
Es un profesional de la imagen, aunque asegura que no todos los que recurren a su asesoría viven de ella. Aconseja, si se puede, fotografiar los looks de la semana con antelación. «Por las mañanas bastante tienes con levantarte...» dice entre risas
31 oct 2022 . Actualizado a las 08:53 h.Acaba de arrancar la temporada otoño-invierno, un momento en el que muchos hacen el cambio de armario, pero que deberíamos aprovechar, según los expertos, para dar un paso más y revisar a fondo nuestras prendas. «Yo recomiendo hacerlo como mínimo dos veces al año y dejar solo lo que nos queda bien, nos gusta y usamos», explica el asesor de imagen Roberto Sánchez (Cáceres, 1979). Son muchos los clientes que acuden a él para mejorar tanto su imagen personal como profesional, y asegura que casi todos tienen algo en común: «Que no tienen tiempo para planificar y gestionar su imagen», explica el autor de Tu mejor versión, donde, entre muchas otras cosas, nos enseñar a comprar ropa de forma efectiva.
—¿Debemos mantener una imagen diferente en el trabajo, en nuestra vida personal y en redes sociales?
—No, es la misma base, pero con diferentes matices. Tú no cambias, pero igual en tu vida personal llevas un vaquero con deportivas, y para el trabajo te pones el mismo vaquero con un zapato de tacón, por ejemplo. Mismo estilo con pequeños matices.
—¿La actitud influye en la imagen?
—La actitud refuerza la imagen. En un primer impacto visual yo te veo, y tu actitud me confirma lo que veo.
—Dices que lo que transmitimos en los 7-10 primeros segundos es fundamental. ¿Lo podemos controlar?
—Totalmente. Cuando conoces a alguien, la primera impresión no tienes otra opción que formártela a través de lo que ves. Nosotros tenemos mentalmente unas ideas, sabemos qué beneficios o valores transmite una imagen, y si la veo en ti te identifico con eso en los primeros instantes. Tú imagínate que te veo y pienso: «¡Qué elegante es!», ya he sentado una base en mi forma de verte, y a partir de aquí va a ser mucho más fácil que a todo lo que digas o hagas yo le dé ese matiz de elegante.
—¿Las primeras impresiones se pueden revertir?
—Una buena impresión podría cambiarse, revertirse o reforzarse, pero una mala primera impresión es muy complicado. Imagínate que tú te haces una primera impresión mala sobre mí, cambiarla supondría que tendrías que reconocer que tú misma estabas equivocada, y reconocer eso, con lo que nos gusta decir «yo en cuanto veo a alguien, lo calo», es muy difícil. La mala impresión es más difícil de cambiar que la buena.
—¿Se puede «calar» a alguien al instante?
—Es una manera de hablar. La primera impresión se aplica siempre al ámbito profesional, porque no disponemos de tiempo ni profundizamos tanto en las relaciones como para «pasar» a nuestro interior, que es donde está lo que realmente vale, pero para pareja, amigos o familias, que son los que disponen de ese tiempo para ver nuestro interior. En un encuentro con un cliente no tienes tiempo para que conozca cómo eres realmente, por lo tanto la imagen tiene que reforzar tu parte profesional.
—Entonces no se puede.
—Calar significa ver el interior, en una primera impresión te puedes hacer una idea, pero calar no. Yo lo dejaría más como una expresión.
—Aconsejas elegir la ropa el día anterior.
—Siempre. Bastante tienes con levantarte a las siete de la mañana, y ya no hablamos si hay niños en casa... ¿Te vas a poner a combinar looks, accesorios...? Como mínimo el día anterior, y lo ideal es hacerte como una minicolección cápsula. Sacar un ratito el sábado o el domingo para montar los looks de la semana. Les haces una foto, y así no llegas al lunes con el «a ver qué me pongo», sino que sacas el móvil y te vistes.
—Dices que si dudamos con un look ante el espejo, mejor buscar otro.
—Nuestro mejor asesor de imagen es el espejo de casa o del probador. Si empezamos con el «me queda bien, no me queda bien» o «¿a ti qué te parece?»... déjalo, porque seguro que hay muchas otras opciones con las que dices: «¡Guau! Estoy supersegura». O cuando ves una prenda que al instante te encanta.
—Pero también puede que a veces nos autoengañemos, que pensemos que nos queda bien, y en cambio le preguntas a un tercero y no piensa lo mismo.
—Ahí tenemos que matizar. Depende de quién sea ese tercero. Si es un amigo, tu pareja, de tu familia, alguien de confianza... los ojos con los que te mira no son objetivos. Tiene algún sentimiento bueno hacia ti, y por otro lado puede que te diga que no le gusta, pero siempre basándose en sus gustos y en su cuerpo, cuando lo importante es si te queda bien a ti o no.
—¿De quién nos fiamos, entonces?
—De un asesor de imagen [risas]. Alguien que sea objetivo, y sobre todo hay que fiarse de lo que has visto en el espejo. Si a ti te ha encantado, y alguien te dice: «Pues a mí no me convence», no dejes que te influya esa segunda opinión.
—¿Puede que nos encantemos, pero vayamos hechos un cuadro?
—Noo, eso es muy raro. Ahí ya pasamos a lo que te decía antes de si tú mismo dudas, si no estás seguro... Cuando no estás segura y te llevas la prenda hay otro segundo punto importante: suele ser por el precio. Esto pasa siempre con la ropa más económica. «No me gusta mucho, me queda regular, pero por el precio que tiene me lo llevo». Esa es la ropa que tienes que evitar, porque es la que al final acabas no poniéndote.
—No eres partidario de los cambios radicales.
—Nunca. Casi siempre me oirás hablar de una actualización de imagen. A una persona le pueden gustar una serie de cosas, pero igual es el estilo de cuando tenía 22 años, y hay que actualizarlo al 2022.
—¿Es inevitable que nuestro armario vaya evolucionando con la vida?
—Sería lo ideal, que a medida que cambias de etapa, en la que tu personalidad es diferente, tu ámbito personal también, el profesional... que tu armario te vaya acompañando, pero muchas veces se nos olvida. Te sonará lo de «este vaquero es de cuando tenía 20 años» o «lo de las modas siempre vuelven».
—¿No vuelven?
—Claro que vuelven. Por ejemplo, el pantalón de campana. ¿Pero tú tienes la misma talla que entonces o el mismo tipo de cuerpo? Porque solemos cambiar. ¿Se lleva el mismo corte? Porque antes podía ser con la cintura baja y ahora alta. ¿Te ha merecido la pena tenerlo guardado durante diez años ocupando sitio, esperando a que vuelva la moda? Posiblemente no.
—Uno de los grandes males de la sociedad actual es la cantidad de ropa que acumulamos. Hay que hacer limpieza.
—Esta es una parte fundamental de la asesoría de imagen. Antes de ir de compras tu armario tiene que quedar impecable. Yo suelo recomendar hacer limpieza cada seis meses con el cambio de la temporada. Resérvate, por ejemplo, un sábado por la mañana que te levantas descansada, sin móvil y con tiempo, cuatro o cinco horas, las que haga falta, vacía el armario completamente para que quede solo la ropa que te siente bien, que te gusta y que realmente te pones.
—A la hora de ir de compras dices: «No se trata de gastar, se trata de invertir».
—Eso es. Invertir es que tú coges una prenda, un abrigo, por ejemplo, y cuando haya pasado el invierno, divide los 100 euros que te ha costado entre las veces que te lo has puesto, y ahí sabrás si has gastado o has invertido. Si te lo has puesto dos veces, ha salido carísimo; si te lo has puesto 25, maravillosa inversión.
—¿Recomiendas comprar con una temporada de antelación o en la misma?
—Yo soy partidario de comprar en la temporada actual, compras y utilizas. En rebajas deberías comprar prendas de ropa o accesorios a los que no puedes, o no quieres, acceder cuando no hay descuentos. Si una camiseta vale 5 euros, y te quitan 1,5 no supone nada para tu economía. Ahora, igual estás esperando esos zapatos de 180 euros, y en rebajas valen 89, en ese caso cómpralos aunque sea fuera de temporada. De hecho, las rebajas son el mejor momento para comprar fondo de armario.
—¿Hay alguna clave para que el armario no se nos empiece a ir de las manos?
—Hay dos, una la de revisar cada seis meses qué te has puesto, qué no, y una vez que el armario está reorganizado e impecable, hacer una lista con la ropa que te falta, y justo ese día o al siguiente salir de compras con un presupuesto cerrado, y olvidarse de la ropa. Y segundo, comprar la misma ropa que sale.
—Respecto a la imagen, ¿llamar la atención, que te recuerden, es bueno o malo?
—Depende de quién seas, cuál sea tu estilo de vida o tu profesión. Imagínate que eres modelo, la imagen de una marca, o tienes la tuya propia, o tienes una peluquería donde haces unos cortes extravagantes... En ese caso, adelante.
—¿Hay veces que nos empeñamos en un estilo que no es el nuestro o solemos acertar?
—El 80 % solemos acertar. Casi todos pensamos que no tenemos estilo y sí lo tenemos, solo que no está definido, o no ha venido nadie que te diga: «Es este». Pero si sabes lo que no te gusta, ya tienes más claro lo que te gusta, y así vas definiendo un poquitín.
—¿Cuántas veces acuden a ti con el «es que no tengo que ponerme»?
—Hay que preguntarse qué hacemos mal para que estemos frente a un armario lleno de ropa y no tengamos nada que ponernos. Ahí es cuando te tiene que hacer clic algo. Pero sí, es una de las frases que más escucho.
—¿Por qué acuden a ti tus clientes?
—Hay muchos motivos, pero los puntos comunes de mis clientes suelen ser que no tienen tiempo, porque planificar la imagen y gestionarla lleva un tiempo, que no invertimos nunca nadie; también porque no tienen conocimientos y, generalmente, no les suele gustar ir de compras. Este puede ser un perfil muy habitual. Hay otras personas que vienen porque sus hijos ya son mayores, ha cambiado su situación, y en esta etapa de su vida cuando se miran al espejo no se reconocen, lo que sienten por dentro no se ve por fuera, y también por cambio de circunstancias personales y profesionales.