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Lucía Mi Pediatra: «Mi divorcio fue mi momento más complicado como madre»

VIRGINIA MADRID

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Greg Sebastian

La especialista más popular publica «La vida va de esto», dirigido a los padres de adolescentes, a las mamás primerizas y a los que no se rinden, porque «la vida improvisa y nosotros con ella», dice

12 abr 2022 . Actualizado a las 19:57 h.

Es muy exigente consigo misma, le encanta viajar y recargar las pilas con sus «personas refugio», esas que siempre están, pase lo que pase. Es Lucía Galán Bertrand, en Instagram @luciamipediatra (Oviedo, 1978), la pediatra más mediática, que ahora regresa con La vida va de esto, un libro en el que descubrimos a la pediatra veterana y a la madre imperfecta: «Lo he hecho de la mejor manera que sabía y he podido. Y eso ha sido suficiente».

­—En el libro dejas a un lado a la pediatra y nos muestras tu lado más sincero, tierno e inspirador.

—Sí. Este libro viene en parte gracias a mis lectores, que me pedían que volviese la Lucía de las reflexiones, que aparece en mi trilogía, que comienza con Lo mejor de nuestras vidas. Y, por otro lado, decidí emprender esta aventura en un momento de mi vida en el que he dejado atrás la etapa infantil de mis hijos para vivir con plenitud su adolescencia.

—Desvelas aspectos muy personales. ¿No te ha dado pudor?

—No, al revés. Me ha ayudado a conocerme mejor, a echar la vista atrás para revisar mi camino, reflexionar, descubrir aprendizajes. Y también, por supuesto, equivocaciones. Al final, la conclusión es «lo he hecho de la mejor manera que sabía y he podido. Y eso ha sido suficiente. Todo está bien». Deberíamos liberarnos de la culpa y de la alta exigencia que nos imprime la sociedad.

—Abordas desde la falta de descanso tras la llegada del bebé, pasando por la salud mental de los adolescentes, hasta la pérdida de los que queremos.

—Eso es. Y es como dice el libro, la vida va de esto. Va de encarar el día a día con una sonrisa, porque nos hará la travesía más fácil, porque la vida improvisa y nosotros con ella, porque merece ser vivida si la llenamos de ternura y de momentos mágicos, buscando refugio en esas personas a las que siempre puedes volver, pase lo que pase.

—¿Cuáles son tus puntos fuertes y cuáles las vulnerabilidades?

—Mi punto fuerte es que tengo una sensibilidad especial. En un principio, puede pensarse que es una debilidad, pero la he transformado en una cualidad positiva para tratar a mis pacientes y a los míos, a los que más quiero. Y mi mayor vulnerabilidad es que tengo un alto nivel de exigencia. Me cargo de responsabilidades y obligaciones.

—¿Qué reflexión harías para aquellas mujeres que vayan a convertirse en mamás por primera vez?

—Les diría: ve despacito, no hay prisa. No quieras correr. Disfruta. Cuídate. Busca tu espacio y tu tiempo. Encuentra a tus personas refugio. No busques explicación a todo. Continúa, sigue, avanza, aprende. Te equivocarás y eso formará parte de tu aprendizaje. No pasa nada. No te culpes. No hay madres perfectas, ni hijos perfectos. No pretendas serlo. Quiérete como eres ahora, pero también cómo serás al ir cambiando a lo largo de los años. Y sobre todo, trata de hacer bonito este viaje, es lo que tus hijos recordarán siempre.

—Un capítulo muy emotivo se lo dedicas a las madres de las madres.

—Es un homenaje a nuestras madres, a las abuelas de nuestros hijos. Me apetecía dedicarles estas páginas. Mi madre es una maestra de vida, inquieta, amorosa, inteligente, empática. Ojalá mis hijos hablen de mí como yo hablo de ella. Cuando yo era adolescente, recuerdo que me decía: «Como me ves, me vi y como me ves, te verás». Y ahora soy yo la que dice lo mismo a mi hija.

—Maternidad y culpabilidad. ¿Cómo nos libramos de ella?

—¡Uy! Es complicado, la verdad. Creo que es casi inevitable sentirse culpable en un primer momento, pero solo durante un corto tiempo en el que te sirve para desahogarte. Pero después es el momento de reflexionar. Nada de quedarte contemplándote las heridas.

—¿Cuál ha sido tu momento más complicado de abordar como madre?

—Mi divorcio cuando mis niños tenían tres y cuatro años.

—Precisamente a ellos, Carlos y Covi, les dedicas este libro.

—¡Claro! Porque ellos me cargan las pilas y son lo más bonito que he hecho en esta vida. Se han convertido en dos adolescentes luchadores, respetuosos y muy felices. Me siento muy orgullosa de ellos.