Chris y Juan, padres por gestación subrogada: «Las mujeres que nos han ayudado a tener a nuestros hijos serán siempre parte de la familia»

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Son los orgullosos padres de Anxo y Atlas, les siguen 60.000 personas, tienen una historia para Netflix y sueñan con que «en España la comunidad infértil tenga acceso a una ley de gestación subrogada como la de Australia y a procesos más ágiles de adopción»

08 feb 2023 . Actualizado a las 12:52 h.

Chris y Juan han cumplido el sueño de ser padres de Anxo y Atlas gracias a cuatro mujeres. «Stacey, Heidi, Amber y Cass nos han dado el regalo más grande», asegura Chris (Christian Ruiz Gómez), que conoció a Juan (Juan Luis Fernández Masip), hace once años a través de «una aplicación de ligoteo». En un fin de semana de intensa conversación vieron que el feeling iba en serio y para largo. Y al lunes siguiente, Chris, que vivía en Reus, fue a casa de Juan, en Segur de Calafell, y el radar del amor les impidió perderse la pista. El encuentro en persona superó las expectativas. «Fue un flechazo, amor a primera vista», dice Juan. «Estábamos buscando los dos al padre de nuestros hijos», suma Chris. «A esa persona con la que envejecer y formar una familia», concreta. Juan acababa de romper una relación «muy tóxica» de siete años con alguien que no quería ser padre: «Conocí a Chris en ese momento de querer algo en serio, a alguien con quien formar una familia». Esa familia llegó y alcanza hoy los 60.000 seguidores en Instagram con el día a día de 2 Papás in Oz, y sus hijos Anxo y Atlas, a los que cada noche sus papás repiten como una oración: «Sois increíbles. Sois únicos. Sois especiales. Anxo y Atlas, sois queridos. Muy queridos».

No más spoilers antes de tiempo. A los dos meses de conocerse, Juan y Chris ya estaban viviendo juntos. Tras dos años de relación, un día que Juan estaba en EE.UU., en una reunión de trabajo, llamó a Chris y le dijo: «Me acaban de ofrecer irme a abrir el negocio de la empresa a Australia». A su vuelta a España, los dos lo maduraron y Juan hizo la maleta. En abril del 2013, Juan voló a Australia y ese verano Chris lo visitó. «Me enamoré del país. Es un paraíso, en paisajes, civismo, humanidad, bienestar de las personas», asegura.

Ese septiembre, se casaba la mejor amiga de Chris, que se había vuelto a España con la pena de volver a separarse de su chico. «La tarde antes de la boda, estaba tomando café con una amiga y de repente me tapan los ojos. Me giro ¡y es Juan Luis! Había viajado 60 horas para pasar conmigo dos días en España», recuerda. Con jet lag, llegó una apasionada proposición de matrimonio de Juan. Chris dijo que sí, Juan volvió a Australia y él se quedó un tiempo dándole a vueltas a la cabeza. En las Navidades del 2013, que pasaron juntos en España, Chris notó «un clic» al despedirse de su prometido, que debía volar de nuevo a Australia. Sin decirle nada de ese clic a su chico, lo llevó como si nada al aeropuerto y fue «a toda mecha» a la multinacional donde trabajaba para decirle a su jefa en su día libre: «Presento la baja. Me voy. Lo dejo todo».

En abril del 2014, Chris voló al fin a Australia junto a Juan. Iba para un año que, finalmente, se convirtió en seis y medio, casi siete.

Australia cambió sus vidas para siempre, por completo, les convirtió en un matrimonio y en una familia. Juan y Chris se casaron en el consulado español de Australia, cuando el matrimonio homosexual no estaba aprobado allí. «Nos casamos en ese cuarto de dos por dos metros cuadrados del consulado español, donde el matrimonio igualitario sí era legal». Así lo cuentan.

Conexión gallega

A la vez que ultimaban los preparativos de la boda, se enfocaron en el objetivo de la paternidad. «Como hombre soltero o con pareja homosexual, tienes dos opciones para ser padre: adopción o gestación subrogada. Antes de conocer a Chris, empecé a investigar la adopción nacional en Cataluña. En el 2011, el tema estaba parado y, si hubiera empezado, el proceso habría tardado 12 años. Le trasladé a Chris esta información cuando nos conocimos», cuenta Juan. Iniciar un proceso de adopción en Australia no les parecía la mejor opción al no saber con seguridad cuánto tiempo iban a pasar allá. Entonces se informaron sobre la gestación subrogada, tomaron contacto en foros con casos de otras familias y se decidieron, finalmente, por México.

«En marzo del 2015, viajamos allí por primera vez para conocer a Heidi, la maravillosa mujer de Tabasco que nos ayudó [a ser padres]. Queríamos estar seguros de que lo hacía por las razones adecuadas; que fuese un proceso transparente, ético», asegura Chris.

Heidi, madre de tres hijos, superó los controles socioeconómicos y psicológicos para gestar al hijo de Chris y Juan. «Sabíamos que iba a ser compensada, pero no queríamos que fuese el motivo de que lo hiciera. Ella nos dijo que no lo dudásemos, que era funcionaria del Estado de Tabasco, que tenía su posición, su familia, y que había sido su hermana, que ya había pasado por ello, la que la inspiró a hacerlo».

Por una transferencia embrionaria, Heidi se quedó embarazada de Anxo, que nació el 20 de abril del 2016 y tiene nombre gallego por una razón. «Mi padre es de Lalín y casi toda mi familia está ahí. Me tira Galicia. Y como la madre de Chris se llama Ángeles, cuando vimos que Anxo era Ángel en gallego, dijimos ‘¡Anxo!’», cuenta Juan.

En octubre del 2015, celebraron otra vez la boda, esta vez a la española, con una fiesta para la familia y los amigos en Tarragona. Heidi estaba embarazada entonces de 20 semanas. De sus 170 invitados, nadie sabía que Anxo estaba ya en camino. «Aprovechamos para dar la noticia en la boda. Y fue el momento más bonito y especial de todos».

En abril del 2016 viajaron de Australia a México, tras vivir el embarazo a distancia. «Y nació Anxo. Recuerdo la emoción de tocarlo y decir: ‘¿Cómo puede ser tan-tan suave?’», ríe Chris, que debió volverse de México al cabo de unos días por trabajo. Juan se quedó con Heidi y con Anxo, «creando el vínculo». «No vamos a venderte que la gestación subrogada es todo rositas. A veces, nacen los hijos y los padres se desentienden enseguida de las mujeres que les han ayudado. Yo no lo entiendo. ¿Cómo puedes darle la espalda a la persona que te ha hecho el regalo más grande? Para mí, Heidi y Cass son como hermanas. Stacey, Heidi, Amber y Cass serán siempre parte de nuestra familia», asegura Chris. Dos son las gestantes, y otras dos, las mujeres que les han donado los óvulos.

Cuando nació Anxo, sus padres eran residentes permanentes en Australia, paso previo a la ciudadanía, lo que les abrió la puerta a la gestación subrogada en Australia, donde el proceso es altruista, sin compensación económica. Por un grupo de Facebook, conocieron a Cass, madre de tres niños que tenía desde muy joven el sueño de ayudar a otros a ser padres. «Quedamos por primera vez en Sídney y empezamos a quedar más. Hasta que recibimos un vídeo en el que sus tres hijos nos decían con cartelitos que su madre quería ayudarnos a darle un hermanito a Anxo», recuerda Chris.

Juan, Chris y su hijo Anxo junto a Cass, que gestó al segundo hijo de la pareja, Atlas.
Juan, Chris y su hijo Anxo junto a Cass, que gestó al segundo hijo de la pareja, Atlas. EMILY CLARE | ZANELLE WALTER

«Ella pone las reglas, y así tiene que ser»

El proceso de la gestación fue largo, con controles exhaustivos a todas las partes. Este embarazo, en el que Amber donó los óvulos, los papás lo vivieron de cerca. «En Australia, la gestante tiene la sartén por el mango, y así tiene que ser. Ella tiene la última palabra. Es su cuerpo, son sus reglas». Por ejemplo, la gestante podría, finalmente, quedarse con el bebé, que registra primero a su nombre.

El contacto con Cass durante el embarazo «fue una relación a tres muy buena. Juan Luis le preparaba comidas y, obviamente, ella tenía una tarjeta para cubrir los gastos que surgiesen de las necesidades del embarazo. No puede perjudicarle más de lo que ya supone pasar por un embarazo», explica Chris. La pareja se mudó cerca de Cass con Anxo y un abuelo, el padre de Chris, que había ido a Australia meses antes del nacimiento de Atlas a ayudarles. «Los dos abuelos, tanto mi padre como el de Chris, estuvieron siempre muy presentes y fueron de gran ayuda», valora Juan.

Tras un parto de 28 horas, Cass dio a luz a Atlas. «Allí estuvimos los dos, junto a la pareja y la hermana de Cass, que ella quería a su lado en el paritorio». Atlas nació el 5 de diciembre del 2017. «Cass decidió que fuera yo quien lo cogiera y que Juan Luis cortara el cordón», relata Chris, que se rompe de emoción al revivirlo. «Cuando vi la cabeza salir, me vine abajo y empecé no a llorar, a sollozar. No sé si volveremos a ser padres, pero creo firmemente que ese será para siempre el momento más bonito de mi vida», se deshace. «Lo cogí al nacer e hicimos piel con piel. Y Cass estuvo con nosotros en todo momento, lo besaba y lo abrazaba», no olvida.

Cass decidió extraerse la leche para alimentar el bebé durante meses. La congelaba y se la daba a Chris y Juan cuando se veían, cada fin de semana. Durante año y medio, mantuvieron una relación muy estrecha con Cass y su familia. «Nos han ayudado Stacey, la donante de óvulos para tener a Anxo; Heidi, al gestarlo, y Amber y Cass a tener a Atlas. Lo pensábamos cuando aún no había nacido Atlas: ‘¿Qué podemos hacer para devolverle al universo todo lo que estamos recibiendo?’. Y decidimos ser donantes de esperma». Cada uno ayudó a cinco familias a intentar convertirse en madres o padres. De un embrión que donaron a una de esas familias, cuentan, nació Zoey, «una niña preciosa que es igualita que Atlas».

Esta historia tiene su magia y tiene también sombras. «El veto a familias como la nuestra existe», afirman quienes se consideran feministas y entienden que existen malas praxis en gestación subrogada. «Pero porque existan algunas malas praxis, no se puede generalizar y llamar comprabebés y explotadores a todos los que somos padres por gestación subrogada», dice Chris.

Hoy viven en Cambrils, Juan volcado en la investigación médica contra el cáncer y Chris en la docencia. Con nuevas oportunidades laborales, pudieron volverse a España en el 2019, justo antes de la pandemia, una dura prueba que superaron unidos. «Los dos soñamos con que en España la comunidad infértil tengamos acceso a una ley de gestación subrogada y un sistema como el de Australia y a procesos más ágiles de adopción», manifiesta Chris. Desde junio del 2020, están en las listas de adopción de Cataluña, porque «papa Chris» y «papi Juan» no cierran la puerta al tercer hijo. Los dos asumen que son actores secundarios de su vida, que los protagonistas son sus niños... «¡que son dos bichos! Eso sí, tienen los dos un gran corazón, y el tuyo lo llenan todos los días».