UNA MIRADA ATRÁS. Antes de repudiar los sonidos que escuchan los jóvenes de hoy en día, no estaría mal recordar el rechazo que sufrieron en su día otros estilos que actualmente se consideran exquisitos y parte de la cultura popular
18 abr 2023 . Actualizado a las 18:58 h.Mucho ojo con demonizar los sonidos que escuchan los jóvenes desde una postura de intransigencia adulta. También con usar moldes de otra época para juzgar los géneros del presente. Y, sobre todo, máximo cuidado a la hora de sentenciar: «¡Esto no es música!». Porque esta frase, que hoy se aplica de continuo con las músicas urbanas derivadas del reguetón, llega con ecos de un pasado para muchos olvidado, pero que a la mínima retorna como una terca bofetada de realidad. Y es que muchos de los géneros, que hoy están considerados de calidad, sufrieron el mismo rechazo. Exactamente el mismo.
«¿Adónde habrá llegado a parar el rock español cuando se cantan cosas como Me pica un huevo?» Lo dijo en 1982 Miguel Ríos cuando escuchó a Siniestro Total, tomando el testigo en España de la revolución protagonizada por Sex Pistols en Inglaterra. En la segunda mitad de los cincuenta Ed. Sullivan, el presentador más famoso de la televisión americana de entonces, juró que semejante vulgaridad como aquella nunca se vería en su programa. Se refería a Elvis Presley, a quien meses después acogería en su show, pero impidiendo que se le filmasen sus caderas. Y en 1979 un pinchadiscos roquero Steve Dahl proclamó: «La música disco apesta». Lideró en Estados Unidos una campaña de odio que derivó en un movimiento contra el género, cargado de violencia y acusado de xenofobia y racismo.
A la vista está que ninguno logró su cometido. Los Sex Pistols son hoy un suvenir oficial de Londres y un hito en la historia del rock. Elvis está considerado el rey del género y su biopic lucía orgulloso en la pasada edición de los Óscar reclamando premios. Y tras su rehabilitación en los años noventa, el estilo disco es un clásico del que han bebido algunas de las figuras más relevantes de las últimas décadas, como Madonna, Daft Punk, U2, Kylie Minogue o, más recientemente, Dua Lipa. Y todo ello, partiendo del choque violento que genera lo que rompe. «Es un miedo territorial. Una generación que siente que pierde territorio se defiende desconfiando y atacando a la generación más chica. Pero es una discriminación tan fea como las éticas, raciales o religiosas», decía recientemente Jorge Drexler.
Estos son algunos de los géneros denostados.
PELIGRO SOCIAL. Aunque hoy se escuche en auditorios y lo apoyen las más prestigiosas entidades culturales, el jazz fue considerado una música sórdida que podía generar problemas sociales. Los sectores más conservadores de la sociedad americana lo rechazaban a principios de siglo, y llegó a estar prohibido en radios y salas de baile. Ello no impidió que se expandiera libre y desafiante por clubes hasta dar el gran salto.
Crooners
CUANDO EL MICRO ERA EL AUTO-TUNE. Ocurrió en los años treinta. Gracias a la microfonía cantantes sin un gran chorro de voz podían subirse a un escenario sin problemas. De ahí surgieron los crooners, con Bing Crosby y Frank Sinatra a la cabeza. Aunque hoy sean clásicos básicos, en su momento se les acusó de no tener voz (además de otras cosas) precisamente por servirse de los adelantos de la tecnología. Es decir, recibieron las mismas críticas que actualmente soportan muchos de los usuarios del auto-tune que corrige defectos.
Rock n' roll
IGUAL QUE EL PERREO. Definida en los 50 por Frank Sinatra como «la forma de expresión más brutal, fea, desesperada y perversa que he tenido la desgracia de escuchar», el rock n' roll fue visto como una música obscena y perversa. De una manera calcada a como hoy muchos repudian el perreo, los movimientos de caderas de Elvis Presley generaban rechazo entonces por su descarada sexualidad. Se temía que la juventud tomase ese camino, algo que por supuesto hizo. Y sin necesidad de TikTok.
Disco
UNA ESPECIE INVASORA. Del mismo modo que ocurre en los últimos tiempos con el reguetón, la fiebre disco se expandió por todo el planeta en los setenta, llegando a lugares insospechados. Incluso grupos como Blondie o los Stones se dejaron contagiar por un estilo mal visto. Esto generó las iras del público roquero, que llegó a casos extremos como la Disco Demolition Night. Así se llamó la quema pública de discos de este estilo hecha en un estadio de Chicago en 1979.
Punk
ALARIDOS Y FEÍSMO. Cuando en los años setenta del soft-rock y el sinfonismo apareció el punk se generó otro terremoto. Formaciones como Sex Pistols apelaban al feísmo, cantaban con alaridos y generaban un choque generacional total, irritando a la sociedad más bienpensante. Ramones trenzaban odas guitarreras sobre cosas como esnifar pegamento y golpear a la gente con bates de béisbol. Hoy los padres compran camisetas con su logo para que las luzcan sus hijos y se los ponen en el coche.
Tecno-pop
SIN GUITARRAS NO HABÍA PARAÍSO Cuando en los ochenta irrumpió el pop hecho con sintetizadores, grupos como Depeche Mode, OMD o Human League tuvieron un gran éxito de público, pero sufrieron en sus carnes la mofa de la crítica y el público más conservador, que los acusó de falsarios. A Gary Numan -hoy un referente inexcusable- la Unión de Músicos Británica incluso lo quiso vetar para dejar paso «a los músicos de verdad» e impedir que saliese en la BBC.
Tecno-rumba
LO OTRORA CUTRE HOY MOLA. Camela fueron un símbolo de la música de supuesta baja calidad. Los paladares exquisitos los ponían como ejemplo de cutrerío, con la misma intensidad que lo hicieron luego con el reguetón (y aplicando en muchos casos idénticos tics clasistas y xenófobos). Sin embargo, ellos habían patentado desde la autogestión una fórmula sonora originalísima que rezumaba autenticidad. Hoy artistas como Soleá Morente tributan su sonido y muchos los han aceptado.
Música electrónica
ES TODO LO MISMO. En 1996 actuaban en la última jornada del Festival Internacional de Benicasim Chemical Brothers y Orbital. La mitad del público allí congregado —fan del pop de guitarras de The Stone Roses o Jesus and Mary Chain— no entendía nada de lo que estaba pasando. Un año después, Chemical Brothers eran la cabeza de cartel y el festival ya había habilitado una carpa techno. No hubo ya marcha atrás.