Capaz de hacer callar a Trump. La primera dama dejará la Casa Blanca tras cuatro años en los que no solo ha brillado por su estilo, sino también por hablar con sus gestos
09 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Algunos la consideran frívola y derrochadora. Lo cierto es que la austeridad no forma parte de su vocabulario a la hora de elegir vestuario, pero hay quien considera que sin ella el mandato de Donald Trump habría sido insufrible. Los malos modos y la forma que tiene el presidente de Estados Unidos de tratar a la gente se contrarrestan en parte cada vez que aparece ella y le quita algo de protagonismo al todavía inquilino de la Casa Blanca. Quedan pocos días para decir adiós a Trump, pero también a Melania. Y con ella se va un estilo y una imagen impecable, pero también exenta de naturalidad. Pocas veces se la ha visto distendida y relajada, quizás tenga mucho que ver su carácter, pero hay quien cree que la persona que tiene a su lado tampoco ayuda.
Mrs. Trump no se ha caracterizado por sus grandes discursos ni entrevistas. Incluso se le acusó de haber plagiado a su antecesora Michelle Obama, pero sí se puede decir que ha marcado estilo. Ha sido la única capaz de hacer callar hasta el mismísimo Trump con sus desplantes. Aquí va un repaso de algunos de sus momentos que más titulares han copado en estos cuatro años.
La verdad es que Melania no empezó con buen pie. Incluso unos meses antes de convertirse en primera dama ya había generado polémica con un discurso muy parecido al pronunciado por Michelle Obama casi diez años antes. Melania pronunció el polémico discurso en julio del 2016 en Cleveland ante la Convención Republicana que nominaría a su esposo candidato a la presidencia de EE.UU. por ese partido. Michelle lo hizo en septiembre del 2008 durante la Convención Demócrata de Denver, en la que fue nominado también su esposo candidato a la presidencia de Estados Unidos.
"Aplaudida por algunos estilismos y muy criticada por otros”
Su despedida tampoco está exenta de polémica, sobre todo después de que su exasesora Stephanie Winston Wolkoff publicara Melania and Me, y sacara a la luz unas grabaciones en las que presuntamente Melania expresaba su malestar por su papel en la decoración navideña de la Casa Blanca: «Me estoy matando a trabajar en el tema de Navidad, que, sabes, ¿a quién le importa un carajo las cosas de Navidad y las decoraciones? Pero tengo que hacerlo, ¿verdad?», se le escucha decir. «Y lo hago, y digo que estoy trabajando sobre la Navidad y dicen: ‘¿Y qué hay de los menores separados [los menores migrantes separados de sus familiares]?' Denme un maldito respiro». Ante estas declaraciones su jefa de gabinete, Stephanie Grisham, salió en su defensa al dejar entrever que la grabación había sido alterada: «Está claro que los clips han sido seleccionados y presentados sin ningún contexto», apuntó.
LE NEGÓ LA MANO
Pero si hay algo que ha caracterizado a Melania son los sonados desplantes que ha realizado en estos cuatro años a su marido. Cada vez que la primera dama le niega la mano a Trump es motivo para que corra la tinta sobre las desavenencias en el matrimonio. La escalerilla del avión presidencial se ha convertido en un escenario habitual para este tipo de estampas. La última ha tenido lugar recientemente, tras el debate electoral contra Biden cuando ambos salían del plató de televisión. Pero hay muchos más, como cuando fueron a Israel o durante la visita de Macron a Estados Unidos. La lista es numerosa. O en febrero del 2018, cuando ella, con un llamativo abrigo amarillo, rechazó la mano de su esposo mientras caminaban por los jardines de la Casa Blanca hacia el helicóptero presidencial.
Pero, en esto de hacer desplantes, Donald Trump también tiene un máster. No hay más que ver las imágenes de hace cuatro años, durante su toma de posesión, cuando él salió del coche y saludó al matrimonio Obama dejando a Melania atrás, sin esperarla. Tuvieron que ser Barack y Michelle quienes la arroparan a su llegada a la Casa Blanca. También es conocida aquella vez que Trump dejó a su mujer mojarse sin protegerla con el paraguas cuando salió a saludar a la prensa. En fin, hay desaires para todos los gustos. No en vano y después de conocer que Trump no saldría reelegido como presidente de Estados Unidos, ya había voces que decían que más pronto que tarde ella acabaría pidiendo el divorcio.
Mención aparte tiene el vestuario de Melania. Para algunos es la primera dama con más estilo que ha pisado la Casa Blanca tras Jackie Kennedy. Prueba de ello es que el traje que llevó en el acto de investidura de su marido fue comparado con el estilo de la mujer de John F. Kennedy y muy aplaudido. Pero su vestuario le ha traído algún que otro disgusto. Como los taconazos que lució en el 2017 para visitar la zona devastada de Texas por el huracán Harvey. O la chaqueta que eligió durante la visita a los campos de detención de menores en la frontera entre EE.UU. y México y en la que se podía leer en su espalda y traducido al español: «En realidad no me importa, ¿y a ti?». O el sombrero colonizador que lució en su primera visita oficial a África. Melania escogió un modelo salacot, símbolo del colonialismo blanco en el continente africano, que fue muy criticado. También el vestido elegido para la visita al Reino Unido dio que hablar. Y aunque hubo quien vio un guiño a Lady Di, también algunas voces lo consideraron un disfraz del personaje de Audrey Hepburn en My Fair Lady. Lo cierto es que, bien sea por su estilo, sus desplantes o sus silencios, Melania no ha dejado indiferente a nadie.