
No me llames Manuel porque no es lo mismo. Sobre todo si detrás de este cambio de nombre hay una historia tan bonita. El cariñoso homenaje que un hijo ha querido hacerle a su padre
04 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Hace ya cerca de tres años que Manuel Hernández no se llama Manuel, sino Manolo. El matiz no es nimio. Porque detrás de este cambio hay una historia de amor. Fue, precisamente, ese amor a su padre fallecido lo que le impulsó a adquirir el nombre por el que se conocía a su progenitor. Una decisión de la que se siente muy orgulloso porque ahora cada vez que alguien le llama Manolo, se acuerda de la persona que le ayudó a dar sus primeros pasos en la vida.

«Yo soy Manuel de nacimiento y he sido Manuel toda mi vida. Mi padre también era Manuel, pero todo el mundo le llamaba Manolo. En Hervás (Cáceres) así lo llamaban sus amigos y los clientes del bar que tenía. Y, en realidad, Manolo era su nombre. A mí, la primera persona que me empezó a llamar Manolo fue la que entonces era mi novia y que ahora es mi mujer. Y luego ya, en mi círculo familiar propio, cuando me casé y todo esto, también era Manolo, aunque para el resto de la familia seguía siendo Manuel», explica el que es el decano del Colegio de Abogados de Sabadell y un gran aficionado a hacer el Camino de Santiago. Lleva 94 compostelas sobre sus piernas ni más ni menos y es un apasionado de Galicia. Tanto que se define como «extremeño de nacimiento, catalán de formación y gallego de vocación». Con el paso de los años, sus amigos también comenzaron a llamarle Manolo: «Pero en el ámbito familiar seguía siendo Manuel y era así porque además a mí no me correspondía. En cada casa el nombre de Manolo tiene unas connotaciones diferentes, para nosotros era un rango de autoridad que le correspondía a mi padre», comenta orgulloso este hijo que define a su progenitor como «un hombre hecho a sí mismo», una de las cualidades que más valoraba de él, entre muchas otras: «La figura de mi padre siempre ha sido muy importante para mí. Por eso, le he querido homenajear adoptando formalmente su nombre».
UN BONITO GESTO
Y así fue. El fallecimiento de Manolo padre supuso un duro golpe para su hijo, que vio en el hecho de heredar su nombre un bonito gesto, que además le ayudaría a recordar al hombre que le dio la vida: «Coincidió que mi padre falleció al poco tiempo de llegar al decanato y ya pasé a asumir como propio el nombre de Manolo. Hasta el punto de que me hice tarjetas con ese nombre y empecé a firmar correspondencia oficial como Manolo, aunque todavía no me había cambiado el nombre. Pero eso lo hice en homenaje a mi padre. Se lo merecía. Entonces fue cuando decidí presentar un expediente de cambio de nombre. El proceso es un poco farragoso, pero que no tiene ninguna complicación especial. Ahora, oficialmente en el DNI y a todos los efectos, mi nombre es Manolo. Y para mí es una alegría que me llamen así porque me hace acordarme de él».
Manolo hijo se recrea recordando la infancia al lado de su padre en Hervás y luego en Sabadell: «Siempre fue un hombre con mucha iniciativa. Emigró en los años 60 a Cataluña, cuando se produjo aquella inmigración importante de Extremadura y Andalucía. Lo hizo no porque estuviese mal en el pueblo, él tenía un bar, la distribución de diversas bebidas, tenía una bodega y cosechaba vino... Todavía recuerdo repartir con siete u ocho años las cajas de cerveza y gaseosa con un carro de dos ruedas. Se ganaba bien la vida en el pueblo, pero mi madre se cayó y se rompió la clavícula y dejó de poder atender todo lo que era el bar y la cocina. Y se ve que a mi padre se le vino el mundo encima y pensó que no iba a poder continuar con toda aquella actividad si mi madre no estaba en condiciones porque la lesión iba para largo. Y decidió abandonar el pueblo», se fue a Sabadell donde un vecino y amigo suyo ya estaba allí y le había dicho que no le resultaría difícil encontrar trabajo. Y así fue. Primero fue Manolo padre de avanzadilla para buscarse la vida y luego regresó meses después para llevarse a su mujer y su hijo a Cataluña. Una imagen que nunca se le olvidará a su vástago: «Nos montamos en un camión con los muebles que cabían en él. Todavía recuerdo el trayecto de Hervás a Sabadell en aquel camión. Y luego mi padre siempre ha sido un hombre muy activo, muy dinámico», una actitud ante la vida que también heredó su hijo, aunque no fue lo único: «Además de su carácter también tengo su genética. Porque esa afición de hacer etapas muy largas en el Camino de Santiago me viene de mi padre. A él siempre le ha gustado andar mucho. Procedía de una familia de vaqueros y estaba muy acostumbrado a caminar», por no decir que eran como dos gotas de agua.