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César Bona, profesor: «Salimos a protestar por la educación para pedir cosas de adultos»

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«Queremos adaptar la vida al currículum, y debe ser al revés», dice el maestro español distinguido como uno de los mejores del mundo

18 sep 2021 . Actualizado a las 13:28 h.

El profesor español candidato al «Nobel de la educación» tiene claro cuál es el centro de la educación, los niños y las niñas, y varias preguntas con un destinatario. Dos de ellas son para ti: «¿Cómo te gustaría que fuese la escuela si tuvieses que ir tú? ¿Qué herramientas querrías que tuviera tu hijo si tú no estás?». César Bona, autor de Humanizar la educación, nos invita a repensar el modelo educativo para mejorar el aprendizaje y reducir las cifras de fracaso escolar.

-¿Tenemos que repensarlo todo?

-Está claro. Vamos con cuidado, pero somos seres sociales... Hay que mezclar el deseo de estar juntos y la responsabilidad.

-¿Esta pandemia es una oportunidad para mejorar la educación?

-Las crisis han de verse como oportunidades porque, si no, mal. Eso enlaza con la resiliencia, que está unida a las palabras y frases como esa que se ha dicho: «De esta saldremos mejores». Con decirlo no basta. Decirlo no soluciona nada.

-Hoy suena a cliché barato...

-Es que, al decir eso, uno debería ser consciente de lo que implica: cambiar. Yo espero que lo hagamos. Al igual que se ha preguntado a expertos sobre economía, medicina, microbiología... y nos dicen que hay cosas que debemos cambiar; en educación, si todo empieza en la educación, debemos cambiar también.

«Cuando hay un debate electoral en España, así fue el último, se dedican 30 tristes segundos a la educación. Eso dice mucho de la importancia que se le da»

-No se ve mucho esta conciencia de que «todo empieza en la educación».

-Cuando hay un debate electoral, se dedican 30 tristes segundos a la educación. Eso dice mucho de la importancia que se le da. Luego, como los resultados de la educación se ven en el futuro, es una inversión a largo plazo que puede dejar indiferentes a algunos. Hace un mes, alguien me preguntó: «¿Y ahora con la pandemia qué pasa con los que abogáis por esto del aprendizaje cooperativo?». Y le dije: «Pues mira, precisamente es el momento en que podemos enseñares que la responsabilidad social se basa en la individual.

-¿Deberíamos empezar por nosotros, los adultos?

-Estoy convencido de que esto empieza en la educación, entender que somos parte de un ecosistema que no solo incluye a los seres humanos, sino también al planeta. Es curioso, cuando empezó la pandemia, la emergencia climática en la que estamos de repente parece que dejaba de cobrar importancia... Y era curioso cómo aquellos días que tuvimos que estar encerrados en casa las plantas brotaban y los animales era como si nos gritasen: «Daos cuenta, estamos aquí».

-La educación no es una prótesis que se pueda quitar o poner la sociedad.

-Para mí, familia, escuela, sociedad, vida, medio ambiente... todo va unido. Si una pata falla, andamos cojos. Por eso es paradójico que en las escuelas no siempre podamos encontrar tiempo y espacio para hablar de los matices que son fundamentales y se quedan fuera. Empecemos por la salud. Ahora todo el mundo sabe lo que es una PCR, pero no todo el mundo sabe lo que es una RCP, una reanimación cardiopulmonar, y es importante, como saber cómo actuar ante una reacción alérgica o si tienes que poner frío o calor cuando sufres un esguince. Hay conocimientos básicos que nos salvarían o nos harían la vida un poco mejor.

-¿Eso debe aprenderse en las clases?

-Hombre, ¡es la vida! La vida en el más amplio sentido de la palabra. Ya antes de la pandemia, había muchos casos en niños y adolescentes de ansiedad, estrés, trastornos del sueño...

-¿Le echamos la culpa a la pandemia de problemas que ya teníamos antes?

-La pandemia ha multiplicado los casos de ansiedad en número y en intensidad.

-¿Por qué vivimos tan ansiosos?

-No soy psicólogo, pero las emociones forman parte del ser humano. Y hemos visto gestos tanto de solidaridad como de insolidaridad increíbles. Gente con miedo, frustración, ira... La pandemia ha sacado lo mejor y lo peor de nosotros. Debemos reflexionar sobre qué herramientas podemos darles a los niño.

-¿Cómo podemos hacerlo mejor?

-Es complejo. No depende solo de los docentes o de los padres, sino de toda la sociedad. Muchos docentes quieren hacer las cosas de forma diferente, pero hay tal peso y presión de los contenidos...

«Queremos adaptar la vida al currículum, en lugar de adaptar el currículum a la vida»

-¿De dónde viene esa presión?

-Queremos adaptar la vida al currículum, en lugar de adaptar el currículum a la vida, que en pandemia habría sido lo normal. Educar es darles herramientas para que crezcan, no hacer que entren por un aro. No hablo de los docentes, sino de la gente que dice: «Hay que cumplir un currículum». Es un momento esencial para que callemos nosotros y hablen ellos, los niños. Hay que escucharles. Cuando hablamos de educación, el centro real son los niños y niñas. Tienen algo que decir.

-¿Nos olvidamos?

-He oído frases como «¿Qué hacemos para que no se relajen?» ¡Madre mía! Como si fueran seres de otra galaxia... Hay maestros de todo tipo, pero lo que hay también es una presión fuerte desde arriba. Quiero lanzar dos preguntas: ¿Por qué nos empeñamos en perpetuar un sistema que no funciona? Uno de cada cuatro alumnos no termina sus estudios. Y luego, es curioso que se pidan evidencias científicas de aquellas cosas para cambiar el sistema, pero nunca se pide de lo que nos está llevando a estos resultados. Otra pregunta: ¿Para qué te gustaría que tus hijos fueran a la escuela?

-Para aprender.

-Sí, pero lo primero que quieres en tu trabajo y en tu casa es estar a gusto, ¿o no?

-En la práctica no es sencillo.

-Pero quieres sentirte querida, escuchada y útil. Los niños igual. Por inercia, tendemos a prepararlos para la adultez, pero hay que entender que la infancia y la adolescencia son etapas en sí mismas. ¿Qué es eso de darles herramientas para el futuro? Los niños las necesitan hoy. Lo que pedimos los que creemos en la educación integral es que los contenidos tengan relación entre ellos y que tengan relación con la vida de los niños.

«Cuando salimos a las calles para protestar por la educación, salimos a pedir cosas de adultos»

-¿Las ratios son un problema, son demasiados 25 niños en una clase?

-Con menos niños puedes atenderlos mejor, pero hay otras cosas que tenemos que cambiar. Cuando salimos a las calles para protestar por la educación, muchas veces salimos pidiendo cosas de adultos. Ojalá saliésemos para decir que los niños necesitan más horas de educación física y nutrición, de valores universales... Es importante que la sociedad entienda que tiene que basarse en los valores universales y en los derechos de la infancia. Hacerlo daría un gran vuelco a la educación.

-¿Nos volcamos mucho en lo digital, desatendiendo lo real?

-Es una herramienta que ha salvado las relaciones. Por arte de pandemia, los móviles fueron los salvadores. Los niños saben de tecnologías, pero hay que enseñarles a hacer un uso responsable y un «no uso» de la tecnología. Reflexionar es el verbo esencial. Sin reflexión, no hay aprendizaje.

-Hay un deseo común, con excepciones, de volver a la vieja normalidad.

-Eso me lleva a pensar en la resistencia al cambio. ¿Cómo es posible que, sabiendo (los adultos, digo) que tenemos que educar a los niños y niñas para el cambio nosotros, los adultos, nos resistamos a él?

-¿Ejercemos mucha presión los padres?

-La competitividad de la sociedad se traslada a la escuela. El reto está en entender que somos equipo. Los niños tienen unas etapas que deben cumplir. Hay cosas que no son del modo en que nosotros fuimos educados. Gracias a la neurociencia, sabemos que antes no es mejor, que cada niño tiene su desarrollo, que, si les forzamos para que aprendan antes, eso no va a tener un buen fin. El peso de la sociedad hace que la educación evolucione poco.

-¿Qué le parece la polémica ley Celaá?

-Cuando la palabra educación sale en un titular, verás cómo aparece también la palabra polémica. En España, hablamos de educación una vez cada cuatro años cuando cambia la ley y una vez al año con los informes PISA, que hacen de la educación una especie de competición deportiva. Si sale educación en un titular es porque hay desacuerdo o polémica, y no nos lo podemos permitir. Por los niños. Es un absurdo, esos desacuerdos políticos separan más a la gente que se supone que representan. Con la ley Celaá se salió a las calles, pero por polémica, no por los niños.