Olga, madre del actor Manuel Burque, relata su grave accidente: «Nunca sueño que estoy en silla de ruedas»

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MARCOS MÍGUEZ

Una terrible caída en las rocas le provocó una grave lesión medular. Pero este suceso también le ha permitido afianzar el inmenso cariño que recibe de sus tres hijos

29 may 2021 . Actualizado a las 10:07 h.

Olga Hodgson tuvo un mal día. Una mala tarde. O un mal momento. Ella recuerda muy poco de cómo fue el accidente que sufrió el 15 de octubre de hace diez años. Había salido a pasear como de costumbre a su perra Kina, un cruce de collier, por las inmediaciones de la playa del Matadero (A Coruña) y bajó por un sendero de tierra. Recuerda que hacía buen tiempo, a pesar de que ya era otoño, y que había gente en la playa. Y sin saber muy bien cómo, se despeñó por las rocas y cayó de una altura de cuatro o cinco metros. Quedó inconsciente. Kina en ese momento se volvió loca. Comenzó a correr de un lado para otro ladrando para captar la atención de cualquier persona. Hasta que los que estaban por la zona se dieron cuenta de lo sucedido y avisaron a los servicios de emergencias. Como consecuencia de la caída, Olga tuvo una grave lesión medular en la parte alta de la espalda que le impide caminar: «Tuve una mala pata tremenda ese día. Fue una tontería tan grande...», asegura esta tinerfeña de corazón, que hace ya muchos años que vive en A Coruña.

Sentada en la terraza de una cafetería del barrio coruñés de Monte Alto, relata con cierta resignación lo sucedido aquel día, pero su hijo Jaime, conocido por todos como Jimmy, le da la vuelta a la tortilla: «Lo que hay que celebrar es que estás viva y que has podido conocer a tus nietos», mientras ella le responde con una mirada de cariño que dice mucho del amor que esta familia se profesa. Porque si para algo le ha servido la experiencia es para unirse más: «Mis tres hijos -uno de ellos es el conocido actor Manuel Burque- han hecho un máster en humanidad. Han madurado de una manera increíble», comenta Manuel Burque padre, más conocido por Manolo para diferenciarse de su vástago, que es el que ahora se encarga de Kina.

El accidente fue tal que trascendió a los medios de comunicación. Las crónicas del día destacaron el amplio dispositivo de rescate por la zona donde cayó -tuvieron que utilizar unas cuerdas y fabricar una especie de tirolina-, así como el traumatismo craneoencefálico y torácico que sufrió por la caída: «Parecía que la perra era la protagonista», se lamenta su familia que, sin quitarle mérito al animal, ya eran conscientes en esos momentos de la gravedad de las lesiones de Olga.

 "Antes de la pandemia pude volver a Tenerife. No había podido ir desde el accidente. Lo organizaron mis hijos. Fue maravilloso. Vi a mis familiares y me pude bañar en el mar"

LECCIÓN DE VIDA

Tras el accidente, toda la familia experimentó cambios. La que más Olga, pero también el resto se han replanteado muchas cosas: «Mi hija, por ejemplo, se ha embarcado en un proyecto precioso que es una cooperativa de viviendas sin barreras arquitectónicas para las personas dependientes y con problemas de movilidad. Que puedan vivir todos juntos con todas las facilidades posibles, independientemente del nivel de ingresos que tenga la familia. Es un proyecto muy bonito», explica orgulloso su padre, que sabe que su mujer ha sido un gran ejemplo para todos ellos. Mientras ella le acaricia la mano, en agradecimiento por su sacrificio y sus atenciones.

«Mi madre nos ha demostrado que su capacidad de resiliencia es muy alta. Yo he aprendido mucho gracias a ti -le dice cariñoso Jimmy-. A raíz del accidente me puse a pintar muchísimo. Hice una exposición y me dio mucha fuerza, escribí un libro... Todos somos mejores personas».

ENFERMERA Y PSICÓLOGA

Olga es una caja de sorpresas. Enfermera de profesión, logró sacarse la carrera de Psicología por la UNED mientras criaba a sus tres hijos y trabajaba al mismo tiempo: «Con muchísimo trabajo lo hice. Me costó mucho». También es sexóloga. Pero ella es creatividad e inspiración en sí misma. Nada más verla ya se aprecia que los colores alegres marcan su día a día. Además, sigue conservando su lado más coqueto. Le gusta maquillarse y la boina francesa que lleva puesta le da un toque romántico y artístico que dice mucho de la gran personalidad de esta mujer: «Siempre me han gustado los colores. Recuerdo cuando llegué a A Coruña, por el 82, procedente de Tenerife que la gente se me quedaba mirando. Yo siempre vestí con colores muy alegres y les chocaba». La vena artística le viene de familia: «Hace unas marinas preciosas. Y su padre, también. Eran extraordinarias», puntualiza Manolo. Ahora ese lado artístico ha continuado con Jimmy, y sobre todo, con su hijo Manuel, que triunfa en el mundo de la interpretación.

A Olga le gustaría hacer una exposición con sus cuadros y no lo descarta. Como tampoco retomar el doctorado en Psicología que había empezado: «Me faltaba poco para acabarlo cuando tuve el accidente. Lo quería hacer sobre la creatividad en la gente con enfermedades mentales.». Un tema apasionante y nadie mejor que ella para llevarlo a buen puerto. Durante estos diez años, el camino ha sido duro, muy duro, pero ni ella ni su familia están dispuestos a tirar la toalla, ni muchísimo menos. Todo lo contrario. Y eso, a pesar de que el año pasado estuvo nueve meses ingresada en el hospital por problemas respiratorios y en plena pandemia, con las restricciones de visitas y el aislamiento que eso supuso: «Fue duro», reconoce. Pero ahora ya luce el sol y «hay que mirar hacia adelante».

Justo antes de que el mundo se parara, pudo cumplir uno de sus sueños. Desde que tuvo el accidente no había podido regresar a Tenerife, y lo ansiaba de todo corazón. Así que sus hijos le organizaron el viaje. Fue en noviembre del 2019: «Me sentó de maravilla. Pude visitar a la familia que tengo allí e ir a la playa y hasta bañarme en el mar. Recuerdo llegar a la arena y que llevaba puesta una blusa y empezar a quitarme la ropa. Fue increíble», reconoce mientras no resulta difícil empatizar con esa sensación de libertad que describe, al mismo tiempo Jimmy le dice que ese fue el primer viaje de muchos.

DAR LO QUE RECIBES

Olga sabe que buena parte del cariño que recibe es mérito suyo. El que siembra, recoge: «Los tres -en alusión a sus hijos- son muy cariñosos. Es una gran suerte. Yo siempre les demostré mucho cariño. Desde chiquititos. Y siempre jugaba con ellos». Y ahora se muestra más que agradecida de todo el amor que tiene.

Además, sus nietos han tenido también mucho que ver en su recuperación. Fueron fundamentales porque ella mejor que nadie sabe lo importante que es curar las heridas del alma: «Las visitas de los nietos me ayudaron mucho», y recuerda que uno de ellos nació solo tres meses antes del aquel día.

Olga es fuerte y utiliza sus herramientas para sentirse libre de ataduras: «Fíjate cómo es la mente, aún sigo soñando que puedo bailar y caminar. Nunca sueño que estoy en silla de ruedas», porque el baile era una de sus grandes aficiones. También hablar. Le encanta. Así que la conversación fluye sin un guion previsto, mientras ella nos regala su generosidad al contarnos su experiencia. Y no duda en dar su propia lección de vida: «Hay que vivir cada momento». Gracias Olga. Deberíamos tenerlo más presente.