James Healy y Harry Cole retocaban hace unos días la que pretendía ser la primera biografía detallada de Liz Truss, su ascenso al poder tras la alocada espantada de Johnson, sus contradicciones existenciales y su proverbial adaptación al medio que le permitía ser capaz de decir hoy una cosa y mañana la contraria. Out of the blue partía con la ventaja editorial del despendolado clima político en el que se ha instalado el Reino Unido, con sus asombrosos giros de guion y esas salpicaduras british que lo impregnan todo y que lo convierten en un territorio exótico como de antirrealismo mágico igual de fascinante que el colombiano que describió Márquez, pero a la inversa.
Los escritores tenían suficiente para esperar un buen nivel de ventas, pero la realidad de nuevo impuso su locura y poco más de un mes antes de la presentación del libro la nueva primera ministra era ya la nueva ex primera ministra. Conscientes del regalo que Truss ha puesto en sus manos, Healy y Cole se han propuesto respetar la fecha de lanzamiento pactada para principios de diciembre y mantener el título inicial con la única sustitución de una palabra. Así que en lugar de Out of the blue.La historia interna de Liz Truss y su asombroso ascenso al poder, el libro se titulará Out of the blue.La historia interna de Liz Truss y su explosivo ascenso al poder lo que demuestra que la distancia entre el éxito y el fracaso es solo una palabra y que algo perturbador había ya en ese éxito que resultó demasiado asombroso.
La más breve de la historia
Lo cierto es que en el vertiginoso tortazo de Liz Truss hay mucho más material literario que en su nombramiento y también más posibilidades ciertas de pasar a la historia. Mucho tendría que haber resuelto en un mandato estándar que desplazara la línea que ya ocupará como la primera ministra más breve de la historia, con todo el misterio que despliegan los mandamientos escuetos sobre los que siempre planea la sombra de la intriga y la traición, fuerzas poderosas que distraen el ritmo natural que los acontecimientos tenían previsto. Miren si no lo que dio de sí el fugaz papado de Juan Pablo I, con todas sus conspiraciones asociadas.
Hay otro interés en la hipnótica peripecia política de Truss. Lo que aquí estaríamos diciendo de nosotros mismos si Truss se apellidara Trujillo, fuera de Cuenca y hubiese presidido España durante cuarenta días.