Jesús Sánchez Martos, «médico de Sálvame»: «El corazón no está en el lado izquierdo»

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Tiene un objetivo en mente: ganarle años a la vida y llenar de vida los años, por eso acaba de publicar «Mejor prevenir que curar», donde entre otros muchos temas aborda el dolor de cabeza. «Si en tres días con paracetamol y estando sin tele y ordenador no remite, hay que consultar»

18 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Lleva cuarenta años informando sobre medicina en los medios de comunicación, pero en los últimos tiempos su cara se ha colado en los salones de los españoles gracias a su colaboración en Sálvame. Jesús Sánchez Martos (Madrid, 1953), doctor en Medicina y Cirugía, y diplomado en Enfermería, es de esos médicos a los que entiendes cuando te cantan un diagnóstico, de los que dan sabios consejos y a los que acudirías si te surge una duda. Muchas las resuelve en el libro que acaba de publicar, Mejor prevenir que curar, donde aborda las consultas que le hacen con más frecuencia, que no necesariamente tienen que ser las más importantes. «Trata de orientar no es de autoayuda, sino que es de autoconsulta», señala.

 —No sé si preguntarte primero sobre qué le recetarías a tus compañeros de «Sálvame», que últimamente no atraviesan buenos momentos...

—Es un programa que lleva muchos años en antena, y ahora han planteado cambiar el formato, porque en los últimos tiempos han bajado mucho las audiencias, aunque es pronto para ver resultados. Cuando te llaman para participar en un programa todo es genial, y si te dicen que se ha terminado, parece que la gente se puede molestar. Yo, jamás. Llevo cuarenta años en los medios, y cuando entras sabes que es etéreo. Los que mandan son los ciudadanos, y si no les gusta pues hay que cambiar, y si te tienes que marchar, te marchas. Así que a los colaboradores les recetaría tranquilidad, paciencia... que nadie pierda los nervios.

 —¿Te preguntan mucho fuera de cámara?

—Sí, pero no es de ahora. Yo empecé muy joven en Radio Nacional y cuando salía del estudio o antes de entrar siempre había un compañero, periodista, tertuliano, técnico, de producción, azafatas, incluso de seguridad... que se acercaba: «¿Doctor, me puede usted mirar estos análisis de mi madre?». Y en Sálvame, cuando alguien tiene una duda también me dicen, prefiero que me pregunten a mí antes que al doctor Google. Por supuesto no pongo tratamiento ni hago diagnósticos, sino que hago lo mismo que cuando me escriben por Twitter o Instagram (@jesussanchez.martos), orientar.

 —¿El dolor de cabeza debe o no preocuparnos?

—Si lo pones en Google, en la segunda entrada tienes un tumor cerebral. No, el 95 % de los dolores de cabeza son benignos.

 —¿Cuándo debemos consultar?

—A partir del tercer o cuarto día si se mantiene el dolor y no se quita con un paracetamol o ibuprofeno, y estando en reposo. Hay mucha gente que sigue viendo la televisión o con el ordenador, y el estímulo luminoso va a hacer que siga el dolor. Si tenemos fiebre, hay que acudir inmediatamente al centro de salud. También se puede acompañar de náuseas o mareos, de fotofobia... Y ahí el médico valorará, porque igual es un problema visual. Hay muchísimos dolores de cabeza que se producen porque la gente no pasa por la consulta del oftalmólogo.

 —¿Los jóvenes de hoy en día se resentirán del abuso de los casos y de poner el volumen tan alto?

—Sin duda, ya está pasando. Cada vez vemos más personas con 40-45 años con alteraciones auditivas que no tendrían que tener, y por tanto, esto ya viene desde la ruta del bacalao, cuando empezó la música a todo tren. Ahora es muy difícil acudir a un bar y poder hablar con las personas. Este también es el truco de las consumiciones. Cuando la música está muy alta para hablar tienes que pegar gritos, y esto hace que se seque más la garganta y que necesites beber más. Esto lo conocíamos desde hace tiempo, lo que nunca se había planteado es que ese sonido tan alto y continuado, porque no es de diez minutos, sino de horas, puede afectar al tímpano y provocar sorderas a largo plazo. Si le sumas los cascos, que los llevan con el volumen al máximo, lógicamente se van a producir alteraciones. Igual que sabemos que los profesionales de la radio, que utilizan los cascos durante 3-5 horas al día, tienen más problemas de audición, y no tienen la música a tope, pero tienen los cascos puestos.

 —Toda la vida pensando que el corazón está en el lado izquierdo, y resulta que no, que está en el centro.

—Sí, es verdad, mis propios alumnos se sorprenden cuando llegan el primer día sin formación y les digo: «No, el corazón no está a la izquierda». La punta sí, pero el corazón está en el centro del tórax. Cuando se hace una radiografía se ve perfectamente.

—¿Cuándo hay que tratar el insomnio?

—Cada vez se hace más uso de los medicamentos; además, incorrecto, porque las pastillas para dormir provocan dependencia. Y lo que no entiendo, aunque conozco las razones, es cómo unos fármacos que necesitan una receta médica se están tomando sin ella. Hay que tratarlo cuando realmente provoca alteraciones importantes durante el resto del día, por ejemplo porque tienes somnolencia debido a que no has dormido bien, pero siempre hay que conocer la causa; puede ser el trabajo, estrés familiar... y eso no se trata con pastillas para dormir, eso es enmascarar las razones por las que aparece el insomnio.

 —¿Qué podemos hacer para evitar las pastillas?

—Hay mucha gente que toma melatonina. No es una droga, no provoca adicción, la estamos produciendo nosotros todos los días, es la hormona de la sombra, del sueño, de la oscuridad. También es recomendable una siesta de 20-30 minutos como máximo, porque además de que se ha demostrado científicamente que es cardiosaludable, protege a nuestro corazón, sirve para cargar las pilas poco a poco. No es recomendable hacer ejercicio antes de ir a la cama porque va a provocar un estímulo de los músculos, no existe esa relajación y, por lo tanto, te va a costar mucho más trabajo dormir.

 —¿A partir de qué edad habría que hacerse un chequeo al año?

—De los 50 como mínimo, y así está establecido. Cuando fui consejero de Sanidad en la Comunidad de Madrid establecimos los 50 años, creo que es el momento adecuado para que cualquier persona se haga, por ejemplo, un diagnóstico precoz del cáncer de colon.

 —¿Y en las familias con un diagnóstico de cáncer hereditario debería ser antes?

—Por supuesto; pero el cáncer, en general, no es hereditario, porque sabemos que las mutaciones se producen como consecuencia de los factores de riesgo: del consumo de tabaco, alcohol, de exponerse al sol sin el factor de protección... Es verdad que existe un pequeño porcentaje de cáncer (4-5 %) con un componente hereditario, especialmente en determinados tipos de cáncer de mama. A una mujer de 50 años que le han diagnosticado un cáncer de mama, si la abuela también lo tenía, pues a esos hijos a partir de los 25-30 años se les hace un estudio genético. Y ahí se ve si existe un gen mutado o la posibilidad de desarrollar un cáncer, pero la idea de que «si mi padre tuvo un cáncer de pulmón, yo lo voy a tener», se la tiene que quitar la gente de la cabeza, porque el cáncer lo tuvo como consecuencia del factor de riesgo del consumo de tabaco, que se relaciona en un 98 % con el cáncer de pulmón.

 —¿Debería ser obligatoria la vacuna del covid?

—Por supuesto, aquí he sido beligerante desde el principio, y lo sigo siendo, estamos hablando de una pandemia que se ha llevado muchas vidas que no se tenían que haber ido, y yo creo que si existe una vacuna eficaz, como así se ha demostrado, no al 100 %, pero muy eficaz, al 95 %, debería ser obligatoria. Gracias a las vacunas, incluso con la pauta completa, puedes contagiarte, pero en un 97 % no desarrollas una enfermedad que te lleve al hospital; sin embargo, puedes contagiar a otras personas, y ahí es donde está la transmisión del virus que es extremadamente grave.

 —¿Qué escasea en los menús a medida que nos vamos haciendo mayores?

—Fundamentalmente el pescado, un alimento que es riquísimo en ácidos grasos buenos que evitan el aumento del colesterol y las enfermedades cardiovasculares, que son las más frecuentes en los mayores; también la fibra vegetal, las ensaladas, las frutas, que son esenciales. La carne roja es saludable sin excederse. Pero también es lo que dejamos de hacer, que no tiene tanto que ver con la dieta, sino con el ejercicio físico: el sedentarismo. A medida que nos vamos haciendo mayores, obviamente hay que tener en cuenta el factor de riesgo de la soledad, ya que cuando alguien se hace mayor, quizás ha perdido a su ser querido, esposa o esposo, y vive solo o sola, los nietos no están todos los días... Y eso hace que salgan menos a la calle, vayan menos a la compra, coman más productos elaborados, ya que es menos atractivo hacer la comida para uno o salir a la calle a dar un paseo. El lema que marca este libro, y que ha marcado mi vida siempre en educación para la salud, se hace patente: mucho trato, poco plato y mucha suela de zapato. Hay que hablar mucho con la gente, contar las cosas buenas y las malas, exteriorizar; no pasarse en la alimentación, aunque debemos comer de todo, y caminar 40-50 minutos al día. Y esta es mi receta fundamental.