De aquel adolescente que cantaba «Señorita» no le queda ni el rencor. Revela que durante años sufrió un tremendo acoso a través de las redes que no le ha hecho sino más fuerte. Ahora, con 22 y romanticón confeso, vive a caballo entre Miami y Cádiz y, además de triunfar con sus temas, produce a Jennifer Lopez, 50 Cent o Becky G
10 may 2021 . Actualizado a las 23:05 h.Fue niño prodigio y, de algún modo, lo sigue siendo. Asegura seguir manteniendo la ilusión y el mismo apego familiar con el que a los 7 años se inició en la farándula. Y para refrendar su prodigio, en un tiempo en el que todo es cuantificable, ahí están sus datos. El vídeo de su canción Loco enamorado alcanza casi los 400 millones de visualizaciones. El que grabó junto a Jennifer Lopez y Yandel supera los 200 millones. Y así podríamos seguir con prácticamente cada uno de sus lanzamientos desde que en el 2017 decidió dar carpetazo a su etapa juvenil y apostar por el mercado latino. Desde entonces ha colaborado y producido a muchas de las más grandes estrellas del género.
-Cuando tú empezaste aún se vendían discos.
-Es cierto, yo grabé mi primer álbum a los 10 años, haciendo un estilo totalmente diferente al que estoy haciendo ahora. Era un disco de baladas, destinado a un público mucho mayor que yo.
-¿Cómo definirías la música que estás haciendo en la actualidad?
-Las baladas y la música romántica siguen siendo lo mío. Me encantan. Pero lo que estoy haciendo ahora es algo más latino, si bien combinado con mis raíces españolas. Cada vez más. Creo que ahí he encontrado mi personalidad.
-Por tu último cumpleaños, a modo de regalo, grabaste una versión del «¿Y cómo es él?», de José Luis Perales. ¿Por qué ese tema?
-Perales es un artista que yo admiro mucho y esa canción es uno de los baladones más grandes que se han escrito jamás. Es una canción que llevo escuchando desde que nací y me hace sentir cosas muy bonitas. Fue un regalo para la gente pero también lo fue para mí mismo porque siempre quise escuchar mi voz en esa canción. Y para colmo, la canción le llegó a José Luis y tuve ocasión de hablar con él. Me dijo que le había gustado. Ese fue, realmente, el mejor regalo de cumpleaños que tuve.
-En muchas ocasiones se acusa al reguetón de machista, pero en casi todas tus canciones eres tú quien se pone en el lugar del perdedor, el que sufre y el que echa de menos.
-Es verdad. ¿Y sabes por qué? Porque a mí me gustan las letras que tienen historias y las melodías que dicen algo. Al final, yo lo que hago no deja de ser una canción pop. Con influencias latinas y del reguetón. Pero es que eso es el nuevo pop. Y ese es el huequecito que yo he encontrado. Porque reguetón hay mucho, pero reguetón con sentimiento, muy poco.
-Podríamos decir que eres el «buenote» del reguetón.
-(Se ríe) Bueno, tengo mis cosillas también. Cincuenta por ciento angelito y cincuenta por ciento diablito.
-¿Eres romanticón?
-Desde chico. En el colegio, cuando todos nos íbamos y poníamos las sillas encima del pupitre, yo preparaba una cartita y la dejaba en la mesa de la chica que me gustaba para que al día siguiente, cuando ella bajara la silla, se encontrara allí la carta. ¡Qué personaje!
-El pasado año escribiste una canción, «Sigo a lo mío», en la que vomitaste todo lo que en ti habían provocado los «haters». «Me quisieron noquear y yo sigo a lo mío / Y a pesar de tanta mierda ya lo he ‘conseguío'». Te quedaste a gusto, vaya.
-Me quité tres kilos de encima. Desde que canté Señorita, con 13 años, llevaba a mis espaldas un ciberbullying muy fuerte. Saqué aquella canción con todo mi buena intención. Estaba viviendo mi sueño, que era la música. Y, de repente y de forma inesperada, me llegó todo aquel odio y aquella ira a través de las redes sociales. Comprendo también que era el principio de las redes. Todo era muy nuevo, todo estaba empezando. A día de hoy todo eso está penado. Nadie se puede meter hoy con un niño de 13 años como lo hicieron conmigo. Pero a mí me tocó vivirlo y sufrirlo. Por suerte tuve a mi familia y a mis amigos que me mantuvieron como en una burbuja y aprendí a transformar toda aquella mala energía en algo creativo y positivo, en algo que me motivase aún más.
-Pero se te había quedado aquella espina ahí clavada.
-Sí, claro. Porque aunque uno no quiera ver las cosas malas, sabe que están ahí. Pero, mira, cuando yo saqué Sigo a lo mío mucha gente me escribió dándome las gracias porque habían pasado o estaban pasando por una situación parecida a la mía y les di fuerza y motivación para superar sus miedos y ese bullying que estaban sufriendo. Para mí no puede haber mayor felicidad que esa, el poder ayudar a través de la música a otras personas. Ese es uno de los mayores regalos que me ha dado la vida.
-A día de hoy, ¿sigues viendo muchas zancadillas en el mundo de la música?
-Hoy ese bullying no lo veo. Sé que haga lo que haga, siempre va a haber comentarios negativos, obviamente. Pero es lo normal, lo que puede tener cualquier artista. Supongo que en que todo aquello se acabara tuvo mucho que ver que artistas como Jennifer Lopez, 50 Cent, Yandel o CNCO empezaran a confiar en mí. Eso me dio mucha credibilidad e hizo que la gente me viera con otros ojos, me respetara y me diera la oportunidad de exponerles lo que yo sabía hacer y la evolución tan grande que había habido en mí. No solo físicamente, sino musicalmente también.
-En esa canción hablas también de la gente que te apoyó y creyó en ti.
-Claro, es que hubo mucha gente que creyó en mí, pero yo me apoyé sobre todo en mi familia. Creo que ellos lo sufrieron incluso más que yo.
-¿Qué papel ha jugado tu madre en todo este proceso?
-Mi madre es la clave de lo que yo soy hoy. Es la que me ha acompañado en mis viajes y la que me ha ayudado a tener siempre los pies en la tierra y no desviarme por malos caminos. Siempre pienso que ojalá yo pueda darle a mis hijos la mitad de la mitad de la buena educación que me han dado a mí mis padres.
-¿Qué queda en el Abraham Mateo de hoy de aquel chaval de «Señorita»?
-Queda mi esencia. El corazón siempre es el mismo. Que yo ahora tenga barbita no quiere decir nada (se ríe). Pero en el fondo sigo siendo el mismo de siempre. La gente que me conoce lo sabe.
-¿Cuáles son ahora tus objetivos, tus sueños, a dónde quieres llegar?
-Soy muy joven, tengo 22 años, me quedan muchos sueños por cumplir. Yo lo que quiero es seguir haciendo música y produciendo para otra gente, seguir de giras y seguir superándome en las canciones. Tratar de ofrecer siempre cosas diferentes, cosas innovadoras, cosas que puedan dejar un buen legado. Sí, eso es lo que quiero, dejar un buen legado.
-¿Y el Grammy?
-Lo de los Grammys mola muchísimo pero no creas que para mí es un objetivo. Tener reconocimientos siempre está guay y te motiva, pero no creo que eso marcase un antes y un después en mi carrera. Mi mejor Grammy es el público.
-Puestos a soñar, ¿con quién te gustaría colaborar o a quién te gustaría producir?
-Los dos deseos me remiten a la misma persona. Para mí, Bruno Mars es el artista número uno del mundo. Siempre lo he tenido como un referente. Canta, baila, compone, toca instrumentos, tiene carisma..., lo tiene todo.
-Bueno, Billboard te comparó con Michael Jackson. Y a Bruno Mars siempre se le asocia con él.
-Es verdad. Hombre, que te comparen con artistas así es un orgullo brutal. Para mí los dos han sido una inspiración tanto en lo del baile como a la hora de plantear espectáculos muy dinámicos en directo.
-Decías también en «Sigo a lo mío» que nadie es profeta en tu tierra. ¿Lo sigues pensado?
-Quizá no sea imposible pero es difícil. Yo creo que con tiempo, constancia, esfuerzo y disciplina uno puede llegar a serlo, pero en España es muy complicado. Yo siento que España no se siente orgullosa del talento nato que hay aquí. Pero, bueno, yo no tengo prisa por demostrar nada. Voy poco a poco, sigo con mi paso y lo que tenga que pasar, pasará.