Los extranjeros se pirran por las aldeas gallegas: «Mis hermanos y yo compramos la casa para jubilarnos juntos»
![Susana Acosta](https://img.lavdg.com/sc/9fID_tWI2Vg-yxaiOjv9Q1_-HPc=/75x75/perfiles/23/1624622146775_thumb.jpg)
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Los hermanos Rossi buscaban su paraíso personal. Y lo han encontrado en A Mariña. Y un valle, que es oro puro, ni más ni menos
31 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Las xuntanzas de los hermanos Marco, Silvia y Sergio Rossi, con apellido y nacionalidad italiana gracias a su bisabuelo, son como una reunión de la ONU. En sus encuentros familiares se reúnen tantas nacionalidades que casi constituyen una pequeña representación de Terra, la canción de Tanxugueiras. Porque en esta familia extensa «non hai fronteiras». Además de los hermanos, nacidos todos ellos en España, sus respectivas parejas también tienen otras nacionalidades. La mujer de Marco es alemana, Laura Medem, y la de Sergio de Brasil, Lidriana Pinheiro. Para rizar más el rizo, Silvia estuvo casada con un señor de la Guayana británica y encima Sergio vive y trabaja en Lecce, al sur de Italia, mientras el resto está en Barcelona. Como veis, todo en esta familia es multicultural.
Pero no solo eso, porque además les gusta disfrutar y estar siempre juntos. Todos los hermanos con sus respectivas parejas e hijos intentan siempre coincidir en vacaciones y viajar como una gran familia. Que es lo que son. Tal es el nivel de arraigo, que se han comprado hace unos meses una casa en O Valadouro, en A Mariña interior (Lugo). La finalidad no es otra que pasar las vacaciones allí, pero también poder teletrabajar desde esta esquina del mundo durante períodos más o menos largos de tiempo e incluso acabar jubilándose todos juntos, a modo de cohousing. Looking for paradise, que diría Alejandro Sanz. Y ellos se sienten afortunados, porque lo han encontrado. Un valle que es oro puro, ni más ni menos.
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No muy apartado
«Estábamos buscando un lugar que no estuviera tremendamente apartado, pero tampoco muy pegado a la población. Para vivir un poco a nuestro aire, por así decirlo. Pero también que fuera un sitio en el que pudiéramos vivir todos también. Esa era la idea», comenta Marco, que no ha podido estar en la foto del reportaje y que explica que para llegar a este inmueble han tenido en cuenta diversas consideraciones. «Una, evidentemente, es el precio. Estuvimos buscando en Cataluña, en el norte, en la zona del Ampurdán, que conocemos bastante bien, y porque durante nuestra infancia veraneábamos allí con mis padres. Pero esa parte, precisamente por estar cerca de Barcelona, como a una hora y media, es tremendamente cara», dice. Para que nos hagamos una idea explica que por lo que les costó el inmueble en Galicia y el terreno, allí sería imposible. «Entonces, aunque de entrada estaba entre las posibilidades, al final lo acabamos descartando», añade. Fue ahí cuando se plantearon la zona este de Galicia o el oeste de Asturias. «Otra de las consideraciones era que no fuera un sitio tremendamente caluroso. Es decir, que tenga unos veranos que, aunque haga calor, no nos achicharremos. En Barcelona durante el verano no puedes estar. Necesitas aire acondicionado y estás un poco enlatado. Por eso, queríamos una zona que fuera fresca», aclara. Y la tercera consideración que tuvieron en cuenta era que no estuviera lejos del mar. «Mi hermano es catedrático de Biología Marina en Lecce. Y él no quería vivir a 300 kilómetros del mar. Y aquí está a 20 minutos. Te levantas por la mañana y si quieres tomarte un café en la playa, puedes hacerlo. Está cerca, y además estamos en la montañita, y al fondo se ve el mar», explica.
Con estos requisitos se plantearon venir a probar a Galicia y se pusieron en contacto con la inmobiliaria de Rosi Costoya (Galician Country Homes). «Estábamos mirando, pero no sabíamos si nos iba a gustar la zona o cómo iba a ser. Pero cuando estuvimos allí nos encantó todo y lo vimos claro. De hecho, era un poco la primera prospección que hacíamos y no teníamos intención de comprar seguro. Nos dijimos: ‘Vamos a mirar y, si nos gusta, nos lo pensamos'», cuenta. Fue así como vieron varios inmuebles. «La mayoría estaban realmente en un estado que requería meter dinero para poder entrar a vivir. Pero justamente esta, la que nos quedamos, estaba bien mantenida. No es una casa perfecta, pero se puede vivir en ella. Le funciona la cocina, tiene agua caliente, calefacción... Si cualquiera quiere venirse a vivir, puede hacerlo ya, aunque no sea muy cómoda aún. No hace falta que venga una cuadrilla antes de entrar. Ya todo funciona», dice.
Así que lo tuvieron claro. Y el pasado mes de octubre la compraron. «Tiene cinco edificaciones. Hay una casa que es la principal, luego tiene un pajar, otro edificio destinado a fines agrarios, otro pequeño que tiene un antiguo horno de leña y un hórreo. La horquilla en que nosotros nos movíamos para poder pagarlo era que fuera menos de 120.000 euros. Que era lo que nos podíamos permitir para luego afrontar las reformas», dice.
Poco a poco
Así que después de formalizar la compra de la casa, en Semana Santa ya todos pudieron disfrutar del lugar que será su ansiado retiro. «No tenemos intención de ir a vivir el año que viene, pero tampoco queremos que sea dentro de 20 años. A medida que nos acerquemos a la edad de la jubilación, y con lo que nos permite el teletrabajo, ir pasando temporadas cada vez más grandes. Hasta que nos acabemos instalando ya allí», explica.
Porque lo que tienen claro es que quieren estar todos juntos: «Nos llevamos muy bien desde siempre. Y hemos compartido muchas vacaciones juntos. Como ya nos conocemos mucho, sabemos un poco hasta dónde llega cada uno para tener una buena convivencia. Y pensamos que retirarnos juntos sería una buena idea. También queremos en el futuro reconvertir alguno de los espacios, para tener un poco más de privacidad. Pero la idea es estar juntos y compartir los gastos y demás. Queremos retirarnos los tres hermanos con nuestras parejas».
Marco, Silvia y Sergio están deseando regresar a su casa este verano y respirar aire fresco. Porque si hay algo que tienen claro es que están cansados del bullicio de Barcelona. «No puedes sentarte en un restaurante si no has reservado antes. Está todo tan masificado y hay tanta gente que se llena todo. Es muy difícil. Encima Barcelona es muy turística», reconoce. No es que quieran vivir como ermitaños, pero tenían claro que un destino como Benidorm tampoco buscaban. Necesitaban la tranquilidad, la paz y las vistas que les da O Valdouro. Por eso cuando lo vieron se dieron cuenta de que eso es lo que estaban buscando. Fue amor a primera vista, y encima compartido. Además, ya tienen lista de espera para que sus amistades vayan a visitarlos: «Se quieren venir ya. Porque luego les explicas lo bien que se come y lo bien que estás, y ya van cogiendo tiques para venirse», bromea Marco.