Las prioridades cambian, pero es valioso tener un compañero de vida, que está a las duras y a las maduras. Depende de lo que quieras. Hay quien prefiere la aventura de vivir pasiones cortas, intensas. Y todo tiene su lado bueno y su lado malo. Nada, si es verdad, es ideal. Siempre ocurre un poco eso de querer lo que no se tiene. Lo importante es que uno sea el director de su vida. La clave es ir dando pasitos para construir lo que uno quiere en la vida. Que no te pueda el qué dirán ni lo que puedan pensar los demás. Pon la mano en el corazón y pregúntate: «¿Qué quiero?».