No está al alcance de todos, pero si se dan unas condiciones, entre ellas que el embarazo sea de bajo riesgo, esta matrona recomienda a las mujeres que den a luz en su propio hogar. Una opción todavía minoritaria, entre otras cosas por su alto coste
14 ago 2022 . Actualizado a las 10:09 h.Laia Casadevall (Vic, 1986), enfermera y matrona formada en el Reino Unido, acaba de publicar Parir en casa, un libro con el que pretende desmontar mitos y aportar realidad sobre un momento tan vital como traer un hijo al mundo. Defensora del parto en casa, señala que la evidencia científica ha demostrado que «cuanto más interfieres en el proceso, más riesgo de complicación». Aun así, considera que estamos trabajando en el camino correcto para humanizar el parto hospitalario, aunque no lo suficiente. «Todavía podemos hacer muchas cosas, como no poner de entrada una vía a las mujeres, o los monitores», indica.
—A día de hoy, ¿parir en casa es seguro?
—Sí, nada tiene que ver con el parto en casa de antes. Es una comparación muy habitual de gente que desconoce cómo funciona actualmente el parto en casa. Es seguro, porque básicamente tenemos unos controles prenatales que nos dicen qué mujeres son de bajo riesgo; hay más higiene que antes, más salubridad; comemos mucho más sano y variado; tenemos acceso a información, a profesionales con formación específica; y podemos acudir a los hospitales en caso de necesidad.
—Hay estudios que dicen que si es un embarazo de bajo riesgo es más seguro parir en casa que en el hospital. ¿Es así?
—Sí, sabemos por estudios científicos que hoy en día parir en casa, si se dan unas condiciones básicas (un embarazo de bajo riesgo, atendido por una profesional y que dé a luz en un entorno en el que pueda acceder al hospital en menos de 30 minutos en caso de necesidad), es incluso más seguro para la madre.
—¿Por qué?
—La evidencia científica dice que cuanto más interfieras en el proceso del parto, más riesgo de complicación. En casa no tocamos, no interferimos, respetamos la fisiología, y por lo tanto, tienes mucho ganado. Si no intervienes, raramente se complica en mujeres de bajo riesgo. Eso que te pintan de que de un momento para otro surgen emergencias, es muy raro en un parto en casa, no lo vemos, y mucho menos frecuentemente. Solo me ha sucedido una vez, y no tenía nada que ver con el parto en casa. Además, ofrece esta seguridad tan alta porque tienes una o dos matronas para ti sola, cuando en un hospital hay una para cada tres o cuatro mujeres. No es ni de cerca la calidad asistencial que recibes en casa. Hay una continuidad de cuidados muy meticulosa, y en cuanto se percibe una desviación de la normalidad, se deriva al hospital.
—¿Ocurre con frecuencia?
—Los traslados que tenemos son aproximadamente el 14 % en Cataluña, donde hemos hecho un estudio, y la mayoría no son urgentes. Generalmente, se trata de mujeres primerizas que quieren una epidural para seguir adelante, un parto estancado... La mayoría de emergencias las resolvemos las matronas en casa, porque estamos formadas y llevamos medicación y recursos adecuados.
—A día de hoy, parir en casa es una opción minoritaria, ¿se debe a los prejuicios y a la falta de información?
—En España hay muchos prejuicios y desinformación tanto por parte de las usuarios del sistema como de los profesionales de la salud, que para mí esto es mucho más grave, porque deberíamos estar actualizados en base a la evidencia científica, y no a nuestros prejuicios o creencias. Tampoco es una opción muy extendida, porque es un privilegio, a día de hoy, pocas mujeres pueden permitírselo.
—¿Cuánto cuesta?
—Unos 2.500 euros. Para muchas familias supone un gasto muy grande que no pueden asumir, y eso lo que estamos reivindicando. De hecho, es un derecho reconocido por Europa que las mujeres podamos elegir dónde dar a luz. Los Estados deberían garantizarlo, y aquí no está sucediendo. En España, si te lo puedes pagar, bien; si no, no puedes parir en casa, y no es justo. Y esto lo tenemos en el estudio, en Cataluña la mayoría de mujeres que paren en casa son de nivel socioeconómico medio-alto.
—¿Y son mujeres que han llegado al parto en casa después de una experiencia hospitalaria desagradable?
—No, eso es lo que se cree, pero en realidad el 50 % de las mujeres que paren en casa, al menos aquí en Cataluña, son primerizas. Ya hay un porcentaje importante que está eligiendo una forma diferente para dar a luz a sus criaturas, se está informando muy bien y están eligiendo libremente con su primer bebé. También hay un porcentaje de mujeres que acceden al parto en casa porque huyen del sistema que las ha dañado previamente. Esta realidad también la vemos.
—¿Todo el mundo puede parir en casa?
—No, por supuesto. A ver, todo el mundo puede hacerlo, porque es un derecho, pero la recomendación es que lo hagan las mujeres con embarazos de bajo riesgo, normales, sin complicaciones, que sea un solo bebé, en posición cefálica y a término.
—¿La edad no importa?
—Es cierto que hay factores de riesgo, y uno sería la edad. Pero si estamos hablando de una mujer sana, con todas las condiciones que hemos mencionado, y solamente tiene la edad como factor de riesgo; por ejemplo, una mujer de 40 años, se puede valorar que pueda parir en casa. Hay que explicarle bien los riesgos y los beneficios de este tipo de parto con su edad, pero debe poder elegir libremente, no sería una exclusión.
—¿Y si se complica lo que en principio es de bajo riesgo?
—Si se complica durante el embarazo, esta mujer ya no podría parir en casa.
—Pero hay embarazos que llegan a término sin problema, y en el parto surgen complicaciones.
—Esto de que surgen «cosas» suele pasar en los partos que han sido inducidos, donde están poniendo epidural, se está utilizando oxitocina… Fármacos que pueden aumentar el riesgo de sufrimiento fetal, de complicaciones posparto, etc. Cuando hablamos de un parto en casa de bajo riesgo difícilmente ocurren estas cosas que comentas por sorpresa. Pero igualmente tú ves cuándo hay una desviación de la normalidad, la percibes antes de que llegue a una emergencia. Sí que pueden ocurrir emergencias obstétricas, pero la mayoría se resuelven en casa.
—Dices en el libro de algún caso, que no es el primer bebé, en el que el parto se adelanta y se produce antes de que lleguéis. ¿Cómo se afronta esto?
—A veces el parto es muy rápido cuando empieza, y otras la mujer se confía porque está esperando que sea más largo, como en el primero, y de repente todo se acelera. En estos casos, para mí es una ventaja porque llamas a tu matrona y va a tu casa. Y te atiende, normalmente, pocos minutos después de este nacimiento precipitado.
—Pero ahí se requiere una pareja capaz de mantener la calma.
—Claro. En una de las últimas visitas que hacemos durante el embarazo, cuando se trata de un segundo o tercer bebé, siempre formamos a las parejas en esta situación, porque puede ocurrir. Les explicamos muy bien lo que deben hacer: poner el manos libres, lo que tienen que tener preparado… hasta que lleguemos, como mucho, en cinco minutos.
—¿Se interviene demasiado?
—Sí, y no es que lo diga yo, sino que lo dicen las estadísticas, la evidencia científica y los organismos oficiales. Nos hemos pasado de rosca. Hemos pasado de un extremo donde no había intervenciones, y moríamos por la falta de ellas, a otro donde ha habido un abuso de estas intervenciones, hasta el punto de que deshumanizamos el parto y el nacimiento. Y este abuso tampoco se ha traducido en mejores resultados ni maternos ni neonatales. Las intervenciones bienvenidas sean, cuando son justas y necesarias.
—¿Se está haciendo un esfuerzo por humanizar el parto en los hospitales?
—Claro que hay cambios y que estamos avanzando, pero nos queda todavía muchísimo. ¿Cómo vamos a ofrecer una atención digna a las mujeres de este país si tenemos menos de la mitad de matronas de las que tienen el resto de países de la OCDE? ¿Cómo una mujer española va a tener unos cuidados excelentes y óptimos si no disponemos de matronas, que es la profesional especialista en salud sexual y reproductiva? Deberíamos atender al 80 % de las mujeres.
—¿Qué no se debería hacer?
—Deberíamos tener en todos los hospitales salas más humanas y con un ambiente más cálido y menos medicalizado, porque el parto no es algo patológico en su mayoría, sino fisiológico. Estos entornos se perciben como más seguros para las mujeres, más agradables, y hacen que los partos fluyan mejor. Deberíamos no abusar de intervenciones, como poner de entrada una vía a todas las mujeres, ni monitores, ni tumbar a las mujeres en una cama… Podemos cambiar muchas.
—¿Existe la violencia obstétrica?
—Claro que existe, ¿cómo puede ser que a día de hoy haya colectivos médicos en España —en Cataluña está reconocida— que la niegan cuando es una violencia admitida por la propia ONU y por la que se nos ha castigado en dos sentencias? Esto nos deja más en ridículo que nunca. O empezamos a aceptarla o no podemos cambiar lo que estamos haciendo mal.
—¿Se hacen cesáreas por hacer?
—Abusamos, sí, y más en la privada que en la pública, y esto lo dicen las estadísticas. En España el porcentaje ronda el 25 %, y en las privadas el treinta y algo, sobrepasa mucho el 15 % máximo que se recomienda por evidencia científica.
—¿Para parir en casa hay que tener el umbral del dolor muy alto?
—No, precisamente lo que es doloroso es un parto medicalizado, pero como lo hemos normalizado, pensamos que es un sufrimiento, y no es así. Un parto fisiológico respeta los tiempos, la libertad de movimiento, las posturas; hay un acompañamiento continuado de la matrona, que te está ofreciendo bebida, masajes... Alternativas al manejo del dolor.
—¿No hay necesidad de pedir epidural?
—En la mayoría de los casos no, eso no quita que en alguno sí. En general, es un dolor que se compensa con las endorfinas que nuestro cuerpo está generando y, por lo tanto, no es un sufrimiento. En un parto fisiológico hay más placer que dolor.
—¿En casa no se puede poner epidural?
—No, porque es una intervención y lleva muchos riesgos. De hecho, no tenemos ni una anestesista. En casa se recurre a otro tipo de alternativas, y una de ellas es la piscina de agua, que ha demostrado ser una herramienta supereficaz para el manejo del dolor. De hecho, te lo puedo corroborar yo misma. Las dos veces que he parido han sido en el agua, y para mí no había sufrimiento alguno, sino que lo disfruté muchísimo.