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Este es el pueblo gallego con más espíritu navideño

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MIGUEL VILLAR

Navidad «made in» Loiro. Los vecinos de esta pequeña aldea de Barbadás, en Ourense, han preparado una decoración e iluminación especiales con las que celebrar la época navideña juntos en el año covid. Todos participan y, por supuesto, no faltan los villancicos

19 dic 2020 . Actualizado a las 23:12 h.

La pequeña parroquia de Loiro, en Barbadás, no llega a los 150 habitantes. Puede que por eso, porque son pocos, los vecinos del lugar forman una gran familia, en la que comparten los momentos más complicados y también los más bonitos. Después de un año de pandemia, cargado de distancias y tristezas, a la asociación Loiro na Memoria se le ha ocurrido que la Navidad era la ocasión perfecta para llenar de luz y de alegría las zonas comunes de su pueblo. «Después del covid y de todo lo que ha supuesto, creímos que era el momento de animarnos y alegrarnos», afirma Manuel Fernández, promotor de la idea y presidente de la asociación. Se pusieron manos a la obra en octubre, más de una veintena de vecinos participaron en la construcción de árboles navideños hechos con listones de madera y de un trineo también de materiales reciclados, entre otros detalles. Las semanas en las que las restricciones eran más duras, sin movilidad entre municipios y sin poder quedar con no convivientes, el grupo se organizó para seguir manos a la obra desde casa. Tardes y fines de semana dedicados a cortar, dar forma y pintar cada uno de los detalles que conforman su decoración made in Loiro para esta Navidad covid. «Creo que este tipo de iniciativas unen a la gente y el resultado provoca alegría en todo el pueblo. Ha sido muy bonito poder compartir momentos y muy divertido convertirnos en carpinteros y en pequeños artistas durante unas semanas», bromea Manuel.

MIGUEL VILLAR

La decoración la colocaron a principios de diciembre. Ayudándose los unos a los otros fueron sembrando de luces de colores desde la plaza del Campillo, en el centro de la localidad, hasta la plaza del Campo. La primera es la zona más decorada y está estratégicamente pensada. Es frente al bar del pueblo, el Marina -que, como en toda buena aldea, también es tienda- y al lado del restaurante Asador Rosiña, donde es obligatorio quedarse a comer si se visita Loiro. Esto último si no se adelanta algún vecino y se termina comiendo en su casa, porque la hospitalidad y la cercanía de la gente de esta localidad parece ser una seña de identidad. Y no se olvidan de cuidar de nadie. Decidieron la localización del epicentro de la decoración por un claro motivo: apoyar a su hostelería. «Les ha tocado pasar un año durísimo, especialmente para su sector. Creímos que era importante llenarles de luces que simbolicen alegría e ilusión. Que sepan que estamos con ellos. Y de esta forma también esperamos provocar que los que nos visiten para disfrutar de nuestra Navidad no se olviden de consumir en nuestros locales», apunta Manuel.

EL MÁS JOVEN DEL PUEBLO

El encendido del alumbrado lo llevó a cabo Ézaro, un niño de 5 años que es el vecino más joven de Loiro. Tímidamente, afirma que le hizo mucha ilusión «porque me encantan las luces y la Navidad». Dicen su madre, Laura Iglesias, y su abuela, Pilar Álvarez, que, gracias a las iniciativas que propone Manuel con la asociación Loiro na Memoria, Ézaro tiene cada vez más niños con los que jugar. «Incita moito a participar, mobiliza á veciñanza e fai que cada vez veña máis xente nova», explica Pilar. Y Laura añade: «Vivir aquí es una pasada, al peque le gusta muchísimo y conoce a todo el mundo. Y con este tipo de acontecimientos, como nuestra gran Navidad juntos, todo es mejor». Esta opinión es compartida por todo el pueblo. Le da la razón la tía de Manuel, una de las vecinas más longevas de Loiro, Olinda Fernández. A sus 86 años, ya no ve y aún así sus pies no dejan de moverse al ritmo de los villancicos que suenan de fondo. Porque allí, cada tarde a las siete, es la hora en la que en la plaza suenan las canciones más navideñas. «Son moi festeira e todo o que teña que ver con xuntarnos paréceme xenial. O Nadal é a mellor época do ano. É unha tradición de sempre, e tiñamos que seguir con ela tamén neste 2020. Temos que animarnos entre nós porque a situación está claro que non o vai facer. Nunca se sabe canto nos queda aquí, así que hai que desfrutar de cada momento», afirma Olinda, quien asegura que como en Loiro en ningún sitio.

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Luces, panxoliñas e ilusión para celebrar la Navidad en este rincón del rural ourensano, a tan solo veinte minutos de la capital, donde consideran que lo más importante es mostrarse juntos frente a todo. «La asociación ha unido al pueblo, es una maravilla. Somos como una gran familia y ahora ya no queremos volver a Ourense», explica María José González, que, aunque es natural de Loiro, vive en la ciudad con su marido, Antonio Uruburu. «Seguimos de veraneo y por ahora nos vamos a quedar también a pasar estas fechas», dice él. Su hijo, también Manuel, fue uno de los grandes colaboradores con los que contó la iniciativa navideña. Él se encargó de montar las luces en todos los árboles seleccionados. «Fue un trabajo meticuloso y un poco cansado, pero la verdad es que el resultado merece la pena con creces. Manuel y la asociación han conseguido involucrarnos a todos y ahora la Navidad se nos ha metido en los huesos y nos corre por las venas», admite. «La suerte es contar con vecinos tan dispuestos y animados», le contesta Manuel, quien quiere añadir que está todo el mundo invitado a visitar su versión de estas fiestas, sin aglomeraciones y manteniendo la seguridad. Los cuatro nos dejan para poder seguir cantando, bien separados. Hay que aprovechar que hoy no llueve y que se han juntado unos cuantos a disfrutar, con mascarillas, de su Navidad rural y familiar, por encima del covid-19.