Cristina, madre de Chloé, que superó un cáncer con solo dos años: «Ha habido momentos muy duros, de mirar a nuestra hija, y no reconocerla»

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En abril del 2020, cuando la pandemia echaba a andar, esta familia recibió la peor de las noticias. Su pequeña de tan solo un añito tenía cáncer. En el peor escenario posible libraron la batalla, una historia que ha conmocionado a la comunidad virtual
29 oct 2021 . Actualizado a las 20:09 h.La de Chloé es una de esas tantas historias terribles que navegan por las redes sociales, y que merece la pena pescar para contar por lo que ha pasado esta familia de Barcelona, sobre todo ahora, que después de año y medio de agonía pueden respirar tranquilos. «Por fin han llegado esas palabras que tanto deseas escuchar. Respiras, aunque no te lo crees. Yo aún vivo con esa cosa, te has acostumbrado a tener el miedo en el cuerpo, a no creerte todo lo que te dicen. Todavía estoy con la mente en el hospital, y, si me preguntan, digo: ‘Tiene cáncer', y no, ya no tiene cáncer. Está limpia y esto se acabó», señala Cristina Tauste, una madraza que a través de su perfil de Instagram (@mumof.two) nos ha hecho partícipes de esta dura batalla.
Ella ya estaba metida en el universo digital cuando sucedió lo que sucedió, y entre que no le apetecía dejar a la gente de lado, ni las redes, sumado a que quería dar a conocer la enfermedad que le acababan de diagnosticar a su hija pequeña, ha convertido su cuenta en una especie de bitácora donde ha ido informando puntualmente de los acontecimientos a su familia virtual (bastante numerosa).
Sobra decir que la primavera del 2020 dio un vuelco a nuestras vidas, pero sin duda, la de esta familia la puso patas arribas. Su hija pequeña Chloé cumplió un añito en marzo del año pasado, y debido a la alerta sanitaria, la revisión de los primeros doce meses se pospuso hasta abril, cuando aprovecharon para preguntarle al médico por el bulto que le había salido en su pequeña nariz. Le hicieron unas pruebas y quedaron a la espera de los resultados, que llegaron el 30 de abril, el día del cumple de la hija mayor. «Yo estaba con Nora en casa celebrando su cumpleaños, y el papá estaba con Chloé en el hospital. Nos habían dicho que era benigno al 98 %, que no nos preocupáramos. Confiábamos en que se quitaba con una sencilla operación. Mi sorpresa fue cuando me llamó mi pareja y me dijo que había malas noticias, que fuera corriendo al hospital porque nos derivaban al Vall de Hebrón», confiesa Cris sobre ese día, que acabó siendo el peor de sus vidas. Cuando el cáncer apareció en su bebé de tan solo 13 meses.
«Piensas -continúa- en lo que nos queda, piensas en lo peor. Hay mucha desinformación sobre este tema, cáncer suena a muerte. Siempre es lo primero que se te pasa por la cabeza, y cuando se trata de un hijo tan pequeño no lo quieres escuchar». El diagnóstico fue rotundo: rabdomiosarcoma alveolar, un cáncer de tejidos, poco común y muy complicado de tratar. Tan poco frecuente resulta esta patología que en todos los hospitales que han recorrido Chloé ha sido la primera paciente de estas características que veían los médicos. Su madre asegura que han ido un poco a ciegas, probando lo que funcionaba y lo que no, de conejillo de indias... «Ha servido para que el día de mañana, cuando vengan otros peques con esta situación, ya tengan una idea de lo que va mejor o peor con este tipo de cáncer», señala Cris, que cuenta que la ventaja en el caso de Chloé es que estaba muy localizado y fue pillado muy a tiempo. Además, añade que este tipo de tumores suelen salir por dentro, y no se ven fácilmente, y gracias a que le salió en una «zona muy extraña y de forma extraña», lo detectaron rapidísimo.
9 CICLOS DE QUIMIOTERAPIA
En un principio, descartaron intervenir quirúrgicamente porque tenía una forma complicada. Optaron por darle quimioterapia. En total, nueve ciclos. Cristina cuenta que los médicos estaban sorprendidos de lo bien que le funcionó al principio, durante los primeros cuatro meses, «mucho mejor de lo que pensaban». Las circunstancias que eran dramáticas ya de por sí con un bebé tan pequeño, se agravaron en un contexto de pandemia, donde entre otras cosas, solo podía estar uno de los padres en la habitación. Tampoco tenían los brazos de la familia a los que agarrarse al llegar a casa. «Te quedas con lo bueno, estaban las videollamadas, y dentro de lo que cabe podíamos vernos. No te queda otra que vivirlo así y afrontarlo de la mejor manera, mirando la parte positiva. Yo decía: ‘Yo no puedo salir, pero el resto de la gente tampoco'», explica.
Llegó el verano y los derivaron a Niza, en Francia, para hacer protonterapia, una terapia de protones, «como la radio, pero más flojita» durante siete semanas. «Fueron las peores semanas, lo pasó muy mal la pobre, y lo peor es que al volver nos dijeron que no le había hecho ningún efecto. Suelen ser muy efectivas, y nos decían que seguramente con eso ya estuviera limpia, sin embargo, concluyeron que estaba todo igual», lamenta. De vuelta en España, continuaron con los ciclos de mantenimiento que faltaban, y por fin la pudieron operar. A raíz de la intervención (febrero del 2021), ya casi estaba limpia. Y hace tan solo unos días llegó la confirmación oficial. Ahora que ya ha pasado, Cristina asegura que se llegó a temer lo peor, sobre todo al principio. «Me he agarrado mucho a mi pareja, el uno al otro, es a quien más puedes agarrarte, y más en un momento en el que no tienes a la familia cerca», dice. Desde entonces no han perdido el tiempo, están aprovechando para hacer todo lo que no han podido durante estos 18 meses, porque si hay algo que Chloé desea es jugar y estar con otros niños, a pesar de que todavía no puede ir al colegio. Le queda pendiente «un caminito de operaciones» para reconstruir esa pequeñita nariz, que supondrá el punto y final de esta dura batalla.
"Ha habido momentos muy duros, de mirar a nuestra hija, y no reconocerla”
Cristina cuenta por todo lo que han pasado con una tranquilidad que maravilla y, como ya demostró a través de Instagram, con un halo de positividad que deja atónito a cualquiera. «Siempre he intentado ser muy positiva, procuro atraer lo bueno, porque creo que acaba sucediendo, y esto me lo ha demostrado», dice. Sin embargo, confiesa que también ha habido momentos muy duros que han quedado de puertas para dentro. «Siempre hemos intentado ser lo más optimistas posible, porque no hay otra forma de llevarlo, también por ella, porque no merecía que nos viera mal cuando siempre tenía una sonrisa para nosotros. Ha habido momentos muy duros, cuando la protonterapia lo pasamos muy mal, mirar a nuestra hija y no reconocerla con la carita que tenía, sangrando... Ver que está sufriendo y que no puedes hacer nada, es una impotencia muy grande», relata esta madre, que asegura que en estas circunstancias lo pasan peor los padres que los niños. «Son auténticos héroes. Nunca la vi llorar, nunca durante un año y medio, se quejó lo mínimo, siempre con una sonrisa, con buenas palabras para los médicos... Ella estaba bien, el hospital era su segunda casa, es triste pero no conoce otra cosa, para ella era de lo más normal, y aún ahora, le dices: ‘Vamos al hospital' y dice: ‘Bien, vamos'. Al ser tan pequeña no era consciente de lo que estaba pasando». En el hospital, la llamaban la niña de la ventana. Podía pasarse horas sentada mirando cómo jugaban los niños del parque de enfrente. «A mí se me rompía todo al verla así», señala Cris, que asegura que cuando les dejaban salir del hospital «iba corriendo por el pasillo, con una sonrisa, unas carcajadas... Cada vez que salía a la calle, de los nervios hacía un sonido que jamás olvidaré, se me caían las lágrimas. Era imposible no llorar por lo feliz que estaba de poder ir a hacer las cosas que ella veía por la ventana».
Cuando les daban tregua con la medicación, intentaban que la vida fuera, en el contexto de una pandemia, lo más normal posible tanto para ella como para su hermana, que también ha sufrido mucho. «Nunca le hemos ocultado nada a Nora -sostiene Cris-. Siempre se lo hemos explicado de forma que ella lo entendiera. La intentábamos involucrar a su debido alcance, para que tampoco se preocupara mucho por la situación, que le afectara lo mínimo. Pero le afectó. No podía salir con sus amigos, ni ir al colegio, ni hacer las cosas que le tocaban a los niños de su edad. No podíamos estar con ella como ella quería, ni como nosotros queríamos. Se quedaba con los abuelos, con los tíos... Siempre le dejábamos escoger dónde quería en el momento para que estuviera mejor, siempre estaba acompañada de la familia, pero no es lo mismo que estar en tu casa con tus padres. Ahora, por fin, ya ha vuelto al cole, con sus amigos, hace vida normal, y esperamos que no recuerde mucho de esto».
A pesar de las circunstancias, confiesa que ha tratado de leer «todos los mensajes» que le llegaban a través de las redes sociales. Asegura que aunque muchos no lo crean, las personas anónimas han sido un gran apoyo. «Igual que ellos se tomaban su tiempo en escribirme, yo también quería tomarme el mío», dice esta barcelonesa, que tiene muy claro que el día de mañana se encargará de mostrarle a Chloé todo lo que es capaz de mover una red social. «Estoy contenta si he podido ayudar en algo, y que haya servido para que alguien se sienta un poco mejor o ver que no están solos y que se sale». Ellos salieron.