El «triciclo milagro» que cumplió el sueño de Pedro, Mario e Inés de ir al maratón de Nueva York

YES

Marcos Míguez

Mucho ruido en las redes para lograr la invitación a la carrera. «Queremos mostrar al mundo que aunque tengas una discapacidad, no tienes que dejar de soñar». Y lo acaban de lograr. Van rumbo a Manhattan

07 abr 2022 . Actualizado a las 11:22 h.

Pedro, Inés y Mario, con diversidad funcional, no corren con los pies, pero sí con su corazón. Sus padres y los voluntarios que participan en el proyecto Marines Enki, de la fundación Abrente, los guían en las carreras hasta que se elevan y tocan el cielo, con el viento rozándoles la cara y una sensación de libertad indescriptible. Por eso, tienen derecho a soñar muy alto. Tan alto como puedan. Y han soñado participar en el maratón de Nueva York. Tienen lo más difícil ya, la financiación, gracias a una beca de Vegalsa-Eroski, pero les faltaba que la organización les concediese un dorsal dúo. Se trata de una autorización especial que solo otorga el comité organizador para que puedan participar en la carrera. Por eso hicieron mucho ruido en las redes sociales. Para que pusiesen el ojo en estos tres deportistas, unos auténticos superhéroes, que no ven el momento de colocarse en la zona de salida en Manhattan. 

Pero detrás de todo este esfuerzo por conseguir esta gran hazaña, hay muchos años de lucha. Todo comenzó con una carrera popular, la de Arteixo, unos amigos maravillosos y un regalo: un simple triciclo, que fue mágico, porque les cambió la vida a todos. Gracias a ello surgió el proyecto Enki, que persigue la inclusión de personas con diversidad funcional en la sociedad a través del deporte, y los sueños de muchos se hicieron realidad. «Ese triciclo que nos regalaron nuestros amigos nos cambió la vida a todos. Pedro se siente uno más. Tiene sensación de libertad. Da igual los kilómetros, va con una sonrisa de oreja a oreja. Montado en su bici se ve como el resto. Y cuando te adelanta, te mira por el rabillo del ojo y se ríe, incluso se pone de pie y se chulea. Nos cambió la vida», explica Eva, la madre de Pedro, que sufrió hipoxia fetal durante el parto —falta de oxígeno en los tejidos— y tiene un 90 % de discapacidad, aunque cada día se esfuerza como un león por superar barreras cotidianas.

A raíz de eso se creó Enki, y Pedro y otras personas con diversidad funcional pudieron soñar y participar en la carrera popular de Arteixo, «recorriendo 50 metros andando y corriendo»: «Fue la primera vez que participaba en algo. Esos metros no los voy a olvidar en mi vida. Teníamos mucho miedo de participar en las cosas. Me decía: ‘No lo voy a anotar a algo, porque o me van a decir que no o no va a poder hacerlo‘. Y cuando hicimos esa carrera me di cuenta de que me estaba equivocando. Que no podemos quedarnos quietos en casa», explica Eva.

Sin parar de correr

Fue ahí cuando empezaron a correr y, desde entonces, ya no han parado. Les cambió la perspectiva: «Estaba enfadada con el mundo. Pensaba que no iba a poder llevar una vida normal. Pero a partir de ahí todo cambió».

Comenzaron los entrenamientos y con ellos fueron apareciendo voluntarios para ayudarlos a empujar los carros y a guiarlos. Se creó todo un movimiento para que pudieran participar en estos eventos deportivos. «Hay una carrera en A Coruña, en la que queríamos participar, pero la federación no nos dejaba. Con el apoyo de Enki y del Concello de A Coruña conseguimos una modificación del reglamento para que pudieran participar con los carros adaptados, como sucedía en el resto de España, donde ya participaban hacía tiempo. Y a raíz de esto surgió también la idea de crear un grupo de voluntarios para empujar a personas con diversidad funcional en las carreras, como ya existía en Sevilla, Valencia, Madrid, Barcelona...», comenta José Luis, el padre de Mario, el benjamín del grupo que quiere correr en Nueva York con apenas ocho años y que sospechan que también sufrió una hipoxia fetal durante el parto. «Mario es un niño que adoptamos en Etiopía cuando tenía cuatro meses. Al poco de llegar aquí, empezamos a detectar problemas de movilidad, que no estaba siguiendo una evolución normal. Y sospechamos que habría tenido una falta de oxígeno durante el parto, pero a ciencia cierta no lo sabemos. Tiene una parálisis cerebral. A partir de ahí, empieza un cambio de vida absoluto y de adaptar nuestra vida a Mario. Él es encantador y tiene un carácter estupendo», comenta orgulloso su padre.

«Nos acaban de avisar que lo hemos logrado. Estamos emocionados. Imagínate. Es un sueño hecho realidad»

Fue después cuando José Luis descubrió la pasión de su hijo por casualidad: «Yo soy aficionado a correr y mi mujer, también. Un día decidí bajar con Mario a correr con un carrito de paseo. Y ya vimos que le gustaba. Iba todo el rato riendo, superfeliz y encantado. Así que lo volví a llevar otro día. Y a partir de ahí, cada vez que ve que me voy a cambiar se pone todo nervioso. Entonces yo le pregunto que si quiere venir a correr y el responde ‘ki,ki', que significa ‘sí, sí'. Ves que lo disfruta, que lo pasa genial y es cuando empezamos a apuntarlo a carreras».

Inés es otra luchadora del equipo de Manhattan. Con apenas 15 años es la reina del asfalto. «Es como el mar. No hay quien la frene. Y a su madre, tampoco. Después de haber pasado una noche malísima y de haber dormido apenas tres horas, es la primera que llega al entrenamiento y encima lo hace con una sonrisa. Le pone música al carro a todo volumen y como te pongas de cháchara ya te está braceando porque ella lo que quiere es correr, que le den caña, sentir el viento en la cara, sentir la velocidad...», comenta Eva, la madre de Pedro sobre Inés, que no perdona su pincho de tortilla después de entrenar o de la carrera. «Le encanta irse a tomar su pinchito. Se sienta con su tapa de tortilla y la ves con una cara de satisfacción plena. Es una todoterreno. Siempre con una sonrisa», comenta orgullosa Eva. Porque es precisamente en esos momentos, después de las pruebas y de los entrenamientos, cuando la familia Enki hace terapia de grupo: «Y nos sentimos afortunados de los hijos que tenemos y de la vida que llevamos. A mí esto no me puede llenar más».

«¿Qué es lo más grande para un corredor? Pues ir al maratón de Nueva York. Es un escaparate perfecto para enseñar al mundo que aunque tengas una discapacidad, no tienes que dejar de soñar. Verlos allí salir de la meta es como si ya hubieran ganado. Porque se puede participar. ¡Se puede!», dice Eva visiblemente emocionada. «Mi hijo tiene discapacidad, pero también tiene muchas ilusiones, muchas ganas y muchos proyectos. Y le gusta superarse a sí mismo como nos gusta a todos. Al igual que esa sensación de satisfacción tras haber conseguido algo que ha deseado mucho», puntualiza esta madre coraje. Después de sentirse durante muchos años apartada de la sociedad, reivindica un lugar para todas las personas con diversidad funcional.

«Nuestra vida está llena de dificultades, de ‘eso no lo vas a poder hacer', ‘eso es muy difícil' o ‘eso es imposible'. Estamos acostumbrados a eso. Pero ya que tenemos la parte más complicada que es la financiación, lo vamos a pelear a tope, que no sea porque no nos hemos esforzado. Por eso lo estamos moviendo en redes y donde haga falta. Por todos los sitios posibles», comenta José Luis.

Bien se podría decir que el sueño de estos tres luchadores es el sueño ya de todos. No es difícil imaginarse a Pedro corriendo en el maratón de Nueva York, adelantando a alguno de sus amigos y poniéndose de pie en su bici, mientras se siente feliz y libre. Tampoco es muy difícil ver a Mario sintiendo la velocidad y el viento sobre la cara, mientras dice sonriendo ‘ki-ki', ni a Inés cambiando su pincho de tortilla por una superhamburguesa, tras haber completado la hazaña. Y luego, si queréis, pellizcaos. Comprobaréis que este sueño acaba de hacerse realidad. Los acaban de avisar de que han logrado los dorsales para competir en el maratón más famoso del mundo. Estos tres superhéroes ya van rumbo a Manhattan.