Es el éxito viral del momento. Cristina Pedroche, Dulceida o Ana Peleteiro se han sumado en TikTok al reto de bailar «Rakatá», un bombazo a ritmo de rap gitano y flow latino creado por este risueño «chaval de barrio», hijo de un pastor protestante
08 ago 2021 . Actualizado a las 09:56 h.Su destino era el mercado y la iglesia. Como lo fue el de su familia. Pero a Elías García Losada, gitano a mucha honra del madrileño barrio de Caño Roto, le pudo el arte que llevaba dentro. Y con apenas once años le soltó a su padre, pastor evangelista, aquello de «papa, yo quiero ser artista». Lo cuenta ahora, entre sonrisas, con el orgullo de quien ha visto su deseo cumplido, incluso muy por encima de sus expectativas. «Cuando yo quise hacer mi primera actuación se opuso, no me dejaba. Pero como vio que cogí un pequeño ingreso, ya lo vio un trabajo, vio una forma de meter dinero en la casa y me dijo: ‘Bueno, te dejo probar. Voy a confiar en ti si me das tu palabra de que no vas a hacer cosas malas'. Y, por supuesto, hasta el día de hoy puedo decir que a mis conciertos solo se va a trabajar. A nada más. A partir de ahí vio que las actuaciones iban saliendo bien, y cuando se dio cuenta de que yo ya podía ganarme la vida y ayudar a la familia económicamente, me empezó a apoyar de una manera increíble. De hecho, con el Rakatá es él el que está todo el rato diciéndome cuántas visitas lleva. Está superatento», narra con todo detalle y desenfado Original Elías.
Hoy la imagen de Elías luce ya en un mural en el barrio de Caño Roto, donde es un ídolo. No solo por ser el autor del que puede ser el tema del verano, sino porque nunca -y ya había apuntado al éxito con La calle encendida- ha renegado de sus principios ni de su origen. Y eso, en los barrios se agradece y se paga.
-¿Qué ha pasado con «Rakatá? ¿Por qué crees que se ha convertido en un fenómeno?
-Le he dado mil vueltas a eso. Porque tengo temas mucho más elaborados que Rakatá. Temas con los que he llegado al estudio y me he roto la cabeza un mes. No sé, igual tiene que ver con que se creó de una forma totalmente contraria: en un momento de inspiración y de improvisación en un concierto.
-¡Ah, sí! ¿Cómo fue?
-En una actuación junto con mi hermano y productor Moncho Chavea le pedimos al DJ que nos pusiera un tema, y como tardaba en encontrarlo, le pedí al público que me hiciese un poquito de compás por rumbas y yo empecé «rakatá-katá-katá takatá tatá». Empecé a hacer el corillo, seguí rapeando una cosa que improvisé y volví otra vez «rakatá-katá-katá takatá». Le pedí a Moncho que siguiera él, porque yo me estaba quedando sin aire, y a él le salió lo de «rakatakatakatá, como lo bailan las gitanas guapas». Alguien que había en el público grabó ese momento y lo subió a TikTok. Yo vi que el primer día ya había como unas 200 personas que habían utilizado ese trozo de audio que sonaba malamente para bailar y hacer sus vídeos. Pasó una semana y ya tenía 5.000. Entonces le dije a Moncho: «Hermano, estoy hay que grabarlo» y él me decía: «¡Qué va!». Pero a la semana siguiente ya tenía 20.000 vídeos y le dije: «Tío, esto hay que producirlo ya». Creó la pista, le subimos un poco la velocidad e hicimos un denbow gitano. En cuanto lo acabó dijo: «Hermano, esto es un temazo, pero de la hostia». Y yo sabía que esta canción se iba a pegar. De hecho, si te fijas, al final de la canción lo digo. Pero lo que no imaginaba era que iba a pegar de esta forma.
-¿Cuándo fuiste consciente de la dimensión que alcanzaba «Rakatá»?
-Cuando entramos en el Viral 50 Global de Spotify. Yo no sabía lo que era eso hasta que mi mánager me dijo: «Muchacho, estos son los 50 temas más escuchados del mundo y tú estás en el 30». Imagínate! A día de hoy, en un mes, el vídeo tiene 10 millones de reproducciones en YouTube. Este tema apunta a 30 o 40 millones de visualizaciones, fácil. Y por no hablar de que Pablo Motos lo ha bailado en El Hormiguero, de que lo han bailado Cristina Pedroche, Ana Peleteiro, Anabel Pantoja... Esto se nos ha ido de las manos y le doy gracias al señor y al público por permitirme disfrutarlo. Incluso de lo fuerte que ha pegado nos hemos atrevido ya a montar el remix con gente como Mala Rodríguez, Omar Montes, Nino Vargas, Beatriz Luengo, Rvfv... Lo mejor de lo mejor.
-¿Cuándo se publica ese remix?
-No va a tardar mucho. Lo que pasa que como va tan sumamente fuerte el Rakatá original, no podemos frenarlo. Vamos a esperar un poco, pero yo creo que antes de que termine el verano estará en redes para que la gente goce de los 5 minutos que dura.
-Celebrities, influencers, artistas..., hasta medallistas olímpicas han bailado el «Rakatá». ¿Quién más te gustaría que hiciera el reto?
-Si lo hiciese un Nicky Jam, un Daddy Yankee o un J Balvin ya os enteráis de que me he desmayado y una ambulancia me llevó al hospital más cercano.
-Te iba a preguntar por cuál sería tu colaboración soñada, pero después de esta respuesta puedo intuir por dónde irá.
-Sería con Daddy Yankee, sin duda. Él es el mentor de todo esto, el primero que llevó a nivel mundial el movimiento urbano y su conexión con lo latino. ¿A quién no le gustaría estar con el papi en un tema? Imagínate al Daddy ahí, con unas palmas flamencas y un reguetón haciendo «siquitiquitá, siquitiquitá». Tiene que quedar eso flipante.
-Y de tu otro mundo, del del flamenco, ¿quiénes son tus referentes?
-Obviamente, Camarón. Él ha sido el Che Guevara del flamenco. Hay también otros nombres como Duquende o El Cigala que están llevando el flamenco a lugares nuevos sin perder la esencia. Pero referentes flamencos, como Camarón, ninguno.
-Muchas reseñas que hablan de tu música la enmarcan dentro del trap. Yo no estoy muy de acuerdo con eso.
-A ver, todos coqueteamos con el trap, por así decirlo, pero yo no me considero trapero. Concuerdo contigo. Pero como soy un camaleón de la música, me adapto en todos los sitios. Eso sí, mi rollo jamaicano reggae lo llevo allá donde sea. Ya puede ser trap, reguetón, son cubano, salsa o lo que sea... Siempre va a quedar ese rollo de gitano hippie por ahí.
-¿Qué me dices de esta fiebre por el sonido «disco» que está llegando a las músicas urbanas y latinas?
-Es fantástico. Hombre, claro. Mezclar y fusionar es lo mejor que puedes hacer. Tú date cuenta Rauw Alejandro, ha cogido un rollo disco que suena súper, supercool y lo ha llevado a lo urbano. ¿Y cómo suena actualmente? Pues precioso. Porque en la fusión está la magia.
-«Hoy me río del que no creía» decías ya en «La calle encendida». ¿Hubo mucha gente que no confió en ti?
-Claro, muchísima. Y gente muy conocida. Que además de poner en duda mi talento me decían: «No vas a pasar de aquí». Por eso escribí La calle encendida. Para explicarlo todo bien. Y luego llegó Rakatá y se cumplió aún más lo que había dicho en aquella canción.
-¿Qué estás descubriendo del mundo de la música que no te está gustando?
-Que hay mucha falsedad. Demasiada, diría yo. Y a mí eso me duele porque como yo voy tan de frente y tan de corazón que luego me llevo los chascos. Pero como dice René González, tropezando se aprende a caminar.
-Hablas mucho de Caño Roto, ¿te sigues considerando un chaval de barrio?
-Por supuesto. De hecho me compré una casa grande con piscina a las afueras de Madrid, pero como no la usaba me la he tenido que quitar, y ahora voy a intentar hacerme una casa grande, pero en el barrio. Porque es que no me puedo ir del barrio ni estar sin mi gente.
-Supongo que para la comunidad gitana es muy importante que surjan figuras como tú. ¿Qué te dicen?
-La gente de Caño Roto está superorgullosa. En el barrio hay un mural en el que están artistas que han vivido o han pasado por Caño Roto. Están Los Chorbos, están Las Grecas..., y ahora estoy yo también ahí, en un dibujito con mi gorra.
-¿Que te dijo tu padre cuando te vio en el mural en tu barrio?
-Mi padre, ya mucha gente lo sabe por el programa Los Gipsy Kings, es pastor evangélico, y cuando yo comencé en esto él no veía bueno que yo cantase o que me pusiese un pendiente. Pero ya cuando viajó y conoció la música rap cristiana cambió un poco. Yo desde pequeño le decía que iba a ser artista y él me decía que no, que yo iba a ir con él al mercado y a la iglesia. Pero yo insistía en que no. Ahora que lo he conseguido, también gracias a su apoyo, está muy orgulloso.
-¿Cómo llevas lo de la religión con estas letras un poco subidas de tono?
-A ver, yo a mi padre siempre lo tengo con la mosca detrás de la oreja. En el momento en el que ponga una palabra fea sé que me va a llamar y me va a decir: «Con esto, ¿qué pasa?». Pero yo tampoco me paso de la raya. Tengo un límite. Hay alguna vez que me lo he saltado porque la canción y quien la está creando me lo pide, pero casi siempre intento decir lo mínimo. Porque sé que ahí lo tengo al otro siempre con la tarjeta roja en la mano para enseñármela.