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El maratón vital de Laura, madre soltera de mellizos: «Tengo que incapacitar judicialmente a mi madre para ser familia numerosa»

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MONICA IRAGO

Esta profesora tiene dos hijos de 4 años y lleva 18 ocupándose de su madre dependiente. «Como familia monoparental, casi no cuento para nada», afirma

22 feb 2022 . Actualizado a las 17:16 h.

Laura tuvo desde muy pronto el sueño de ser madre. Afrontó un duro proceso para lograrlo y ni siquiera la enfermedad (extraña y apenas visible socialmente) de su madre dependiente la echó atrás. Laura es madre soltera de dos mellizos de 4 años, tiene a tres personas a su cargo (su madre y sus pequeños) y ni un minuto al día para dedicárselo solo a sí misma. Desde el 2004, esta profesora de primaria que es madre soltera por elección convive con su madre, que sufre una arteriopatía cerebral infrecuente que le provoca ictus. Laura cuenta ya con la consideración de familia monoparental, sujeta a diferentes requisitos en las distintas comunidades autónomas y que en Galicia incluye al núcleo familiar que está compuesto por un único progenitor o progenitora que no conviva con otra persona con la que mantenga una relación análoga a la conyugal.

«Te piden, entre otros papeles, un certificado negativo de inscripción en el Registro de Parejas de Hecho y una declaración jurada de que no convives con otra persona que sea tu pareja. Y esto además te lo mandan renovar de forma anual», detalla Laura, que se convirtió en madre de sus pequeños, Isabel y Antonio, tras pelearlo muy duro. Miembro de la Asociación Madres Solteras por Elección, una piña en la que ella ha encontrado aliento y refugio, Laura se sometió a dos procesos de inseminación artificial que no salieron bien y a una fecundación in vitro. Tras el machaque, infructuoso, decidió darse un tiempo, pero su deseo de ser madre no cedió. Y, finalmente, consiguió convertirlo en realidad en el 2017, tras recurrir a la adopción de embriones.

Trece años antes de que naciesen sus hijos, Laura se fue a vivir con su madre, Maribel. «Fue a raíz de que se separó de mi padre», cuenta. Y, en ese momento, Laura pasó a convertirse en el principal apoyo de Maribel, que es epiléptica desde que su hija recuerda. Convivían con normalidad, sin grandes sobresaltos, hasta que, en el 2008, Maribel sufrió una crisis muy fuerte, que asustó a Laura. «Fue el 31 de diciembre del 2007, la noche de Fin de Año. Tuve que hacerme cargo directamente. Hasta ese momento, aunque vivíamos juntas, ella se desenvolvía bien en el día a día e iba por temporadas a ver a sus padres, mis abuelos, a Málaga. Viajaba sola sin problema, pero, a raíz de esa crisis, toda la responsabilidad recayó en mí». La vida de Laura cambió por completo. Su madre no podía estar sola.

A Maribel le habían diagnosticado en el 2004 cadasil, una enfermedad cerebrovascular extraña que distinguió por primera vez en Galicia el doctor Seijo Martínez, del Complejo Hospitalario de Pontevedra. Laura preparó los papeles para que a su madre le reconociesen la minusvalía a causa de su epilepsia y el cadasil, pero, en principio, «lo que le reconocían no llegaba ni al 33 %. Le daban más por la miopía que tenía que por esa dolencia, porque sobre el cadasil hay un gran desconocimiento», advierte Laura.

A raíz de la crisis que Maribel sufrió en el 2008, Laura pidió una baja laboral para poder ocuparse de su madre y se volcó en la búsqueda de una persona que pudiese quedarse por horas con ella en casa para retomar, en parte, su vida y su trabajo. Este fue también el comienzo de años de lucha con la ley de dependencia. Un maratón sin tregua para Laura, que iba haciendo alegatos uno tras otro para que a su madre le reconociesen la incapacidad. En esa pelea, Laura aprobó la oposición para ser profesora de primaria, cambió de seguro médico y dio «con un cielo de neuróloga». «Ella hizo un informe detallado de todas las crisis que sufrió mi madre, de todo su historial médico. Gracias a ese informe, a mi madre le reconocieron una minusvalía superior al 60 %», recuerda Laura. Con esta consideración, empezaron a recibir ayudas. «Durante años, cobramos en concepto de libranza por cuidado de un familiar 30 euros al mes».

UNA LESIÓN «MENOR»

Las dificultades no dañaron el instinto maternal de Laura. Y comenzó a afrontar el proceso de reproducción asistida para convertirse en madre. A la vez, Laura dejó de pelear por esa «pequeña» ayuda de 30 euros que les daban, viendo que, en Andalucía, un familiar suyo al que ayudó con los trámites «pasó a cobrar una pensión de 300 euros, por la ley de dependencia, con una renta mucho más alta».

Para que a Maribel le reconociesen un aumento de su minusvalía, Laura había alegado, sin éxito, que su madre no podía coger sola un autobús, que necesitaba a otra persona para desenvolverse en actividades cotidianas básicas. En una de sus recaídas, Maribel tropezó, se cayó y se hizo daño en una rodilla. Fue una mala suerte pequeña, que les abrió la salida. «Por esa lesión en la rodilla, mi madre tuvo que ir en silla de ruedas. Y en esas nos tocó ir a la revisión de la Consellería de Política Social. Llegamos a la doctora en silla de ruedas y entonces nos subieron al 93 % la minusvalía. Por la lesión de rodilla... ya ves, algo increíble». Fue el 6 de septiembre del 2015, y su validez es definitiva.

Ese daño «menor» en una pierna ayudó a revelar las verdaderas necesidades de Maribel. «Eso se ve. Lo que no ven es que mi madre se pierde, que no puede vestirse sola, no ven que para ducharse necesita ayuda... Todo eso no, no se ve». Si Laura tuviese que volver a dar todos los pasos que dio, sería como empezar de cero. Porque «ya no me acuerdo de todo lo que hice», afirma.

La ayuda familiar que percibiría Laura en caso de dejar de trabajar para entregarse al cuidado de su madre es de 33 euros al mes. Desde el confinamiento, les dan también 270 mensuales para cubrir unos talleres a los que va Maribel en la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer.

Cabe pensar que la situación mejorará, pero el tiempo se nos escapa. Las familias monoparentales con dos hijos serán consideradas familia numerosa, de acuerdo con la nueva Ley de Diversidad Familiar, que se anunció el verano pasado y está todavía en fase de borrador. ¿Por qué no consideran a la de Laura una familia numerosa? «A mi madre no la cuentan, porque no soy su tutora legal. Tendría que incapacitarla judicialmente para que nos consideraran familia numerosa», responde. ¿No es suficiente con ser madre soltera y tener dos hijos menores a cargo y ser familia monoparental? «Como familia monoparental, casi no cuento para nada en ningún lado. Y aún no ha salido esa ley [un compromiso para este 2022 recogido en el acuerdo entre Unidas Podemos y el PSOE]. Aquí en Galicia, nos reconocen como familia monoparental, pero no nos equiparan a las numerosas», subraya Laura. Ni en Galicia ni en otra comunidad. «Porque este certificado de familia monoparental que tengo es para Galicia, no a nivel estatal». «Familias numerosas son las compuestas por dos progenitores y tres niños o más, o bien personas viudas con dos hijos», explica. Con tres personas a su cargo, sus mellizos y su madre, para ser considerada familia numerosa, Laura solo tiene la opción de incapacitar judicialmente a su madre, insiste. «Ya tengo que andar para todo con un poder de ella. Por ejemplo, si tienen que operarla, debo firmar yo, porque ella no sabe lo que firma», dice. Pero incapacitarla, explica, supondría un control exhaustivo de cada euro que percibe Maribel y exponerse además a un farragoso proceso judicial, difícilmente conciliable con el cuidado de sus pequeños y de su madre. La suya es una felicidad costosa. Pero Laura seguirá invirtiendo en esa felicidad día a día, quizá en breve con las ventajas que supone ser considerada familia numerosa.