«España tiene tres megaproblemas», apunta el catedrático de Estructura Económica, que publica «Futuro, ¿qué futuro?», donde señala qué claves serán indispensables para sobrevivir. «La generación Z será la gran perdedora, ¡lo ha pillado todo!», lamenta
24 abr 2023 . Actualizado a las 00:49 h.Lo que viene «va a llegar después de una pandemia incrustada en una crisis que comenzó hace 15 años», contextualiza el doctor en Economía Santiago Niño-Becerra, catedrático emérito de la Universidad Ramon Llull, profesor de Estructura Económica en la IQS School of Management, y autor de El crash del 2010. Tras la pandemia del covid, la invasión de Ucrania. Ante el solapamiento de desastres, cabe hacerse la pregunta que arroja el economista en Futuro, ¿qué futuro? «Esto es un desastre continuo que hacia el 2024 o 2025 se acabará», comienza.
—Pero con la invasión de Putin, en principio, no contábamos...
—Cuando se produjo la invasión de Ucrania, mi libro estaba saliendo de máquinas, pero sí digo en él que se está gestando un cambio en el orden internacional que se diseña en 1991, que adelanta Fukuyama en su artículo ¿El fin de la historia? Un nuevo orden se implanta en el 91 con la disolución de la Unión Soviética y el triunfo del modelo liberal, democrático. Ahí nadie supuso que China iba a convertirse en lo que se ha convertido.
—¿Ignoramos demasiado a Rusia?
—Creo que a Rusia se le trató mal y además se le dio por muerta. En el acuerdo de Malta, se dijo que la OTAN no iba a acercarse a Rusia. Eso se incumplió y, en el 2010, Rusia empezó a reforzarse con Putin. Hay dos aspectos que definen la personalidad de este señor: Putin fue Jefe del Comité de Relaciones Exteriores de la alcaldía de San Petersburgo. ¿Sabe qué retrato tenía colgado en su despacho? No el de Yeltsin, entonces presidente, sino el del zar Pedro I. El segundo hecho que define a Putin es que la mayor desgracia que le ha pasado a Rusia fue para él la disolución de la Unión Soviética. Cuando Rusia empieza a elevar la voz, el nuevo orden del 91 había cambiado. Hablamos de los años 2012, 13 y 14: China empieza a ser una potencia. Si miramos el mapa, Letonia, Estonia y Lituania son miembros de la OTAN; por abajo, en Moldavia ya está el Transdniéster, la zona rusohablante; en Georgia ha intervenido Rusia; en la zona de Osetia hay movimientos prorrusos... Y Rusia dice: «Si Ucrania entra en la OTAN, tengo a la OTAN dentro de casa». La OTAN/Europa/ EE.UU., al margen de lo agresivo que haya sido el señor Putin, intervenir en Ucrania se lo han puesto en bandeja.
—¿Presionará Putin el botón nuclear? Ha cumplido ya sus otras amenazas.
—En el 2018, Rusia ya ha renovado todo su arsenal nuclear. Tiene los misiles hipersónicos y tiene drones submarinos. En resumen, ha renovado su armamento y ha entrado en Ucrania en defensa de la zona rusohablante, lo que recuerda a lo que hizo Alemania en los Sudetes. A Putin le interesa el Donbás, conservar Crimea y un pasillo que incluya Odesa hasta el Transdniéster. La guerra en sí, en dos o tres semanas, habrá acabado.
—¿No será una guerra de desgaste?
—Fíjese las fotos de los tanques que está usando Rusia, es chatarra. Está usando armamento muy antiguo. Está haciendo lo mismo que hicieron los Estados Unidos en Vietnam en el primer año. Ese primer año en Vietnam, Estados Unidos solo utilizó chatarra, para sacarse de encima el excedente que tenía. Rusia está usando soldados de reemplazo. ¿Dónde está el Ejército profesional ruso? No está utilizando armamento realmente moderno, que lo tiene. Está usando el Sukhoi 35, un avión muy antiguo. ¿Por qué? ¿Para no dar la imagen de que quiere provocar?
—¿Saldrá ganando alguna potencia de esta situación?
—La ganadora clara va a ser China. Si alguna relación había entre Rusia y Europa, queda rota. Rusia, claramente, se va a convertir en un aliado de China, con lo cual toda la tecnología a nivel militar la va a compartir con China. Estados Unidos atraerá completamente a Europa y la que va a perder, claramente, será Europa.
—¿Pero a China le conviene esta guerra, un cambio en el orden internacional?
—Sin duda. China sale reforzadísima. La imagen que yo tengo ahora es la de China sentada en un sillón fumando un puro, viendo el cambio que está sucediendo en el tablero internacional, y ella intocada, viendo que va a ganar. ¿Se ha enterado de la tecnología interceptadora de drones que usa Rusia? Está haciendo caer todos los drones de Ucrania con tecnología china, y la empresa que ha creado esta tecnología dice que le han hackeado los rusos. ¿Usted se cree esto? Lo que yo no tengo claro es que Rusia gane. A Rusia le iba muy bien la situación de proveedora de gas a Europa, era una situación cómoda, había mucho intercambio comercial. Es mucho más fácil tratar con un alemán, con un francés o con un sueco que con un chino. Al margen de los efectos que esta invasión está teniendo, que está generando inflación, no sucede, como dice el Gobierno, que la inflación sea culpa de la guerra. En absoluto.
—¿La subida récord en la inflación, al 9,8 %, no se debe a la guerra de Ucrania?
—No. Cuando el primer soldado ruso cruza la frontera de Ucrania, en España la inflación estaba ya en el 7,4%. El presidente del Gobierno dirá lo que quiera, pero la verdad es esa.
—¿Por qué está tan alta la inflación?
—Hay dos tipos de inflación. Está la inflación de demanda, la más habitual, que consiste en que hay un incremento de consumo, la gente tiene dinero (en forma de crédito o como sea), sube la demanda y la oferta no llega a cubrir esa demanda; entonces, se produce un aumento de precios. ¿Cómo se combate ese tipo de inflación? Aumentando los tipos de interés y/o aumentando la producción. Esa esa es la inflación, digamos, normal. Luego está la inflación estructural, la que ahora tenemos, que es una inflación de oferta. Si usted recuerda, los precios empezaron a subir en el segundo trimestre del 2021. Si observa los gráficos de evolución del precio del petróleo y del gas, ahí ya suben... Y hay un problema de suministros. Las empresas que trabajaban con stocks bajísimos se encuentran sin stocks y el mundo está plagado de contenedores vacíos. Esta es una situación típica de inflación estructural. A eso añádale la tensión creada por la guerra.
—Hay quienes proponen como solución bajar impuestos...
—Al margen de que en una inflación de oferta las bajadas de impuestos no arreglan nada, ¿cómo va a poder enjugar España su déficit del 6,8 %, con el que cerró el 2021?España tiene tres megaproblemas. Uno, la productividad baja. Otro, un déficit inmenso y una deuda pública gigantesca, creciendo desde el 2009. Habrá visto esto: «España ha reducido el déficit del año pasado». ¡Perdone, el déficit se ha reducido porque la inflación ha aumentado! Bajar impuestos significaría menor recaudación y dificultad para reducir el déficit. Las inflaciones estructurales o se resuelven subiendo los tipos de interés al 20 %, impensable hoy, o con dolor.
—¿Con recortes?
—Con recortes de gasto público y con reducciones de consumo. Si no recuerdo mal, las familias españolas tenemos una deuda de 700.000 millones.
—¿Y si España no paga la deuda?
—Es que España no paga la deuda. Nadie paga la deuda, la deuda se renueva. El negocio de la deuda no está en pagar la deuda, está en los intereses. Ya se está hablando de hacer quitas de las deudas incobrables y convertirlas en perpetuas.
—¿Así llegaremos a ese colapso del sistema capitalista que prevé?
—El sistema capitalista ya está en declive, pero esta no será la puntilla del sistema. Si yo le debo mil euros y le digo: «Mire, esos mil euros no se los voy a pagar jamás, pero cada mes le voy a dar diez euros eternamente», usted igual me dice: «Pues vale». Ya la cosa compensa... o le compensa a los grandes fondos. En el 2020, el Banco Central Europeo prácticamente compró el cien por cien de la deuda española. Si debido a esta inflación, restringe (como está haciendo) a tope las compras de deuda, España va a tener otro problema. Si quiere vender su deuda, tendrá que pagar más para que se la compren. Si a eso añadimos la dependencia energética de España, tenemos un problema.
—¿Pero España en qué está bien?
—¿España en qué está bien? Es una buena pregunta... En el 2005 o 2006, Prize Waterhouse Coopers hizo un estudio sobre qué ventajas competitivas tendrían distintos países europeos en el año creo que 2035 o 2040. ¿Sabe en qué sería competitiva España? En producción de cereales. No se puede decir en qué está bien España; lo que se puede decir es que hay zonas de España que están bien en unas cosas, zonas que están bien en otras y zonas que no están bien en nada. Yo he estado en un polígono al lado de Vitoria con un equipo especializado en robótica que está ya en el siglo XXII, exportando soluciones de robótica a todo el planeta. Pero le llevaría a zonas de España que parecen del XVIII. El concepto de Estado, de país, de nación está claramente en declive y vamos al concepto de área, de zona, de clúster, donde las corporaciones tendrán presencia y habrá zonas completamente vacías. Sobrevivir más allá de la pandemia en este nuevo orden internacional que se está gestando, precisa una serie de cosas: enorme flexibilidad, tener capital, una alta productividad... y esto ciertas zonas lo tienen y otras no lo tienen.
—¿Lo tienen cada vez menos zonas, menos corporaciones, menos manos?
—Exacto. Entonces, a nivel social y personal, la población va a tener que (y esto no sé cómo decirlo) conformarse con menos. No todo el mundo va a poder tener un Ferrari... El concepto de propiedad que teníamos nosotros ha cambiado. La generación Z va a ser la gran perdedora. La T, los que vienen después, será ya la generación del nuevo modelo; no habrá conocido otra cosa, no arrastrará nada del pasado y estará totalmente integrada. La T vivirá carencias, pero no habrá conocido la abundancia. No tendrán propiedades, habrá mucha precariedad laboral... Pero la generación Z lo tiene muy negro. Quienes sean muy inteligentes y tengan contactos sobrevivirán. En esa supervivencia, habrá que ser superflexibles y resilientes. La gente tendrá que montarse su película.
—¿Quizá será un poco como lo pinta «Black Mirror»? Igual los jóvenes no tendrán un buen empleo ni buena comida, pero sí «smartphones»...
—Sí, eso sí, porque el smartphone además es un instrumento de ocio. En lo de no poder comer, entra la renta básica. Habrá renta básica porque habrá que comprar la paz social. Yo hablo del trinomio social: renta básica, marihuana legal y ocio gratis. Y ahí entra el metaverso...
—¿Qué cabe esperar del metaverso?
—Al margen de que se utilice para trabajar, el metaverso básicamente estará orientado al ocio. Y ahí tendremos a buena parte de la población...
—¿Anestesiada?
—Exactamente. El Gran Reset, mire en la página del Foro Económico Mundial (WEF), dice cosas como: «Será más feliz el que menos cosas tenga» ¿Pero por qué? Porque no se va tener lo que se quiere. En los años del «España va bien», usted recordará que uno iba al banco, pedía un crédito e iba de vacaciones a las Maldivas. Eso se acabó. Irá a las Maldivas el que tenga avión privado. Los millennials creo que lo han integrado bien, pero la generación Z ha pillado la parte más negra: el inicio de la crisis en el 2008, la de la deuda del 2021 y la pandemia. ¡Estos lo han cogido todo!, y sus consecuencias... Sería interesante saber la distribución por edades de las consultas de psicólogos y psiquiatras.
—¿Será distinto en otros países?
—Un danés o un noruego lo tiene menos complicado que un español... Una alumna mía me consultó sobre si irse a Noruega porque a su pareja le había salido un empleo y ella tenía la opción de trabajar allí como economista. Se fue y está de fábula. Hace una semana le concedieron la nacionalidad noruega. ¿Quiénes se van? Los más capaces, inteligentes, con una mayor cultura del esfuerzo. Esto es lo malo: se van fuera los mejores. España se está descapitalizando de capital humano. Unos se van y otros están subempleados. La palabra sobrecualificación es una trampa. El problema no es de los chicos o las chicas que han estudiado. El problema es que aquí no hay demanda de trabajo para su cualificación. El mundo pospandemia va a ser un mundo duro...
—Un mundo de filosofías, sino de habilidades, señala, «independientemente de como las hayamos obtenido».
—Exactamente. Tesla hizo una contratación de programadores hace unos meses y no pidió ningún título. Les puso una prueba y el que la pasó entró; es un cambio radical respecto a lo que hemos estado viendo. ¿Sabes la implicaciones que tiene eso? Por eso recalco en el libro que «lo necesario es lo importante». ¿Esto es necesario? Es importante. Si noes necesario, si lo puedes pagar o lo quieres hacer por tus medios... adelante, si no no. Esta es otra película, otro mundo. Hay países, zonas y empresas muchísimo más preparadas que otras.
—¿España no está entre los mejor preparados?
—Hay zonas que sí. El gran problema que tiene España es la dependencia. En España hay 17 plantas de ensamblaje de automóviles. Todas dependientes de empresas cuyas sedes no son españolas. Imagínese que mañana PSA Citroën decide cerrar la fábrica de Vigo. O Volkswagen decide cerrar la planta de Barcelona... Una catástrofe. ¿Qué puede hacer España para evitar eso? Nada. ¿Qué ha pasado con Alcoa en San Cibrao? Esa dependencia de España, a nivel industrial, tecnológico, etcétera, es tremenda. El 75 % de la energía que consume España, la importa. El turismo... España es potente en turismo. Sí, pero el turista ha de venir, no se le trae agarrado de una oreja. Si la familia alemana que ha venido aquí durante cinco años seguidos a Tossa de Mar decide este año irse a Croacia, no vendrá aquí.