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Está saboreando el éxito, pero el que se ha cocinado ella a fuego lento durante los dos últimos años, aunque ahora el coronavirus se lo haya puesto en bandeja. Son pocos los que no han probado una de sus recetas. Laura Escanes, Malena Costa o María Fernández-Rubíes son adictas a ellas
26 abr 2020 . Actualizado a las 17:59 h.Comenzó la cuarentena con 35.000 seguidores, y va camino de los 130.000. Pero Foodtropia no es fruto del encierro ni de este repentino furor por la cocina que ha invadido el país (y las redes), sino que es un proyecto que lleva dos años en marcha, creciendo poco a poco, funcionando muy bien, aunque es obvio que «lo de estos días ha sido una barbaridad, un bum total», confiesa Paola Freire Gómez-Chao. Esta gallega firma las recetas que copian, entre otras, influencers como Laura Escanes o María Fernández-Rubíes, modelos como Malena Costa o actrices como Macarena García. Y miles y miles de personas anónimas. «Creo que una de las claves del éxito -confiesa Paola- es que gente que tiene muchísimos seguidores las haya hecho y compartido. También que ahora tenemos más tiempo, antes pasaban más desapercibidas o solo se paraba la gente que le gustaba cocinar, y ahora llaman más la atención».
Si cómo se han multiplicado los seguidores sorprende, descubrir que Paola ha aparcado su carrera como abogada por su pasión por la cocina quizás todavía más. En su casa siempre le han inculcado una alimentación saludable, y ella siempre ha comido «sano, pero de forma muy variada», algo que continuó haciendo cuando se independizó. Una de sus hermanas, que está más metida en Instagram y con la que solía comer al salir del despacho, la animó a compartir sus platos, a que la gente viera cómo en poco tiempo se podía conseguir algo rico y sano. «Alguna vez ella publicaba fotos de lo que yo le preparaba, y la gente le decía: ‘¡Qué buena pinta! ¡Qué apetecible!’. Me animaba a que subiera la receta, y yo no, que no tengo Instagram... porque al final creo que si lo haces hay que hacerlo bien y tiene que ser algo cuidado», dice Paola. Pero la hermana no cesó en su empeño y acabó por crearle la cuenta para que la utilizara cuando quisiera. «Al final me fui animando, me fui enganchando y vi que me entretenía un montón -explica-». Empezó a verlo como un momento de desconexión, vio que a la gente le gustaba lo que hacía, y se dejó llevar. Coincidió con un parón profesional -ya que su marido y ella se fueron a vivir a Londres durante seis meses- que aprovechó para plantearse si realmente quería regresar al despacho de abogados o apostar por la cocina. Triunfó lo segundo. Poco a poco le fue dando forma a ese hobby para convertirlo en algo más, pero si algo tenía claro, es que si quería centrar un negocio, tenía que formarse.
Nada más regresar a Madrid se apuntó a la escuela de cocina francesa Le Cordon Bleu, donde actualmente cursa el Gran Diploma y pastelería francesa. Si a su hermana le debe ese primer empujón, al coronavirus todo el tiempo libre que, debido al parón en las clases, está teniendo para practicar, crear nuevas recetas, reinventar otras, compartir experiencias con sus seguidores, escuchar peticiones y aportar su granito de arena, cocinando snacks saludables para los sanitarios madrileños que está trabajando en primera línea.
Tradición familiar
Ella tenía su mundo montado, como muy bien dice, casi teledirigido: hacer una carrera, trabajar en lo que has estudiado... Así que nunca imaginó que acabaría dejándolo todo a un lado. «Se alinearon una serie de factores que hicieron que pudiera apostar por ello. Pero a mí, mi carrera me gustaba, hubiera seguido disfrutando de ella, pero siempre hay algo que te gusta más. En mi caso, la cocina», explica la nieta de Mercedes Amador de Freire, que durante un tiempo publicó una colección de recetas en La Voz de Galicia en su sección El mar en la cocina. «Sí, hacía muchas de pescado porque a mi abuelo le gustaba mucho el mar. -Y añade-. Mi madre siempre ha cocinado un montón y mis abuelas también. Mi abuela paterna era fabulosa. Lo llevo en la sangre, me da pena que no lo haya podido ver porque le haría mucha ilusión».
No hay duda de que tiene un instinto innato, pero no pierde ocasión para informarse, leer y «además, en la escuela nos animan a crear cosas diferentes». «A veces surgen recetas de la nada, otras las reinvento con un punto diferente. Hay clásicos que la gente no se atreve a probar porque cree que son superdifíciles, y en realidad no es así. Yo tengo una premisa: solo publico lo que me gusta. Si tengo que descartar alguna, lo hago. Suelo ser fiel a mi estilo, jamás publicaría una receta que estuviera de moda o porque a la gente le gustara. Si yo no lo consumo porque no me gusta, no lo voy a publicar», apunta. Incluso comenta que se vio a obligada a rechazar los quesos que le ofrecía una marca para que los publicitara porque no es muy fan de los lácteos.
Nada de lácteos
Si uno entra en su perfil de Instagram (@Foodtropia) puede ver una gran variedad de cremas -dice que la de lombarda y manzana tiene mucho éxito, al igual que los garbanzos con langostinos- pescados, carnes, pasta, guisos.... más de 200 publicaciones saludables, que distan mucho de los platos de dieta que conocemos. Aunque le pierde el chocolate, no suele hacer muchos dulces, pero los pocos que hacen viajan por toda España: su versión de las galletas de avena y chocolate ha dado la vuelta a las redes sociales. «Para un día que hago dulce, prefiero que sea de verdad. Apuesto por ingredientes naturales, que no haya refinados. Azúcar, mantequilla, harina... pero que sean de la mejor calidad posible. En lo dulce intento ir a lo tradicional, no arriesgar mucho», explica. Recientemente, le pidieron torrijas, y aunque nunca lo había intentado, se animó. «Yo intento acceder a las peticiones -señala-, creo que también es parte del éxito de la cuenta. Intento mantener ese contacto con los seguidores, siempre que esté a mi alcance. A ver, hace poco me pidieron una receta india, y tuve que decir que no, que de momento no estaba en mis planes».
No lleva la alimentación saludable a los extremos, dice que intenta buscar un equilibrio, y aunque de lunes a viernes procura mantener una dieta lo más equilibrada posible, cuando «salgo los fines de semana, me pego esos caprichos que igual yo no cocino o que son más elaborados». Y aclara. «Tomo pasta y pizza». No es de ultraprocesados, pero si le apetece una hamburguesa, se la hace.
Ahora las marcas le están ofreciendo colaboraciones, pero Paola apunta que su objetivo no es ser influencer. Le gustaría montar su propio negocio, pero su sueño no pasa por un restaurante, sino por dar clases o talleres, por enseñar, que es lo que a ella le gusta, y lo que, (solo hay que ver sus publicaciones), se le da bien.