El desgaste y la desconfianza son el detonante en la cascada de separaciones pospandémicas, dice la experta, que analiza el lenguaje empresarial de Urdangarin y el parón de Tamara Gorro con Ezequiel Garay
02 feb 2022 . Actualizado a las 10:13 h.«Yo vi hijos que dicen: '¿Por qué mis padres no se separan?'», asegura la psicoterapeuta experta en terapia familiar e infantojuvenil Eva Gil, que explica por qué en torno a los 50 años se producen más rupturas: «Muchos piensan: 'Ahora que todo lo demás se fue asentando, tanto lo económico y lo profesional como los hijos, que ya son mayores, llega la hora de pensar en mí. En lo que quiero en mi vida y lo que no'».
—¿Tanto divorcio se debe a un desgaste empeorado por la pandemia, o afloran las miserias antes ocultas por la actividad y la rutina?
—La pandemia hizo frenar en seco a la sociedad. En algunos casos eso fue positivo, pero a muchos les sirvió para darse cuenta de lo que quieren cambiar y lo que no. Cuando se pasa tanto tiempo juntos, hay más estrés. También salieron a flote muchos trastornos de salud mental.
—¿Y más infidelidades?
—No diría que hay más infidelidades ahora, pero cada vez hay más que salen a luz porque las redes sociales lo dejan todo más a la vista.
—¿Por qué la mayoría se rompen entre los cuarenta y tantos y los cincuenta años?
—A esa edad hay un cambio evolutivo, un asentamiento a nivel económico, los hijos suelen estar criados... Se produce un cambio. Ahora que todo lo demás se fue asentando, llega la hora de pensar en mí. Y si durante mucho tiempo estás en conflicto y distanciado de la vida de pareja, al final te das cuenta de que estás con un desconocido.
—También aumentan entre los de treinta.
—Ahí también se produce un cambio importante en muchos casos, que es la llegada de los hijos. Y también veo un cambio de mentalidad en esa generación. Cuando viene una persona de 50 a hablar de lo que va mal en su matrimonio, se expresa en términos de compromiso, de familia... fruto de las tradiciones religiosas del amor para toda la vida. Los de treinta hablan de disfrute y de intimidad, se centran más en la pareja que en la estructura.
—¿Por qué en las rupturas se usa un lenguaje tan empresarial? Se utilizan términos como «cese de la convivencia». Urdangarin dijo que lo iban a «gestionar de la mejor manera», y el divorcio se camufla en el comunicado bajo una «interrupción de la relación matrimonial».
—Sí, hay una idea de familia como empresa. Muchas parejas de la alta sociedad son puro trámite. En el caso de Urdangarin y la infanta no lo eran, pero se han convertido en eso. Al final, todo acaba y se convierte en algo más económico que sentimental. Yo en consulta sí que veo una tendencia a la hora de afrontarlo, que es apartar todos los sentimientos para centrarse en la parte burocrática y de los hijos. Vienen con todo muy medido.
—¿A los niños les afecta más el divorcio o ver que el matrimonio de sus padres no funciona, que ya no son felices juntos?
—Cuando son menores de 12 años, desde su punto de vista egoísta, no quieren verlos separados. Es muy importante saber cómo comunicar la decisión, porque si se les dice 'hemos dejado de querernos', pueden pensar: 'A lo mejor dejan de quererme a mí también'. A partir de los 12, ya suelen ser capaces de ver ambas partes. Yo he visto hijos que dicen: '¿Por qué no se separan mis padres?'. Lo pasan peor si los ven discutiendo o distanciados en casa, sobre todo en la adolescencia.
—¿Cuándo es insalvable?
—Cuando no hay confianza o no hay respeto. Si hay confianza todavía se puede trabajar, pero cuando ya hay suspicacias, sospechas y recelos habituales, es muy complicado recomponer eso porque ya está roto, aunque no se quiera aceptar.
—Mucho se ha hablado del parón de Tamara Gorro y Ezequiel Garay. ¿Es una buena opción?
—Depende de en qué punto se esté. En general, si me he dado cuenta a tiempo y quiero trabajar en mí mismo, y de hecho Tamara Gorro contó que emocionalmente no estaba estable, para después valorar el camino de tu relación de pareja, lo veo bien. Si es parar antes de que la cosa vaya a peor, es buena opción. Pero si ya está roto, el parón solo sirve para generar o manipular tiempos.