
Qué cantidad de planes frustrados en las últimas siete semanas. A unos más y a otros menos, pero a todos nos ha afectado la crisis del coronavirus. Viajes, fiestas, proyectos, encuentros… Hemos tenido que aplazar la alegría y miles de besos, abrazos y apretones de manos. Algunos los hemos perdido para siempre. Hay que aguantarse. No queda otro remedio. Aunque seamos festeiros, como sucede con la pareja que les presento. Ella se llama Dolores Armendáriz Alberdi y él Lino Diéguez García. La novia es hija de una pareja vasca que se vino a trabajar a Galicia y el novio es natural de Monterroso, Lugo. «Hace un año reservamos en el hotel Portocobo (Santa Cruz, Oleiros) para el día 2 de mayo porque justo es la fecha en la que se casaron en 1970. Y coincide que también lo habían celebrado en este establecimiento enfrente del castillo de Santa Cruz hace cincuenta años», comenta su sobrina Laura Armendáriz. El veterano matrimonio regentó durante casi toda su vida un almacén de productos de mercería, que sigue funcionando y dirige su familia. El 3 de abril, viernes de Dolores, esta mujer se quedó sin celebrar con los suyos el santo. El 7 de abril fue su cumpleaños y se lo pasó jugando a las cartas con su marido y charlando con los vecinos desde sus respectivas ventanas. Y hoy, que justo hace medio siglo que se dijeron el «sí, quiero», pues tampoco puede estar rodeada de sus seres queridos, excepto Lino. Las bodas de oro le toca conmemorarlas con su eterna pareja, pero en solitario.
AQUELLA MISA EN GALLEGO
Me cuentan que se habían casado en el templo de las Capuchinas de la coruñesa calle Panaderas. Recuerdan que el sacerdote que había en aquel entonces fue de los primeros en oficiar misas en gallego. También explican que les atraía esta iglesia porque cuando eran novios iban allí porque había un coro muy bueno. Pequeñas historias que tendrán que esperar para ser escuchadas una vez más por los familiares. Batallitas que se posponen sine die. Hoy es el día de la madre, que tampoco podrá celebrar como le gustaría. La pareja tiene un hijo, Javier, y dos nietas, Julia y Ana. Y cantidad de sobrinos y sobrinos-nietos. Aquí en Galicia no son demasiados porque gran parte de los primos residen en el País Vasco. Pero Dolores y Lino cuentan con un gran tesoro que son sus muchos amigos, que casi son de la familia.
Ahora están pendientes de las noticias para ver si pueden salir a dar un paseo, si se les permite ver a las nietas de 8 y 5 años, y si, en definitiva, como nos pasa a todos, la situación empieza volver a la normalidad. El domingo pasado las pequeñas los vieron por la ventana. Fue un regalo de aniversario diferente para esta pareja entrañable. «Anulamos la comida del sábado (por ayer) y quedamos en hablar con los responsables del hotel cuando todo esto pase. No nos fijamos una fecha porque nadie sabe qué va a pasar y cómo van a ser las cosas, pero tenemos claro que vamos a celebrar por todo lo alto el santo, el cumpleaños, las bodas de oro, el Día de la Madre y hasta el Día del Padre, que también lo pasaron el casa», comenta su sobrina sin perder el buen humor. Como les decía al principio, hay cantidad de planes que se quedaron confinados. Ilusiones que no pudieron ser compartidas. Comidas y cenas para las que todavía no hay fecha. Con el inicio del nuevo mes y la proximidad del verano ojalá podamos recuperar el tiempo perdido. Nuestra pareja protagonista tiene muchas cosas que celebrar, al igual que todos nosotros. Mejor será hacer como Dolores y Lino y buscar un día para brindar por todo porque si no, nos vamos a pasar varios meses brindando por lo que en su momento no pudimos llevar a cabo. Feliz día a las mamás.