En general, aquí concedemos a los políticos el derecho a vivir como les pete. Las parejas ministeriales y esa politización constante de la familia en la que incurre la derecha extrema puede que acaben fastidiando el modelo, pero casi todas las peripecias carnales de cargos y carguillos han sido una cuestión privada que apenas han dado para un par de salseos sin trascendencia para sus carreras.
Francia presumía también de ese respeto por la vida privada de sus políticos, y eso a pesar de que los galos han sido bastante creativos en las gestiones íntimas. La hija secreta de Mitterrand dejó de serlo justo en su entierro; Sarkozy se divorció y se casó con Carla Bruni ya en el Elíseo, y bajo esa complexión de hombre corriente de Françoise Hollande acechaba un revoltoso capaz de lidiar con un triángulo amoroso en el que se mezclaron la política, el cine y el periodismo. Todo muy suculento para comentar en la peluquería, pero intrascendente en el Consejo de Ministros. Pero esta tradición tan sólida como la Marsellesa acaba de saltar por los aires. El candidato de Macron a la alcaldía de París, Benjamin Griveaux, ha renunciado a su carrera política tras la difusión de un vídeo sexual que ha metido literalmente a los franceses en la intimidad brutal del cachorro macroniano. En el escándalo andan metidos un artista ruso y un abogado de madre española, pero lo relevante es la contemporaneidad de la crisis, en algunos momentos tan parecida al episodio primero de Black Mirror, con permiso del cerdo.
EXPUESTOS Y FRÁGILES
Las redes sociales y esta neosensibilidad tan posmoderna amenazan también a los políticos, más expuestos y frágiles que nunca. También esto llegará a España, con varios cooperadores necesarios dentro de la casa. La avanzadilla está en manos de Vox, expertos en convertir la familia y el amor en una cuestión ideológica, pero que Pablo Iglesias e Irene Montero compartan las deliberaciones del Consejo de Ministros es una anomalía que no tendría que haberse producido y que expone a los dos políticos a una situación nueva con consecuencias impredecibles en caso de crisis marital.
La globalización también era esto. En cualquier momento aparece una becaria con un vestido.