Eduardo Rosa: «Hace diez años les dije a mis padres en Ares que quería ser actor, y voy a Galicia siempre que puedo»

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Eduardo Rosa en la serie In front of cold
Eduardo Rosa en la serie In front of cold

El intérprete, que habla del rodaje de su último éxito en Netflix, «In from the cold», y participó en la última edición de «Masterchef Celebrity», acaba de ser noticia por su desgarradora declaración de amor a Beatriz Álvarez-Guerra, la actriz fallecida a los 28 años: «No me imagino mi vida sin ti»

11 oct 2022 . Actualizado a las 19:29 h.

En esta entrevista realizada hace unos meses, Eduardo Rosa (1993) contaba que nació en Madrid, pero se puede decir que su carrera vio la luz en Galicia. Porque fue en Ares cuando le confesó a sus padres su sueño de ser actor. Desde entonces no le ha ido nada mal. Lo acabamos de ver en Masterchef Celebrity, aunque su paso por el programa no duró tanto como le hubiera gustado. Saltó a la fama en la gran pantalla con la Trilogía del Baztán, en donde después triunfó con la comedia Poliamor para principiantes. También se hizo hueco en la televisión con Presunto Culpable y en la afamada serie de Netflix La casa de las flores. En esa misma plataforma está disponible su última serie In from the cold, en donde interpreta a Carmo, un personaje más que inquietante.

—¿Qué significa trabajar en una producción americana?

—Es muy fuerte, si lo piensas, es de locos. Hice una prueba en inglés y me seleccionaron. Esto supone entrar en el mercado norteamericano, en una producción con un presupuesto descomunal, con un nivel de exactitud increíble. Fue un reto, porque yo hablo inglés, pero no lo domino al 100 % .

—Estuvisteis dos meses sin salir de un hotel de Madrid, ¿cómo fue?

—Sí, estuvimos confinados por el covid en un hotel de Gran Vía. Ya que estábamos allí, encerrados, decidí ponerme a tope con el inglés, y más allá de las clases que daba de cinco o seis horas al día, más las que teníamos en grupo, luego leía en inglés, me ponía pelis en inglés, repetía palabra por palabra del guion en inglés... Fue un trabajo de chinos. Fue una dedicación completa.

—¿Cómo preparaste el personaje?

—Me costó, porque es un personaje alejado de mí. Es un exmilitar, un mercenario, un asesino a sueldo que juega con la agresividad en silencio. Es una persona que te mata con la mirada, que impone, que no sabes si te va a dar un besito o te va arrancar la yugular. Para trabajar eso conecté con mi animal interior, y me puse un montón de vídeos de águilas, que no parpadean o lo hacen muy poco.

—¿Qué diferencias hay en la forma de trabajar con respecto a España?

—Para que te hagas una idea tenía tres dobles diferentes solo para mí. Yo quería hacer todo, pero no me dejaban por seguridad, aunque conseguí hacer yo las escenas de moto. Pero luego había uno para las peleas, otro para hacer parkour, que es lo de saltar de edificio en edificio... Era muy gracioso, porque de repente estaba haciendo una escena en la que tenía una herida en la parte izquierda de la nariz que me sangraba y aparecía a mi lado una persona vestida igual que yo y con la misma herida.

—¿Qué te atrajo del papel?

—Que no grita, no se inquieta. Hablando con Paco Cabezas, el director de mis capítulos, me decía que el personaje tenía que enamorar a las niñas, pero al mismo tiempo el espectador tenía que desear que la niña saliese corriendo inmediatamente de su lado. Es inquietante y peligroso. Es una persona con un juego de miradas complejo, cada vez que se dirige a alguien está en constante seducción con una agresividad encubierta. Tuve mucho trabajo de técnica y de lenguaje. El director me recomendó ver La lista de Schindler.

—Es tu primer personaje tan malo.

—Hace dos años hice la peli La Rusa, un proyecto independiente en el que hago de Cepo, un chaval violento, pero era más tipo chico conflictivo estilo Hermano Mayor, que se le va la pelota, pero Carmo es otro rollo. Es una persona a la que han echado del ejército, un tipo duro con el que nunca dejarías a tu hijo.

—¿Hacer de malo es más divertido?

—A mí me apasiona. Es divertido, y en mi caso, además de por ser en inglés, fue un reto, porque yo soy muy nervioso y es una personaje muy tranquilo. Tenía que estar como contenido todo el tiempo. Para ello hacía lo de pensar en animales como el águila o el oso.

—Más allá del reto del inglés, ¿qué supuso para ti la serie?

—Me permitió adentrarme en un universo ficticio, porque tiene un rol de ciencia ficción. Además, tuve que enfrentarme a una superproducción.

—¿Cómo controlaste tu nerviosismo?

—Recuerdo que grabando una escena en la que estaba muy nervioso el director, se acercó y me dijo 'tranquilo, me gusta mucho lo que haces'. Además, me comentó que me parecía a Marlon Brando de joven, que para mí eso es un piropazo. A partir de ahí me relajé y disfruté más. Para mí era importante empezar en un sitio y acabar en otro, y Paco Cabezas dirige a las mil maravillas y finalmente lo conseguimos.

—Te llamaron para hacer la serie cuando estabas en teatro, en «Noche árabe».

—Estaba ensayando para esa obra y me llamaron. Me dijeron que iba a hacer yo el papel y pegué tal grito que me oyeron hasta en el quinto piso. Recogí a mis compis para ir al ensayo y los invité a unas cervezas. No les conté qué proyecto era, porque creo que puede dar mala suerte.

—¿No se lo dijiste a nadie?

—A mis padres les dije que era una producción americana y fliparon. Imagínate que en el 2012 les dije que quería ser actor. Fue en Galicia además, en Ares, porque tienen una casa allí y siempre vamos en verano. Pasaron entonces de decirme si estaba loco, que me centrara y estudiara, como haría cualquier padre, a ahora, diez años después, verme en una serie de éxito de Netflix que ha estado en el top 3 de las más vistas del mundo. Es una locura.

—Ya sabemos que veraneas en Galicia, pero también pudiste grabar aquí. ¿Cómo fue?

—Sí, pude grabar en A Coruña El desorden que dejas. Fue un trabajo muy chulo y estoy muy agradecido a Carlos Montero por haberme dado la oportunidad. Le tengo mucho cariño a esta tierra y siempre que puedo vengo.

—Netflix te abre puertas a todo el mundo, ¿cuál es el mensaje más loco que te ha llegado?

—Es muy fuerte, porque te escriben de todas partes, y a veces no sabes ni en qué idioma, porque no conoces las letras. Yo cuando me llega algún archivo así que ya veo raro no lo abro. A veces te escriben también ofreciéndote dinero o cosas así. Siempre que respondo intento que sea en comentarios públicos y con cariño. Tampoco leo todo, porque no tengo tiempo libre, y si lo tengo me voy con un amigo a Canarias o a Tarifa.

—¿Sigues manejando tú tus redes?

—Sí, por una cuestión de identidad. Intento ser lo más auténtico posible, dentro de que es una red que tiene mucho maquillaje y mucha irrealidad. Lo uso como trabajo y también comparto momentos de mi vida personal, porque de momento tampoco tengo una gran cantidad de seguidores, por lo que es algo como privado.

—Protagonizaste el vídeo de «Mariposa» de Pablo López y ahora vas a clases de canto, ¿te veremos en un musical?

—El videoclip de Pablo me lo ofrecieron, y por supuesto acepté. Verlo en directo cantar para hacerlo fue brutal. Después me invitó a un concierto y me la dedicó, fue superemocionante. Pero no tengo pensado ser cantante, ¡ja, ja, ja! Me apetecía apuntarme a una academia de canto desde hace tiempo y lo hice. Tengo una lista mental de cosas que quiero hacer y voy tachando lo que puedo.

—Has hecho cine, teatro, tele, ¿qué te aporta más?

—Las buenas historias. Al final si es cine, teatro o tele, eso es el medio. El teatro tiene una parte romántica, pero el cine es mágico. Y las series, tal y como se hacen ahora, también. Eso que dicen algunos de que el teatro es más complicado no lo comparto. Es cierto que es más comprometido, no te pueden salvar tan fácilmente como actor si metes la gamba, pero también tienes más tiempo de ensayo. En el cine grabas sin orden cronológico, lo que te obliga a saberte todo el guion de forma perfecta, y también te enfrentas a tener a 200 personas delante, un equipo de productores, por lo de que eso de que no tienes presión porque puedes repetir las escenas, no es así. Con este último papel es con el que más me han temblado las piernas en mi vida.

—Es una producción americana grabada en España. ¿Te quedó el gusanillo de grabar en Estados Unidos?

—Me encantaría. Mi sueño es ir a Los Ángeles y poder grabar allí. Pero de verdad te digo que el éxito es poder trabajar de esto. Conozco compañeros que han estado en proyectos mundialmente conocidos y desgraciadamente están vendiendo propiedades para vivir o currando en otras cosas. Hoy estoy en una serie americana y antes estaba en una obra de teatro en la que el sueldo eran 52 euros todo el mes, ensayos incluidos. Lo importante es mantenerse.