Mabel Moreno, actriz de «Café con aroma de mujer»: «William Levy dice lo que siente de frente, es de los míos»
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Es Lucrecia en la novela de moda, «Café con aroma de mujer», el éxito de Netflix que próximamente Telecinco emitirá en abierto, pero antes ya arrasó con su papel de Gema en «La Reina del Flow». Dice que le gustan los retos y que le encantaría trabajar en España: «Rodar con Almodóvar sería un sueño»
01 nov 2022 . Actualizado a las 13:12 h.Es una bomba de mujer. Por dentro y por fuera. Porque Mabel Moreno (Bogotá, 1983) es de armas tomar. Trabajadora incansable, prueba de ello es que, tal y como ella señala, “llevaba ocho años sin parar”. Su esfuerzo valió la pena porque es una de las actrices de moda. En nuestro país saltó a la fama por su papel de Gema, la mujer de Charly en “La Reina del Flow”, y ahora consolida su éxito tras ser Lucrecia en “Café con aroma de mujer”, la adaptación de la novela de los noventa que arrasa en medio mundo a través de Netflix y que muy pronto Telecinco ofrecerá en abierto para que nadie se pierda la historia de amor de Sebastián (William Levy) y Gaviota (Laura Londoño). “La grabamos durante la pandemia y fue un regalo”, dice Mabel, que interpreta a la cuñada de Sebastián y que destaca que conserva amistad con varios de sus compañeros.
—Café con aroma de mujer es un súper éxito. ¿Lo esperabais?
—No, la verdad. Fue una sorpresa maravillosa, pero no me lo esperaba porque en Colombia, en el canal por el que pasaron la novela, no fue este éxito tan grande, no fue mal, pero no fue tan bum como ha ocurrido después tras emitirse en otras plataformas. Pero fue un trabajo tan bien hecho, realizado desde el corazón, que no es raro que sucediera.
—¿Cuánto tiempo estuvisteis grabando la novela?
— Ocho meses, bueno, en realidad yo siete porque nunca me enfermé de covid mientras grabábamos y el resto sí. Yo estuve todos el tiempo rodando y acabé un mes antes que los demás.
—¿Cómo fue el rodaje?
— Muy especial. Veníamos de estar en cerrados por el covid y de repente fue llegar al eje cafetero de Colombia, con esos paisajes tan increíbles, ese cielo azul, esa finca-hotel donde nos quedamos.. Fue una bendición. No sabes cómo lo agradezco porque ese proyecto supuso volver a estar con gente, con la naturaleza, y después de la pandemia fue una gran alegría.
—William Levy es el hombre de moda en España, ¿cómo es de cerca?
—Conmigo fue increíble. Es de los amigos con los que quedé tras la novela. Me parece un gran ser humano, un tipo real que dice lo que siente de frente, es de los míos. Con él tengo una buena amistad y es una persona con la que me quedo para siempre.
—Es un elenco de lujo, además de él, ¿con quien nació una amistad especial?
— Con Carmen Villalobos (Lucía en la serie). Sin duda, es uno de los regalos más bonitos que me dejó la novela. También con Coco, que es el asistente de Willy (William Levy). Después reafirmé otras amistades con gente que ya conocía, como con Diego Cadavid (Iván Vallejo en la novela), que nos conocemos desde hace veinte años y es siempre maravilloso trabajar con él. Estuve muy bien rodeada, pero de los nuevos, me quedo con Carmen.
—Espero que sea mejor amiga que en la serie.
— Ja, ja, ja. Es mucho mejor, en la novela es una pésima amiga.
—Se comentó que tuviste alguna diferencia con Laura Londoño, la Gaviota en la serie, ¿cómo llevas esos comentarios?
— Me dan igual. Uno con el tiempo entiende que la energía tiene que ponerla en los asuntos que le interesan, en donde uno quiere brillar, resaltar. Entonces, siempre centró mi energía en lo positivo y a mí nunca me vas a escuchar hablar mal de nadie.
—Tu personaje en Café con Aroma de mujer, Lucrecia, lo pasa fatal. ¿Cómo trabajas para transmitir ese sufrimiento?
—Es de los personajes que mas he sufrido en la historia de mi vida. Creo que lo trabajé mucho. Me inspiré un poco en la historia de Lady Di. Diana fue una mujer muy sumisa que por estar enamorada y por querer llevar bien el papel de princesa, de esposa, se pasó por encima mucho tiempo hasta que ya llegó un punto que se sacude todo y alcanza a empoderarse. Me sirvió porque creía que Lucrecia, aunque se movía en otras esferas, tenía esa presión porque era de una buena familia adinerada de Colombia, con apellidos, una imagen que mantener, que tenía que cuidar tantas poses, que me pareció un buen referente. Lucrecia es un mujer que no sabe quién es ella, qué quiere. No tiene ni idea cuando empieza la novela, seguía los patrones de lo impuesto, pero la vida se encarga de decirle que eso no es lo que ella quiere. A veces no es suficiente con poner todo el amor. Es un error común de las mujeres pensar que con el amor de una llega por los dos, pero nunca va a ser así.
—En España saltaste a la fama por La Reina del Flow, ¿echaste de menos no poder estar en la segunda temporada?
— Sí, tengo mucha tusa por eso. Fue otro duelo que tuve que pasar porque yo ya tenía firmada la nueva temporada de la serie La ley del corazón. Es una producción que espero que llegué a España porque es muy bonita y en Colombia es la que me dio la fama. Yo tenía ya firmado ese trabajo y no podía grabar la segunda temporada de La Reina del Flow, entonces la única solución fue matar a Gema. Fue terrible, pero a la vez es un final que puede servir de ejemplo para otra mujeres que no se sienten valoradas, ni queridas y que son agredidas para que piensen que pueden acabar así de mal y actúen a tiempo. Pero me dio pena que acabara así, quién sabe, ojalá de pronto Gemita reviva. Ja, ja, ja. No sería mala idea.
—Contaste que Gema no estaba escrita con el acento que empezaste a usar y que luego arrasó, ¿cómo surgió su habla?
—Esa historia es divina y la amo. Cuando empecé a hacer ese personaje como que en el canal los productores se asustaron un poco, porque no les parecía tan chévere. Yo les expliqué que cuando empecé a trabajar, me vestí de Gema y sentí eso es lo que me salía. Les dije, miren no puedo vestirme así y hablar de otro modo. Peleé mi postura, la defendí y me siento orgullosa de haberlo hecho porque eso te lo da la madurez. Quizá en otra etapa lo habría hecho de forma diferente, habría hecho caso y no habría seguido con ese acento, pero sabía que sin eso no pasarían tantas cosas bonitas con Gema como pasaron. Lo hice así porque lo sentí y me arriesgué, podía ser un fiasco, pero salió bien. Un artista tiene que estar conectado con lo que siente, fue una gran lección para mí seguir mi instinto.
—Gema también sufrió mucho, ¿con quién lo pasaste peor, con Lucrecia o con ella?
—Gema por lo menos decía lo que pensaba y sentía. Sufría por mantener el billete en su familia y manejaba la situación de una forma diferente a Lucrecia, más conectada con ella misma. Lucrecia está súper desconectada, hacía lo que le decían, mientras que Gema, aunque era infeliz, asumió las riendas. Las dos tenían poca autoestima, pero Gema tiene un carácter diferente.
—A las dos les va mal en el amor, tienen parejas que les son infieles, ¿tu vida personal se asemeja?
— No, gracias a dios fui criada con un papá feminista, empoderador, que siempre me hizo ver mi valor. De hecho, peco de irme rápido, bueno en realidad no es pecar. Me voy pronto de donde sé que no es correcto estar y tengo que decir que no es fácil encontrar una pareja que no tenga inseguridad ante una mujer empoderada. Por el momento tengo buenos amigos y gracias a mi trabajo conocí a gente maravillosa, la vida no puede girar entorno a una pareja. La que yo escogí es la de viajar, vivir y conectarme conmigo misma. Si en el proceso encuentro a un hombre con las mismas ideas y que no le de miedo estar con una mujer así, adelante. Pero no voy a hacer lucreciadas, ja, ja, ja, mejor sola que mal acompañada.
—En la novela se refleja el machismo de la sociedad colombiana, ¿se corresponde la imagen con la realidad?
— Hombre, sí. Es un poco una radiografía de lo que ocurre, no en mi círculo, porque como te digo tengo la suerte de tener unos padres que me criaron para ser una mujer sumamente independiente, pero sí es cierto que lo que uno ve a su alrededor es que hay muchas mujeres que dejan de ser por el marido o que se les impone que si son mamás ya su vida es solo eso. Lo bueno es que la novela se refleja eso y lo contrario, que hay mujeres que abren camino y que muestran una forma diferente. Café si muestra mucho de la realidad de Colombia, de lo bueno y de lo que no debemos seguir perpetuando. La Gaviota es una mujer que reivindica su papel, estudia y busca otros caminos, y la misma Lucrecia tiene un final súper lindo.
—Te gusta más su final que el de Gema, ¿no?
— Sí, es de los finales de los personajes que he hecho que más me ha gustado. Ella al final reivindica su camino.
—La música tiene mucho protagonismo, tanto en Café como en La reina del flow, tu cantas en tu vida real, ¿te gustaría hacer un proyecto musical?
—Me encantaría hacer un musical, es un género que me lo estoy debiendo. Ahora estoy yendo a clases porque pienso que todo lo que uno haga merece respeto. Soy una actriz que se atreve a cantar, pero me gustaría tener mi instrumento vocal desatollando totalmente.
—¿Qué musica escuchas?
— Mi algoritmo de Spotify es de locos. Escucho desde salsa a electrónica pasando por rancheras baladas. Pero si me preguntas que me gustaría cantar a mí sería un reguecito urbano, no reguetón, un estilo de Vicente Garcia. Es una música que te da buena onda, que después de un día malo la escuchas y te sientes bien.
—Gracias a las plataformas de streaming te conocemos en otros países, ¿cómo ha cambiado tu vida tras saltar al éxito internacional?
—Totalmente. Con La Reina del Flow fue una locura. La novela pegó muchísimo ya en Colombia, pero tras emitirse en Netflix se convirtió en un éxito en países de todo el mundo. Empecé a tener seguidores de España, Francia, Estados Unidos.... lugares a los que no había llegado antes. También de otros países latinos más alejados, como Brasil. Y esto ha vuelto a ocurrir ahora con Café con aroma de mujer. Estas plataformas hacen que el mundo, que es enorme, se convierta en pequeño. Ya no hay fronteras. Hay que apostar por estar ahí porque abre muchas puertas a los profesionales, es un gran escaparate. Permiten una mayor visibilidad y supone una posibilidad de trabajar fuera. Mira, estoy ahora hablando contigo que estás en la otra punta del mundo. Es maravilloso.
—Tienes casi dos millones de seguidores en Instagram, ¿te han escrito algo raro?
—No, mira que lo he hablado con amigas que comentan que tienen haters o que les escriben hombres muy pasados. Yo la verdad es que recibo tanto cariño que me impresiona, tengo pocos mensajes malos. También en la calle la gente es muy buena onda. Hace años me encontré a Jennifer Aniston en una esquina de Los ángeles y después de haber visto Friends, uno siente que esa persona es como su amiga. Esa mirada que yo tuve al verla, la veo ahora en la gente en mí. Es súper bonito.
—¿Y alguna propuesta indecente?
—No, te lo puedo firmar sobre papel. La gente me pregunta y yo digo, el mono sabe en que árbol trepa. Tengo carácter y en ese sentido soy seria. Ni se me acercan a hacerme buenas propuestas. Ja, ja. ja. Mi energía es fuerte y me protejo mucho. Soy cáncer y mi ascendente Sagitario, que es el sale a la luz.
—¿Qué papel te ha marcado más?
— Llevo veinte años trabajando y cada personaje me deja algo. Susana y Elvira, que fue la primera web serie de Colombia, me trajo muchas alegrías. Me dejó una cosecha importante de seguidores en redes. Es un personaje vulnerable y cómico al que le tengo un gran amor. Después, La ley del corazón, en donde interpreto a una leona que me puso en el punto de mira, es muy importante para mí. También Gema, porque es tan diferente a mí. Mi prima me decía que viéndola se olvidaba de que era yo. Eso es un regalo como actriz. Y por supuesto, Lucrecia, que va en contra de lo mi discurso de mujer. Eso me enseña a ser humilde, no juzgar a os otros, darles valor y entenderlos. Me sirve para hacer las paces con mi lado más frágil, nadie me va a decir qué hacer, y sirve para reconsiderar que todo lo extremo es malo.
—Empezaste a estudiar moda, pero lo dejaste por ser actriz. ¿Si no te dedicaras esto qué serías?
—Si no fuera actriz sería actor. Ja, ja, ja. Desde los cinco años dije que quería dedicarme a esto, mis padres me apoyaron y empecé a los 16 años, cuando grabé mi primera novela.
—¿Cómo es un día normal en tu vida?
—Ahora que no estoy grabando y por fin tengo tiempo para mí. Lo primero que hago al levantarme es meditar, luego voy a mi clase pilates, que la amo. Después hago en redes las promociones que tenga que hacer de contenido, porque ahora mismo trabajo con varias marcas. Luego estoy haciendo un taller de técnica de actuación, más mi clase de técnica vocal. El fin de semana ya descanso, aunque hago ejercicio porque me encanta, pero salgo a bailar o tomar algo. No soy de trasnochar, pero sí que me gusta ir un ratito a bailar con mis amigos. También veo a mi familia. Disfruto de la vida, porque cuando estoy en el set grabamos doce horas al día y en ocho años no había parado. La pandemia me obligó a frenar, no toda, porque Café comenzamos a grabarla aún en pandemia y menos mal porque me habría enloquecido sino. Pero tenía una deuda conmigo de parar, si no ¿con tanta grabadera cuándo vives? Llevo año y medio sin tele, pero aproveché para hacer teatro, así que tampoco descansé del todo. Ja, ja, ja.
—¿Qué tiene el teatro que os engancha tanto a los actores?
—Cada género tiene lo suyo, me parece antipático decir que uno es mas que otro porque al final los dos son trabajo y hay que agradecerlo, pero el teatro te da nuevas herramientas. Es otro proceso, los ensayos son más aireados, sin tanta prisas, es un ritmo diferente. Pero un buen actor de telenovela es un buen actor de todo porque el ritmo es tan alto que si no aprendes a solucionar tus problemas al momento serás un actor mediocre, que los hay en todos los géneros, pero la novela te enseña a eso, a en cada escena recomponerte y estoy orgullosa por eso de ser actriz de novelas.
—Hay muchos estereotipos sobre las novelas, pero tus dos últimos proyectos muestran un cambió en el género
—Sí. La Reina del Flow me encantó porque la protagonista es mala, eso es chévere. La amé, y no porque me gusten los malos, si no porque cambia esa historia del hombre al que la mujer ama durante 20.800 capítulos hasta que al final él da el paso. Aquí Yeimy toma las riendas y es bueno que se muestren esas cosas. Luego, en La ley del corazón, hago de una abogada feminista, una mujer empoderara. Es un personaje que no se ve mucho en Colombia, pero a poco esto va cambiando. No es tanto eso de la chica que depende del príncipe azul, que está bien que tengan un final feliz, es también lo que el público quiere ver, que ya lloramos con la vida real, pero es importante mostrar otras historias de cómo suceden las cosas.
—¿Qué personaje se parece más a ti?
—Siento que soy una mezcla de María del Pilar, de La ley del corazón, esa mujer con carácter fuerte, y la de Elvira, de Susana y Elvira, más torpe y vulnerable. Pero de todos aprendo siempre algo en lo personal..
—¿Con qué director español te encantaría trabajar?
— Indudablemente Almodóvar ha llegado a todos los rincones del mundo y sería un sueño trabajar con él. Además, me encanta el tipo de humor que hace. Es increíble lo que hace también con las mujeres, todas acaban nominadas a los Óscar, así que obvio, formar parte de su elenco sería genial.
—Bueno puedes hacer de colombiana o de española que en un vídeo de Instagram imitas muy buen nuestro acento.
—Exacto, hay que decirle que estoy aprendiendo. Ja, ja, ja. Pero me parece muy difícil el acento español. Tengo buen oído y me gusta aprender otros acentos porque te abre posibilidades en este mundo.
—También haces bien el mexicano, prueba de ello es en tu actuación en De brutas, nada 2, disponible en Prime vídeo, ¿cómo fue encarnar otra nacionalidad?
— Sí, ese acento sí lo manejo bien. Lo he entrenado y es lo que haré con el español. Me encantó hacer de mexicana, es una tarea más y como actriz te permite hacer un músculo más duro. Me gustan los retos y hacer un acento de otro país lo es.
—Bueno, en Galicia no cosechamos tanto café, pero tenemos licor café, así que tienes que venir pronto.
— Me encantaría. He estado dos veces en Barcelona, que me encanta, y también en Madrid y Zaragoza. Me gusta mucho España y me encantaría vivir y trabajar allí una temporada. Casi lo hago. Para una serie de la que me llamaron, pero por cosas de tiempo, de agenda, no se pudo. Era una seriota, no te puedo decir cuál, pero me quedó pena, me quedé con tusa como decimos en Colombia.