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Jorge García, psicólogo del Chuac: «En casa muchos no saben qué hacer consigo mismos»

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La lluvia, dice el experto, nos hace decaer el ánimo porque no estamos preparados para la oscuridad. «Pero mucha gente se ha sentido mejor en el teletrabajo»

18 dic 2020 . Actualizado a las 16:20 h.

 Jorge García, psicólogo clínico del Chuac, reconoce que como «Homo sapiens» la oscuridad del invierno no se nos da bien, por eso conviene «tirar de uno mismo» si decae el ánimo en esta temporada de lluvia y poca luz, pero todo va en función de cómo sea cada uno. «Hay personas para las que es muy positivo tener relaciones sociales y a otras les supone un estrés. Tenemos que movernos ahí», asegura

 
-A esta pandemia le estamos sumando mucha lluvia. ¿Nos influye en el ánimo?
-Claro, como bichos vivientes somos elementos de la naturaleza y, como Homo sapiens la oscuridad no se nos da bien. No tenemos visión nocturna y la falta de luz, la lluvia y la tormenta nos ponne en peligro, entonces las emociones aparecen por sí solas.

-¿Nos vence, entonces, esa falta de luz?
-Sí, lo llevamos en el patrimonio genético: la falta de luz nos dice que hay peligro. Y también la imposibilidad de estar activos ahorra a nuestro cerebro para que fabrique energía. Por eso tenemos un tono emocional más bajo. Y esto se acentúa con la falta de actividades sociales y lúdicas que se suelen tener fuera de casa.

-¿Qué tenemos que hacer para revertir el desánimo?
-Encender la luz [risas]. Nosotros tenemos que encender esa llama en casa con actividades sociales y lúdicas desde dentro. El peso de la naturaleza está ahí y tenemos que sobrepasarlo. Luego influye la historia personal de cada uno, a algunos estos días los llaman a la melancolía, pero también tienen su encanto. Invitan a la relajación, al contacto más íntimo con los familiares, hay que buscarle un signficado diferente.
 
-Con el teletrabajo y la falta de contacto, a muchos se les afloja el ánimo. ¿Los encierros largos pueden perjudicarnos?
-Sí, cuando dejamos de privarnos y el cerebro no se pone en marcha también se baja esa energía. Por eso somos nosotros los que tenemos que llevar la iniciativa para arrancar. Lo que denominamos ‘tirar de uno mismo', es decir, prevenir que nos caigamos demasiado, porque luego levantarnos nos costará más. Hay que cuidarse en este sentido, al igual que cuidamos la alimentación. Tenemos que salir a dar una vuelta, aunque sea con el paraguas, despejarnos y forzarnos un poco a no caer en ese bajón.

-Algunos psicólogos insisten en establecer rutinas para no decaer, ¿qué opinas?
-Yo lo que creo es que hay que ver qué le provoca a cada uno esa misma situación. Hay personas para las que es muy positivo tener relaciones sociales y a otras les supone un estrés. Tenemos que movernos ahí. En esta época en la que vivimos aislados, y en la que parece que todo es tristeza, muchas personas se han encontrado cómodas en casa. Hay que tenerlo en cuenta. Ahora que se habla tanto de las intolerancias alimenticias, también podemos llevarlo al ámbito emocional: hay que adaptar la alimentación social a cada persona según su constitución.

-¿Por eso muchos están felices en el teletrabajo y otros no?
-Sí, hay gente encantada, que está cómoda... Y muchos con una gran producción intelectual. Porque las necesidades sociales para muchos están sobredimensionadas, en el fondo, no estamos tan mal ni tan desesperados como podíamos imaginarnos hace un año.
 
-¿Nos hemos ido adaptando?
-O éramos así ya. Y lo que estábamos era presionados para salir, hacer cosas, etcétera. Le dábamos mucho valor a lo social, a viajar, a buscar el bienestar, que algún mal pensado diría que forma parte de la sociedad de consumo.

-En ese viaje interior, algunos se sienten bien, pero otros no saben qué hacer, sufren.
-En casa muchos no saben qué hacer con uno mismo y hay que aprender a hacerlo y con las personas de su entorno. Pero es cierto que también hay gente que tiene grupos de amistades complicadas, lo ideal es tener un equipo fácil de conviviencia. Si uno tiene en casa unas luces potentes, se apañará bien. En Altamira había poca luz y allí pasaban el invierno con fuego y pintando, pues hasta aquí hemos llegado. No debería ser tan perjudicial.

-¿ Los países que tienen más luz son más felices? ¿O es un tópico? Uno asocia verano con alegría e invierno con tristeza...
-Hay estereotipos, el tópico viene de las emociones que surgen de manera natural y que tenemos en el ADN, que nos hacen estar tranquilos con luz, de día, y con buen tiempo que nos va a dejar cazar mamuts. La oscuridad no nos aporta eso. Para disfrutar de la noche necesitamos luz y mucha gente, es decir, unas condiciones de apoyo, de soporte que nos haga sentirnos tranquilos y seguros. Las experiencias personales en relación con el mal clima y con la oscuridad hacen que esto pueda superarse, e incluso convertirse en algo agradable.

-¿La genética influye en esa felicidad?
-Sí, la supervivencia se basa en la diversidad. Cuando pasa algo como el covid, los prudentes sobreviven y los más atrevidos no. En otras circunstancias, sería al revés. La forma de ser, dentro de unos márgenes, nos favorece y nos clasifica para aportar cosas diferentes.
 
-¿Cómo saldremos de este encierro? ¿Cambiaremos? ¿Habremos aprendido algo?
-No sé, yo creo que para cambiar hace falta más tiempo. Nosotros estamos más preparados para olvidar las experiencias negativas que para conservarlas. Aprender y olvidar es de lo que se trata. No hace falta que recuerdes mucho cuando te atropelló un coche, pero sí que mires dos veces antes de cruzar. El automatismo se te queda, pero el recuerdo negativo no hace falta. El miedo es mucho más listo que nosotros. Por eso estamos aquí, porque el miedo es algo poderoso y nos cuida.