Asegura que todas las personas necesitan una educación antirracista, y que incluso las personas racializadas pueden reproducir discursos racistas. «Igual que hay mujeres machistas»
17 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.No basta con no ser racista, hay que ser antirracista. Esto es lo que promueve Desirée Bela-Lobedde, escritora y comunicadora española de ascendencia guineoecuatoriana, que acaba de publicar Ponte a punto para el antirracismo, donde nos da las claves para analizar nuestros comportamientos, ya que asegura que «todos necesitamos una educación antirracista». «Ojalá viniera de base, se implantara en el sistema educativo, pero mientras esto no llega hay que ofrecerla desde otros espacios», señala esta activista antirracista afrofeminista, que imparte formación tanto para empresas como para instituciones. Además, considera que se pone demasiada presión en la infancia y en lo que los niños tienen que aprender en el colegio, y advierte que es necesario penetrar en todas las capas de la sociedad, porque si los adultos no lo ven algo necesario, no llegará nunca al alumnado.
—¿Todos, absolutamente todos, necesitamos una educación antirracista?
—Todos, porque el racismo, al final, es una opresión estructural, esto lo entendemos muy bien con el patriarcado y el machismo. Me gusta y me fastidia a partes iguales compararlo con el feminismo, pero siento que nos sirve mucho.
—¿Por qué?
—Los hombres necesitan educación feminista para dejar de oprimir y ser conscientes de cómo contribuyen a la perpetuación de un sistema en el que se discrimina a las mujeres por el simple hecho de serlo. Y las mujeres la necesitamos para darnos cuenta de todas las motos que nos han vendido, de cuánto machismo y misoginia hemos interiorizado, y cómo eso repercute en nosotras. La educación feminista lo que hace es salvarnos un poco de todas esas creencias de inferioridad que el sistema nos ha impuesto.
—¿Y con la educación antirracista pasa lo mismo?
—Sí, la necesitamos todas las personas. Las que forman parte del grupo opresor, las blancas, necesitan entender cómo perpetúan o cómo desmantelan con lo que hacen el racismo, cómo este sistema racista les beneficia o por lo menos no les perjudica; y las personas que no somos blancas, las racializadas, tenemos que sobreponernos a todo ese racismo interiorizado que nos genera esos sentimientos de ser menos, de tener que justificar absolutamente todo lo que hacemos...
—¿Dónde hay más racismo hoy en día?
—En todos los ámbitos. El problema muchas veces es que lo que identificamos como racismo, es el racismo abierto y socialmente condenable, las expresiones que nadie duda que están mal: los discursos de odio, los ataques físicos o verbales... Pero necesitamos educación antirracista dentro del sistema educativo, porque hay muchas figuras de las que no se habla porque no son personas blancas. Toda la educación que recibimos está centrada en las contribuciones de personas blancas occidentales, y esto hace que se invisibilice la presencia en España de personas racializadas desde hace siglos. La presencia de personas negras en España no es un fenómeno migratorio de los años 2000, y, sin embargo, se nos considera a todas las personas negras recién llegadas, y hay personas negras desde hace siglos, que han contribuido y no se sabe.
—Dices que solo yendo al supermercado se puede percibir la supremacía blanca.
—Claro. Lo que pasa es que lo percibimos las personas que no tenemos ese privilegio blanco. Tú puedes entrar en un supermercado y no darte cuenta de absolutamente nada, pero yo sí, por ejemplo, de la falta de productos para el pelo afro o para piel negra; o en los centros comerciales, los agentes de seguridad tienden a mirar o a pedir que enseñen el bolso al salir de un comercio a las personas que no son blancas con mucha más frecuencia que a las personas blancas, si es que se lo piden. Esto es difícil registrarlo si no forma parte de tu realidad, pero no quiere decir que no sea la de otros.
—¿Tú crees que la sociedad es consciente del privilegio blanco?
—No. Yo en Instagram no hablo del privilegio blanco, pero la gente que me sigue, que ya sabe sobre estas cuestiones, a lo mejor lo comenta. Si alguien, que no ha iniciado su educación antirracista, hace un comentario y una persona que ya lleva un tiempo formándose, leyendo, menciona: «Bueno, aquí tu privilegio blanco...». La otra como que se superofende: «¿Cómo voy a ser yo una persona privilegiada». Es no comprender lo que significa el término.
—¿Las personas racializadas también pueden ser racistas?
—Pueden reproducir discursos racistas. Desde esa interiorización de ese sistema jerárquico que establece el racismo, hay muchas personas que tienen comportamientos o sentimientos de autoodio hacia personas de su comunidad o de otras también minorizadas. Ahí tenemos a Ignacio Garriga en Vox o Bertrand Ndongo, que son hombres negros, pero que están en partidos de extrema derecha. Lo mismo que hay mujeres que son machistas. Lo que no sucede es que las personas blancas sufran racismo, pero sí que hay personas que no son blancas que reproducen los discursos de la blanquitud, del patriarcado.
—¿Felicitar a una persona negra por lo bien que habla castellano es un gesto de racismo interpersonal?
—Sí, de nuevo es creer que España es blanca, que solo hay personas blancas, y que las personas racializadas que están en España han venido de algún otro lugar, no son gallegas, no son madrileñas, no son cántabras... Siempre venimos de algún sitio, y con esa expectativa, tú esperas que una persona con un tono de piel más oscuro tenga un acento determinado, no sabes muy bien de dónde, en muchos casos si se trata de una persona negra crees que tiene un acento africano, como si hubiese algo así. Es tan absurdo como decir que una persona blanca tiene acento europeo, ¿qué acento es el europeo? La creencia es que siempre somos de fuera, que no hay personas españolas negras, asiáticas... Es perpetuar esta creencia ficticia de que España es blanca.
—¿Las conductas discriminatorias hay que denunciarlas?
—¡Qué pregunta tan complicada! Sí o no. El hecho de que una persona racializada señale depende de su estado emocional, porque como el racismo está tan conectado con la moralidad y ser buena o mala persona, los que vivimos situaciones de discriminación racial sabemos que señalar es meternos en un jardín, y a veces, no tienes el ánimo, no quieres tener que sostener la fragilidad blanca de esa persona, que al final te hará sentir mal a ti, porque «cómo va a ser esa persona racista si paga la cuota de Amnistía Internacional, si su cuñado es coreano...». Entonces, en muchos casos no nos apetece y preferimos la autopreservación a la denuncia, pero otras sí. Ahora, las personas blancas que tienen la formación y la sensibilidad suficiente para señalar todas estas conductas, evidentemente que lo hagan. Es lo que les explico a las personas que se forman conmigo, la membresía, tú que no tienes esa carga y que a nivel personal no te afecta, que no te deja sumida en un estado de ansiedad el resto del día, el siguiente o lo que queda de semana, como parte de tu práctica antirracista tienes que hacerlo.
—Dices que hay gestos antirracistas que, aunque están bien hechos, no aportan nada. Pones el ejemplo del hashtag #blacklivesmatter a raíz del asesinato de George Floyd. ¿No aporta visibilidad?
—Es el eterno dilema, que también nos encontramos en el feminismo. ¿Sirve que una marca saque camisetas lilas con el lema equis? Quizás sí, porque a lo mejor llega a personas que hasta ese momento no han entrado en las teorías o educación feminista, pero luego tiene la parte de que si solo uso una etiqueta, pero no sé lo que hay detrás, no me informo, no me educo, no entiendo lo que se reivindica cuando hablamos de blacklivesmatter, de qué sirve. Si lo hago porque ese día toca y luego no voy más allá, para qué.
—¿Hay quien busca el pin antirracista?
—Sí, hay personas que cuando llevan a cabo una acción determinada, que consideran que es un gesto antirracista, buscan la validación de una persona racializada o de una activista antirracista. Es que esto no lo haces para ponerte la medallita, ni por tu propio crecimiento, ni para que te digan qué buena persona eres. No, lo tienes que hacer por una cuestión de justicia social. Es parte de tu responsabilidad para lograr un mundo más justo y con menos desigualdades raciales, pero no para que te vitoreen.
"Claro que hay racismo en el movimiento femenista"
—No se le exige lo mismo a una persona racializada en España que a una persona blanca en otro país.
—Una persona racializada en España tiene que pasar muchos filtros, se le exige esa supuesta integración, que implica que se olvide de su lengua materna, de sus costumbres, y que tan pronto como pise territorio español adopte todas las de aquí; cuando las personas españolas muchas veces cuando viajan fuera lo primero que hacen es buscar comunidades de personas extranjeras, cuando vienen papá y mamá de visita les pedimos que nos traigan el jamón o no sé qué que echamos mucho de menos y que no podemos comer, porque no encontramos...
—Y todos tenemos las mismas necesidades.
—Si las personas blancas españolas cuando se van fuera hacen todo este tipo de acciones porque necesitan una comunidad, ¿por qué no entendemos que las personas de otros países cuando llegan aquí necesitan lo mismo? ¿Por qué esas imposiciones? De esto hablo en mi libro Minorías, de un matrimonio que él es alemán y ella filipina, y las exigencias, siendo ambos extranjeros, eran completamente diferentes. No pasaba nada si no entendía el español o no lo hablaba después de llevar 20 años en Mallorca, y, en cambio, ella se tenía que integrar: «Si está aquí y trabaja aquí, pues que aprenda el español».
—¿Hay racismo dentro del movimiento feminista?
—Claro, al final los movimientos están conformados por personas, que tienen toda una serie de racismos interiorizados, y que los llevan a sus espacios. Este feminismo para mujeres blancas y de una clase determinada deja fuera a muchas mujeres, a las que no son blancas, porque no entiende que nuestras reivindicaciones son otras, que nuestro eje de opresión no es únicamente el género.
—¿Por dónde deberíamos empezar para revisar nuestro racismo?
—Yo creo que hay tres apuntes básicos. Primero, abrirse a escuchar los discursos antirracistas, desde la voluntad de aprender más que de rebatir; segundo, educarse, estamos en el 2023, hay muchísimo contenido gratuito en internet, libros en la biblioteca, documentales, y quien quiera ir más allá que pague formaciones igual que pagamos otras; y la tercera, entender el error como parte del proceso de aprendizaje, porque hay mucha gente que no hace nada por miedo a equivocarse. Nos vamos a equivocar, pero sin error no hay aprendizaje.